VIETNAM: El discípulo supera a su viejo maestro ruso en la crisis

La economía de Rusia, antiguo líder del mundo socialista, cayó ante la crisis internacional, pero Vietnam, su aliado en los tiempos de la Guerra Fría, logró defenderse mucho mejor.

El diferente desempeño de ambos países, que fueron camaradas ideológicos y aplicaron modelos similares de economía planificada centralmente, alimenta el debate sobre el modo más sustentable a largo plazo de conducir la transición hacia una economía de mercado.

Rusia asumió riesgos deliberadamente en el intento de acelerar su integración a la economía mundial, y sucumbió a los efectos de la crisis global.

Mientras tanto, el relativo aislamiento del camino elegido por Vietnam, donde aún gobierna el Partido Comunista, le ha evitado, hasta ahora, verse arrastrado por la inestabilidad que afectó a la mayor parte del sudeste asiático.

"Es obvio que los gobernantes de Vietnam, a diferencia de los de Rusia, tienen clara su visión de la economía y su estrategia, lo cual los ayudó a no ser víctimas de la crisis", dijo en una entrevista Pavel Bogachenko, un experto ruso en energía que ocupó un alto cargo en Vietnam.

Cuando Vietnam estuvo al borde la bancarrota a mediados de los años ochenta, se impulsaron reformas tendientes a adoptar una economía de mercado, denominadas "doi moi" ("renovación de la economía") y el producto interno bruto (PIB) creció en promedio casi nueve por ciento anual en los cinco años previos a 1997.

Pero desde entonces las reformas gubernamentales han avanzado a paso de tortuga.

La economía vietnamita sigue en un relativo aislamiento debido a la inexistencia de un mercado de valores y a que la moneda nacional, el dong (que se devaluó 20 por ciento en relación con el dólar en tres ajustes sucesivos), no es convertible.

Las autoridades anunciaron una política de "emisión de acciones" (como prefieren denominar a la privatización de empresas públicas) que se ha puesto en práctica con extrema lentitud.

Se fijó una meta de crecimiento de entre cinco y seis por ciento para este año, pero el Fondo Monetario Internacional prevé que el PIB aumentará sólo tres por ciento, entre otras razones por las escasas perspectivas de exportación y de ingreso de inversiones extranjeras.

Pese a estos problemas, el crecimiento económico de Vietnam es superior al de muchos otros países, incluyendo a su antiguo mentor Rusia. De hecho, en estos días muchos economistas rusos están de acuerdo en que las privatizaciones aceleradas tuvieron escasos resultados positivos, si es que tuvieron algunos.

El gobierno ruso transfirió aproximadamente tres cuartas partes de la economía de la propiedad estatal a manos privadas mediante licitaciones en los últimos ocho años. Ahora existen en Rusia más de 120.000 compañías privadas

También suprimió el control de precios, introdujo el libre comercio y adoptó políticas monetarias estrictas para mantener a raya a la inflación.

Pero todas estas reformas muy pregonadas, que se aplicaron después del colapso de la Unión Soviética, no han logrado cumplir con las promesas de una vida segura para la población.

La economía rusa cayó a pique, y la producción está cerca de la mitad del volumen de fines de los años ochenta. Propiedades muy lucrativas del Estado, como las empresas petroleras, terminaron, a un precio sospechosamente bajo, en manos de pocos magnates con buenas conexiones pero a menudo incompetentes.

Después de sufrir quiebras en los comienzos de la crisis económica, algunos de estos "oligarcas" intentan devolver las compañías privatizadas, que han dejado de ser lucrativas, al Estado.

La bolsa de Moscú terminó 1998 siendo el mercado de valores de peor desempeño en el mundo entero. El índice del Sistema de Comercio Ruso, que se ubicaba en unos 550 puntos en septiembre de 1997, se precipitó a cerca de 30 en agosto del año pasado, y lega actualmente a unos 60.

Desde el comienzo de la crisis, en agosto de 1998, la cotización del dólar en rublos aumentó 70 por ciento, y la inflación fue más de 80 por ciento el año pasado, mientras los títulos de deuda pública se cotizaban a 23 por ciento de su valor original.

La economía decreció cinco por ciento en 1998, y se espera que lo haga entre tres y nueve por ciento en 1999, de acuerdo a las estimaciones del Ministerio de Finanzas.

Mientras tanto, el gobierno reconsidera la conveniencia de las políticas que se abandonaron para lograr una rápida apertura de la economía.

El primer ministro Yevgeny Primakov reafirmó su compromiso con las reformas tendientes a adoptar una economía de mercado, pero también respladó la idea de aumentar los controles por parte del Estado. "El país no puede seguir esperando que el mercado resuleva todos nuestros problemas", afirmó.

Algunos analistas opinan que el problema no reside en las reformas orientadas al libre mercado, sino en el modo en que se pusieron en práctica.

Expertos occidentales argumentan que Vietnam no es un buen punto de referencia para evaluar el proceso ruso, porque recién está saliendo de su caparazón y no está completamente expuesto a las fuerzas del mercado.

Por lo tanto, sostienen, que permanezca relativamente ileso en medio de la crisis se debe más a la buena suerte que al buen criterio.

Los analistas rusos no piensan lo mismo. "Lo de Vietnam no es un hecho fortuito, sino una política calculada para escudarse de las presiones económicas externas", dijo a IPS Vladimir Mazyrin, profesor de Economía y experto en Vietnam de la Universidad de Moscú.

Vietnam no ha introducido un mercado de valores ni un sistema financiero privado de importancia porque obviamente sus autoridades no desean perder el control de determinadas áreas estratégicas, opinó Mazyrin.

De todos modos, la aproximación cautelosa de Vietnam a la economía de mercado fue un arma de doble filo.

Por un lado, sus cerca de 6.000 empresas públicas entraron en decadencia y absorbieron demasiado crédito del incipiente sector financiero. Ahora tiene deudas por valor de unos 7.300 millones de dólares, y 60 por ciento de ellas no son lucrativas.

Aunque Rusia y Vietnam siguieron diferentes caminos hacia la economía de mercado, el proceso de transición produjo en ambos países efectos similares, tales como los desequilibrios regionales.

En Vietnam, los beneficios de las reformas han recaído principalmente sobre los habitantes de las ciudades, que conducen brillantes motocicletas nuevas mientras los "nha que" (campesinos) no han experimentado mayores cambios en sus vidas.

En Rusia, la capital y algunos otros grandes centros urbanos permanecen como oasis de relativa prosperidad, donde a pesar de la crisis una pequeña minoría sigue conduciendo costosos automóviles importados.

Por supuesto que Vietnam, un país de 78 millones de habitantes que una vez fue señalado como el próximo tigre de la economía asiática, parte de una base muy baja. Su ingreso por habitante es sólo un poco mayor de 300 dólares por año.

Sin embargo, el primer ministro Phan Van Khai considera que su país ya se ha recuperado de los peores efectos de la crisis asiática, y que el impacto de la misma fue incluso menor que el que afectó a Vietnam, económica y políticamente, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.

El gobierno advirtió reiteradamente que Vietnam no aplicará las reformas políticas adoptadas por "algunos países" (aparentemente Rusia y otros antiguos interantes del lamado "bloque socialista"), porque éstas podrían conducir al colapso de todo el sistema o a la inestabilidad social.

'Rusia debería aprender de la experiencia vietnamita de reformas cautelosas", declaró el diputado ruso Viktor Shevelukha, integrante del Partido Comunista y asiduo visitante de Vietnam.

En su opinión, Vietnam ha mostrado un modelo "más práctico" de transición desde una economía planificada centralmente. (FIN/IPS/tra-en/sb/js/mp/if/99

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