Los enfrentamientos armados entre el gobierno de Sierra Leona y los insurgentes impiden el reparto de alimentos y medicamentos en el país africano por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras agencias humanitarias.
Los programas humanitarios sólo tienen acceso a un tercio del territorio. "Si nos siguen negando el acceso, la situación empeorará", advirtió Kevin Kennedy, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
Kennedy, que visitó Sierra Leona y acaba de volver a Nueva York, informó el lunes pasado que murieron 3.000 civiles desde el reinicio de las hostilidades el mes pasado. "Si la situación militar y política se deteriora, habrá una crisis humanitaria muy grave", pronosticó.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, que distribuyó gran cantidad de comestibles en Sierra Leona, perdió unas 3.000 toneladas de alimentos a manos de los saqueadores. "La situación alimentaria es seria, pero aún no es grave", observó el PMA.
Los rebeldes llevan a cabo una "campaña para aterrorizar a los civiles", para lo cual realizan "amputaciones forzosas", denunció Kennedy.
El subsecretario general de la ONU, Olara Otunnu, pidió la ayuda internacional urgente para niños a quienes los insurgentes cortaron los brazos y pies en mayo del año pasado.
Otunnu afirmó haber visto al menos 300 víctimas de las represalias de los rebeldes, en el Hospital Connaught, de Freetown. "Se calcula que esos 300 son sólo una pequeña fracción del total de personas mutiladas", señaló.
Las mutilaciones forzadas se volvieron más numerosas y más salvajes cuando se reanudaron los enfrentamientos armados, según informes divulgados el mes pasado.
La guerra civil provocó la muerte de más de 10.000 personas y el desplazamiento de varios cientos de miles, y terminó en 1996 luego de cinco años cuando el presidente Ahmed Tejan Kabbah, elegido democráticamente, firmó un acuerdo de paz con el Frente Revolucionario Unido.
Kabbah fue derrocado en mayo de 1997 por un golpe militar, pero volvió a asumir el poder en marzo de 1998 gracias a la intervención de Ecomog, la fuerza de mantenimiento de paz de la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental (Ecowas) liderada por Nigeria.
Kabbah reasumió el cargo de presidente luego de 10 meses de exilio, pero los rebeldes del Frente Revolucionario Unido continuaron la guerra a pesar del acuerdo de paz.
El conflicto de Sierra Leona no es interno sino regional, afirmó James Jonah, ministro de Finanzas de ese país y ex subsecretario general de Asuntos Políticos de la ONU, en una conferencia de prensa que realizó durante su visita al foro internacional la semana pasada.
Jonah acusó a Liberia y a Burkina Faso de ayudar a los rebeldes en su intento de derrocar al gobierno legítimamente elegido de Sierra Leona. También mencionó "la intervención de mercenarios ucranianos" que luchan del lado de los rebeldes.
"El Consejo de Seguridad de la ONU y las potencias mundiales no deberían permanecer en silencio. No se puede perseguir a los estados 'delincuentes' de Oriente Medio y Europa, y no perseguir a los países 'delincuentes' de Africa", protestó.
Jonah indicó que su gobierno envió dos cartas al Consejo de Seguridad en las que denunciaba la participación de Liberia en la guerra civil de su país.
El ministro mostró su desacuerdo con la política del Consejo de Seguridad, que según él se ocupa sólo de las atrocidades que ocurren en Kosovo, la provincia separatista de Yugoslavia, y no de las de Sierra Leona.
"Creemos que llegó el momento de que la comunidad internacional y el Consejo de Seguridad sean más imparciales en cuanto al manejo de esta crisis", afirmó Jonah.
El gobierno sostiene que no es necesario volver a conversar con los rebeldes ya que existe el acuerdo de paz de 1996, aprobado por el Consejo de Seguridad, la Organización de la Unidad Africana, Ecowas, y el líder rebelde Fonday Sankoh.
Lo que se necesita es poner en práctica el acuerdo de paz, dijo Jonah.
El ministro sostuvo que el Consejo de Seguridad debería aclarar, como lo hizo cuando Irak invadió a Kuwait en 1990, que el mundo no tolera las intervenciones extranjeras en un estado soberano, en referencia a la injerencia de Liberia y Burkina Faso en Sierra Leona.
"No pedimos que se declare una zona de exclusión aérea, pero necesitamos una respuesta más rotunda por parte del Consejo", agregó Jonah.
El ministro acusó a las fuerzas rebeldes de utilizar los recursos del país, en particular los diamantes, para comprar armas y componer una fuerza mercenaria. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/ceb/nc/aq/dv-ip/99