Como nunca antes en la historia política de México, a 18 meses de la elección presidencial proliferan los candidatos y dentro del partido gobernante, por primera vez en 70 años, los aspirantes apuestan a conquistar su postulación en una competencia democrática.
En los principales partidos políticos (Revolucionario Institucional, PRI, Acción Nacional, PAN, y de la Revolución Democrática, PRD) hay ya cinco pustulantes en campaña y otros cuatro se mencionan como aspirantes seguros.
En períodos presidenciales anteriores nunca hubo tal competencia anticipada y abierta.
Los analistas estiman que el fenómeno se debe al desgaste político del actual mandatario, Ernesto Zedillo, y su aparente desinterés en intervenir en el proceso de elección.
"Hay un adelanto evidente en los tiempos, pues el presidente ya no quiere o ya no puede intervenir", dijo el politólogo Alfonso Zárate.
Según las leyes mexicanas, en diciembre del 2000 Zedillo deberá terminar seis años de gestión y entregará el poder a su sucesor que, de acuerdo a las actuales encuestas, podría venir de las filas de la oposición.
Por el PRI, partido en el gobierno desde 1929, este martes lanzó su campaña hacia la postulación el ex gobernador del estado central de Puebla Manuel Barlett, considerado uno de los exponentes del sector más conservador de esa agrupación.
Los otros que reconocen buscar la candidatura por el PRI son el gobernador del estado de Tabasco, Roberto Madrazo, y el ex presidente de ese partido Humberto Roque, los dos también considerados conservadores.
Se mencionan además como los "tapados" de esta agrupación al actual secretario (ministro) de Desarrollo Social, Esteban Moctezuma, al secretario de Gobernación (Interior), Francisco Labastida, y al de Hacienda, José Gurría. A estos tres posibles candidatos se los ubica en el ala tecnocrática del PRI.
Hasta 1994, cuando Zedillo fue designado candidato presidencial, siempre fue el mandatario saliente el que elegía, a través de un mecanismo unilateral que en México se conoce como "dedazo", quién sería el postulante por el PRI.
En abril de 1998, el actual presidente dijo que instruyó a la dirigencia de su partido "para que me corten esto (el dedo)", para así no tener influencia en la designación del candidato.
La oposición duda que Zedillo no mueva sus influencias en la designación del candidato oficilista, pero se muestra segura de derrotar a cualquiera que sea el postulante.
En la televisión y la radio mexicanas los posibles candidatos realizan sus campañas con llamativos anuncios.
El gobernador del estado de Guanajuato por el PAN, Vicente Fox, quien está en abierta campaña por la candidatura presidencial desde 1997, prevé que en el 2000 terminarán "sin ninguna duda" los gobiernos del PRI.
En las elecciones para senadores y diputados federales de junio de 1997, el PRI sufrió su peor derrota desde 1929 y perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, hoy dominada por el PRD y el PAN.
Fox, cuyo estilo desenfadado, informal y directo lo mantiene como primero en las encuestas, sostiene que su principal contendiente en la elección presidencial será el actual gobernador de la ciudad de México, el líder del PRD Cuauhtémoc Cárdenas.
Cárdenas, candidato presidencial perdedor en 1998 y 1994, ha señalado que su prioridad actual es trabajar en el gobierno de la capital, pero que no descarta su postulación a la presidencia.
El coordinador de la fracción parlamentaria del PRD en la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz, quien ya está en campaña para ser el candidato presidencial por su partido, demanda a Fox y Cárdenas renunciar a sus actuales funciones para "competir en igualdad de condiciones".
Zedillo invitó a los partidos políticos a hacer lo necesario "para que el próximo presidente tenga las condiciones (económicas) más propicias para el inicio y el desarrollo de su mandato".
El presidente cerró 1998 con una calificación de 6,5 sobre 10, según indican las encuestas. (FIN/IPS/dc/dg/ip/99)