Estados Unidos y Corea del Norte llegaron a un acuerdo para que inspectores estadounidenses accedan en abril a un sitio subterráneo coreano que Washington sospecha se emplea como depósito de equipos nucleares.
"Se trata de evitar un crisis grave. Esto nos permitirá volver al punto de partida y, si realmente se nos permite el acceso, desaparecerá una gran amenaza que ensombrecía el vínculo entre ambos países", explicó un alto funcionario del Departamento de Estado (cancillería).
El acuerdo no se refiere a otros problemas bilaterales explosivos, pero restablece un convenio marco de 1994 que mejoró las relaciones entre ambos países aunque fue muy atacado en los últimos meses, sobre todo por legisladores estadounidenses del opositor Partido Republicano.
El ex secretario de Defensa William Perry preparaba un informe final sobre la estrategia a adoptar con Pyongyang cuando los representantes de ambos países llegaron al acuerdo, durante la última ronda de negociaciones que se realiza desde noviembre.
Perry volvió la semana pasada tras reunirse con altos funcionarios de Corea del Sur, China y Japón, e instó a Washington y a sus aliados regionales a prepararse para adoptar "medidas más severas" contra Corea del Norte si esta no acepta cumplir requisitos esenciales de seguridad.
La secretaria de Estado (canciller) Madeleine Albright anunció el acuerdo el martes y dijo que Estados Unidos exigió que sus expertos tengan acceso, en mayo de 1999 y en mayo del 2000, a un sitio subterráneo que se construye cerca de Kumchangni, una región montañosa cercana a la frontera con China.
Washington ofreció a cambio apoyar un proyecto agrícola piloto, dirigido por una organización no gubernamental, para aumentar la producción de papas en Corea del Norte, país de 24 millones de habitantes dónde se calcula que murieron dos millones de personas por desnutrición desde mediados de esta década.
"Ahora que aceptaron nuestro acceso al sitio, tal como pedimos, creemos que las relaciones con Corea del Norte mejorarán", declaró James Rubin, portavoz de la cancillería estadounidense.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos se percataron del sitio de Kunchangni a fines del verano boreal pasado, y concluyeron que podía albergar un reactor nuclear o una planta de procesamiento de materiales fisibles para producir armas nucleares.
La construcción de un sitio de esas características violaría el acuerdo marco de 1994 según el cual Corea del Norte debe abandonar y desmantelar el establecimiento nuclear de Yongbyon, cercano a Kunchangni.
A cambio, Pyongyang recibiría a cambio miles de millones de dólares de ayuda humanitaria, que incluye la construcción de dos plantas nucleares a cargo de Corea del Sur y Japón para brindar al país la energía eléctrica necesaria.
Además, Estados Unidos prometió a Corea del Norte decenas de millones de dólares en combustible para calefacción hasta el inicio de las operaciones de las plantas nucleares, pero Washington no pudo cumplir su promesa cabalmente debido a la resistencia del Congreso.
Estados Unidos acordó también mejorar gradualmente sus relaciones con Corea del Norte, con quien nunca tuvo vínculos diplomáticos formales.
Pero Washington sólo cumplió la promesa de brindar ayuda alimentaria en los últimos años, lo que incluyó un gran envío la semana pasada, en respuesta a un pedido del Programa Mundial de Alimentos.
Washington exigió el acceso al sitio de Kunchungni poco después de descubrir su existencia y rechazó el pedido de 300 millones de dólares en ayuda humanitaria que solicitó Corea del Norte a cambio del acceso a los inspectores.
El Congreso de mayoría republicana entró en escena cuando impuso, como condición para la ayuda futura de Estados Unidos a Pyongyang, que incluye el combustible para calefacción, que el gobierno certifique formalmente una forma de verificar el cumplimiento del acuerdo de 1994.
"Si no podemos lograr un acuerdo aceptable sobre ese punto, todo el asunto podría desmoronarse, incluso la política de Kim Dae Jung (presidente de Corea del Sur) para mejorar las relaciones con el norte", sostuvo el alto funcionario.
Los últimos meses se emplearon para preparar un compromiso aceptable que permitiera a Corea del Norte acceder a la inspección del sitio.
El acuerdo vuelve a poner en marcha el convenio marco, pero no toca el ambicioso programa de misiles y de exportación misilística coreano.
Pyongyang sorprendió a la región y al mundo entero al disparar un sofisticado cohete de tres secciones que cayó en el mar de Japón, el 31 de agosto de 1998.
La prueba, cuya finalidad podría haber sido poner un satélite en órbita, mostró que Corea del Norte puede apuntar misiles hacia Japón y posiblemente más lejos, a Alaska y Hawaii, en Estados Unidos.
Pyongyang, gran exportador de misiles de menor alcance, se ofreció previamente a renunciar a la venta de sus misiles a cambio de mil millones de dólares en efectivo.
Al igual que en las negociaciones sobre Kunchangni, Washington rechazó la oferta y aún negocia el programa de misiles de Corea del Norte.
Pyongyang no fijó todavía un precio para detener su producción de misiles balísticos de mayor alcance, cuya inesperada existencia aumentó el apoyo a los programas de Estados Unidos y Japón contra los misiles balísticos.
Pero algunos expertos creen que ese programa, también, será "puesto en venta".
"Amenazaron con lanzar otro misil en febrero, pero no lo hicieron. Ese es, obviamente, otro mensaje", sostuvo un funcionario.
Don Oberdorfer, especialista del Instituto de Estudios Internacionales Avanzados Johns Hopkins, escribió en el Washington Post del domingo que Corea del Norte, a pesar de su avanzada tecnología armamentista, sus fuertes discursos y gran ejército, admite que su supervivencia depende de su habilidad para conseguir ayuda de Occidente.
"Hay señales de que las políticas y las acciones de la Corea del Norte comunista se confeccionan de acuerdo a la necesidad de obtener y mantener la ayuda", sostuvo Oberdorfer. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ceb/aq/ip/99