El referendo convocado por el flamante presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para aprobar una Asamblea Constituyente despertó el escozor de la oposición política, que lo acusó de autoritarismo, y el fervor popular en la calle.
Las críticas opositoras se centran en las dos preguntas sometidas a consulta en el decreto firmado por Chávez a cuatro horas de asumir la presidencia el martes, porque se pide dejar al gobernante la potestad de fijar la forma, composición y agenda de esa asamblea, llamada a refundar políticamente el país.
Los pronunciamientos de las fuerzas parlamentarias opositoras a Chávez, contrastaron con la atronadora fuerza con que una multitud coreó la noche del martes: "sí queremos, sí queremos", cuando el presidente le dijo que había firmado el decreto para preguntar si el pueblo quería una Constituyente.
El mar de gente que devotamente siguió a su líder en cada acto del martes a lo largo de 12 horas, se enfervorizó con "el madrugonazo" de Chávez, por percibir a cualquier protagonismo parlamentario en el asunto como una maniobra de la clase política en la que concentra su rabia por la crisis global del país.
Chávez se anticipó a cualquier intento del Congreso por llamar al primer referendo consultivo de la historia del país, al convocarlo por sorpresa como primer acto de su gobierno, cuando previamente había dado plazo hasta el 15 de febrero al Poder Legislativo para tomar la iniciativa.
El mandario juró "sobre la moribunda Constitución" de 1961, en una frase que airó a su antecesor, el octogenario Rafael Caldera, uno de sus redactores, quien se negó a ponerle la banda presidencial, lo que hizo el presidente del Congeso, Luis Dávila, de las filas del chavista Movimiento Quinta República (MVR).
La bandera de la Asamblea Constituyente, como fórmula para sustituir el agotado y corrompido modelo de partidocracia venezolano 41 años después de su instauración, fue la gran propuesta electoral de Chávez, respaldada por el contundente 56 por ciento con que triunfó en las elecciones de didiciembre.
"Chávez nos ha dado una prueba de su total desprecio por el sistema democrático", afirmó este miércoles el diptuado Henry Ramos, jefe de la fracción parlamentaria de Acción Democrática (AD), el partido que más veces gobernó el país y que sigue siendo el mayor en el fragmentado Congreso, seguido del nuevo MVR.
Javier Elichiguerra, miembro de la Comisión Presidencial Constituyente, aseguró que se ha malentinterpretado el decreto y que la redacción de las preguntas y su necesaria simplificación no debe conducir a la falsa idea de que Chávez "plantea alguna trampa", tendiente a imponer sus criterios sogre la Asamblea.
Chávez, un teniente coronel retirado que este jueves hará siete años que intentó tomar el poder por las armas, es apoyado por casi toda la izquierda y antiguos militares golpistas, y encauza con su vigoroso carisma de 44 años el resentimiento de la población por el desplome de sus condiciones de vida.
Un acérrimo opositor de Chávez y de la idea de la Constituyente, el historiador de izquierda Manuel Caballero, afirmó que lo único que se sabe que tiene como meta concreta la Asamblea es aprobar la reelección presidencial inmediata, prohibida por la Carta Magna actual.
Este miércoles se realizó una acre sesión bicameral en el parlamento, que fue convocada la semana anterior para estudiar algún tipo de consenso sobre la convocatoria al referendo antes del día 15, un objetivo incumplible porque ello exigen dos tercios de los votos, inalcanzables por las opuestas posiciones..
La sesión se mantuvo pese al decreto, pero con el propósito de ahora de decidir si el Congreso aprueba secundar el decreto de Chávez, según solicitó el Polo Patriótico de grupos oficialistas, otro objetivo que quedó en evidencia que no sería alcanzado.
En ese sentido, dirigentes de la oposición a Chávez admitieron que su anticipación eliminaba "un debate inútil" y mantenía el protagonismo de la iniciativa en quien corresponde, dado que ha sido el presidente quien impulsó la Asamblea Constituyente.
Pero el diputado Alberto Franceschi, dirigente de Proyecto Venezuela, criticó que "Chávez haya incumplido su primera promesa", al no dar tiempo para buscar un consenso que permtiese una convocatoria conjunta del Ejecutivo y el Legislativo.
Proyecto Venezuela emergió como tercera bancada en los comicios legislativos de noviembre, que supusieron el primer revolcón del cuadro político vigente desde la restauración democrática de 1958, cuando el bipartidismo tradicional de AD y el socialcristiano Copei sólo alcanzó un tercio de los escaños.
AD y Copei se hundieron en la elección presidencial, al no sumar 10 por ciento de los votos. El escolta de Chávez fue el conservador Henrique Salas, del Proyecto Venezuela, que también proponía un cambio radical, pero sin ruptura del sistema.
Franceshi calificó como "democrática a medias" la primera de las dos preguntas del referendo, porque ella prefija ya que la Constituyente tendrá como propósito "crear un nuevo ordenamiento jurídico y una democracia social participativa", cuando el modelo debería fijarlo la Asamblea misma.
Pero para Franceschi y casi toda la oposición, el autoritarismo se desemboza en la segunda demanda, que plantea apoyar o rechazar que sea el presidente quien fije las bases de la elección de los miembros de la Asamblea, con el solo requisito de oir antes a todos los sectores del país.
El dirigente de izquierda y hasta este martes ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, comentó que Chávez está pidiendo "un cheque en blanco" y abriendo las puertas a la discrecionalidad, en momentos que se sabe que la población apoyará masivamente cualquier propuesta suya.
Un sondeo de la semana pasada mostró que cerca de 80 por ciento de la población respalda a Chávez y que más de 70 por ciento secunda la Constituyente como vía para rediseñar el Estado y reconstruir moral y políticamente el país.
Chávez explicó en su largo y candente discurso de investidura que había tomado la decisión de convocar sin dilaciones al referendo, porque la gente en la calle le pedía: "no te dejes quitar la bandera" y "no te descuides porque en el Congreso quieren manipular y controlar el referendo".
"Sencillamente, es un mandato del pueblo", afirmó, consciente de que tiene una movilizada calle a su favor, al despertar las mayores expectativas con que un presidente accede al poder en el país.
El provincial de la orden jesuita en Venezuela, Arturo Sosa, calificó el fervor que despierta Chávez como "efeverscente" y consideró preocupante para la democracia un liderazgo que por su dimensión podría llevar a "inhibir o plegar" a cualquier oposición. (Fin/IPS/eg/ip la/99