El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), concebido como un mercado común para productos y servicios, da a las empresas multinacionales el poder de erosionar las leyes de los países firmantes, según críticos canadienses.
En virtud del acuerdo que vincula a Canadá, Estados Unidos y México, las empresas estadounidenses pueden exigir compensaciones si prueban que los gobiernos aprobaron leyes contra prácticas comerciales permitidas en ese país.
Muchas demandas fueron formuladas contra Canadá. La más reciente involucra a Pope-and-Talbot, una empresa forestal con sede en Oregon que posee tres aserraderos en las Montañas Kootenay de Columbia Británica.
Pope-and-Talbot reclama que el gobierno canadiense redujo injustamente su cuota para enviar madera a Estados Unidos.
Esta cuota fue asignada a la empresa en virtud del acuerdo sobre madera blanda entre Canadá y Estados Unidos, que, irónicamente, fue firmado luego de que los madereros estadounidenses dijeran que los canadienses estaban inundando injustamente el mercado estadounidense.
El proceso actual es parte de una cadena de demandas presentadas por las empresas estadounidenses contra el gobierno canadiense para forzar a ese país a retroceder respecto de normas ambientales o culturales.
En 1998, el gobierno canadiense pagó a Ethyl Corp. 13 millones de dólares y levantó la prohibición al aditivo MMT del combustible de esa empresa.
Una demanda presentada por Sunfresh, empresa con sede en California, procura forzar a Canadá a levantar la prohibición a las exportaciones de agua.
A finales de 1998, S.D. Meyers, una empresa estadounidense de tratamiento de residuos, presentó una demanda por 10 millones de dólares alegando que el gobierno canadiense violó el TLC al prohibir la exportación de bifeniles policlorinados desde Canadá.
La prohibición fue impuesta luego de que periodistas canadienses probaran que se desechaban ilegalmente residuos tóxicos de Canadá en países en desarrollo.
Maude Barlow, presidenta del Consejo de Canadienses, un grupo que se opone al libre comercio desde 1988, dijo que el tratado comercial erosiona la soberanía canadiense, y que los gobiernos mantuvieron en secreto el litigio respecto del TLC porque prueba que el tratado beneficia a las empresas en detrimento del medio ambiente.
"Inclusive cuando solicitamos información en virtud de la Libertad de Información (canadiense), ésta nos fue negada", dijo Barlow.
"En el caso del MMT de Ethyl, el gobierno intentó llegar a un acuerdo secretamente. Ethyl dijo que no, pero si hubiera aceptado, nunca habríamos sabido acerca de ello, o cuánto dinero recibieron", señaló.
Agregó que el TLC dio a las empresas multinacionales con sede en Estados Unidos amplios poderes para atacar la soberanía de las naciones, porque es el primer tratado que les permite esquivar al gobierno estadounidense y demandar a estados extranjeros directamente.
Barlow dijo que el gobierno canadiense intentó presentar a los miembros de su grupo como fanáticos anti-negocios, pero la gran cantidad de demandas recientes prueba que el tratado comercial debilita la soberanía canadiense.
"Tuvimos que esperar a tener pruebas para que la gente dejara de decir que estamos locos".
También señaló otros problemas causados por el TLC. Luego de que el Acuerdo de Libre Comercio fuera firmado, decenas de fábricas de propiedad estadounidense fueron trasladadas desde Canadá a los estados de Estados Unidos donde la mano de obra es más barata o a México.
La amenaza de abandonar el país fue utilizada por muchos empleadores canadienses como herramienta para mantener los salarios bajos y debilitar a los sindicatos.
Gordon Laxer, un profesor de economía política de la Universidad de Alberta, dijo que los tratados comerciales modernos son acuerdos de "derechos empresariales" y que el TLC obligó a Canadá a desempeñar "nuevamente el papel de proveedor de madera y de agua".
También afirmó que los canadienses habían sido engañados respecto de la naturaleza del tratado.
"Canadá pensó que estaba obteniendo libre acceso a un mercado extranjero mientras que Estados Unidos pensó que era un acuerdo de inversión sobre la reestrucutración del papel del gobierno y acceder a los recursos canadienses", explicó.
Agregó que Canadá perdió en los 90 más del doble del número de empleos que perdió Estados Unidos.
En cuanto a la creación de puestos de trabajo, 80 por ciento de los nuevos empleos canadienses corresponden a trabajadores por cuenta propia, en comparación con 10 por ciento en Estados Unidos.
El trabajo de medio horario se duplicó en Canadá, y se mantuvo casi en el mismo nivel en Estados Unidos.
Bob Saari, de la Alianza de Fabricantes y Exportadores Canadienses, dijo que los acuerdos prometían crecimiento, pero que surgieron demasiados problemas.
"No previmos que habría esta cantidad de problemas y tampoco que sería tan difícil solucionarlos. Todos estamos decepcionados por cómo salieron las cosas respecto de la madera y los alimentos", indicó.
Saari declaró que las políticas de algunos estados de "Compre Estados Unidos" crearon un nuevo grupo de barreras comerciales, dejando a Canadá con los problemas causados por los tratados y menos beneficios de los que sus seguidores esperaban. (FIN/IPS/tra- en/mb/mk/at-dg/if/99