Dependencias gubernamentales y organizaciones ecologistas de Argentina y Uruguay estudian el fomento de la producción de energía a partir del viento, como modo de reducir la contaminación ambiental y abaratar costos.
En ese sentido, la sección argentina de la organización ambientalista internacional Greenpeace lanzó una vasta campaña para promover la utilización de la energía eólica.
Miembros de esa agrupación aprovechan el impulso generado por la Cuarta Conferencia Mundial sobre Cambio Climático que se efectuó en Buenos Aires en noviembre de 1998.
En esa ocasión, paralelamente a la conferencia, la presión ejercida sobre el parlamento argentino logró que se aprobara una ley que estimula el desarrollo de la energía eólica en el país, una medida saludada por todos los grupos ecologistas presentes en el encuentro internacional.
Ahora, tras la consigna "15.000 empleos limpios con energía eólica", Greenpeace propone un plan de utilización intensiva de esa energía que, según sus estimaciones, podría producir 3.000 megavatios hacia el año 2010, aproximadamente siete por ciento del consumo eléctrico total en Argentina.
El proyecto, que requiere una inversión de 3.000 millones de dólares en 12 años, "podría evitar que entre 1999 y el 2010 se liberen a la atmósfera 25,7 millones de toneladas de dióxido de carbono, principal responsable del efecto invernadero", estimó Juan Carlos Villalonga, responsable de Greenpeace en Argentina.
El plan generaría además unos 15.000 puestos de trabajo sustentables a largo plazo, "pues esta tecnología de producción de energía requiere mucha mano de obra. Con el nivel de desempleo que tiene Argentina, cercano al 13 por ciento de la población activa, eso no es nada despreciable", concluyó.
La ley aprobada por el Congreso argentino, pionera en la región, debe aún ser reglamentada por el Poder Ejecutivo para entrar efectivamente en vigencia.
Villalonga señaló que, "con ley y todo, será necesario que la Secretaría de Energía estimule el relevamiento del recurso eólico a escala nacional".
En Uruguay, la Facultad de Ingeniería de la estatal Universidad de la República efectuó ese relevamiento en la mitad sur del país, la zona con mayores vientos durante todo el año.
Como resultado de esos estudios se implantaron dos experiencias piloto en el departamento de Maldonado, 150 kilómetros al este de Montevideo.
Las experiencias, efectuadas en las sierras de Los Caracoles y de las Animas, las más elevadas de Uruguay, habilitaron que en el primero de esos locales se proyecte instalar un parque eólico con financiación del organismo estatal de energía eléctrica de Uruguay y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Según el subsecretario de Energía uruguayo, el ingeniero Pedro Antmann, "la energía eólica se puede estudiar como alternativa a la electrificación rural convencional y como opción a nivel de la red nacional".
No obstante, tiene límites, "porque apenas podría cubrir el 20 por ciento de la producción eléctrica del país", observó.
La ingeniera Ventura Nunes, del Instituto de Ingeniería Eléctrica uruguayo, que intervino en el equipo que efectuó la investigación universitaria, afirmó que para los primeros años del próximo siglo varios países europeos esperan que más del 10 por ciento de la energía consumida sea de origen eólico.
"En ese caso, es probable que la producción de molinos se estandarice y se abarate, lo que favorecería que la energía eólica sea más competitiva con las generadas a partir de otras fuentes como la hidroeléctrica y las térmicas", señaló.
Para ejemplificar la viabilidad y flexibilidad de esa tecnología, Nunes se refirió a una iniciativa llevada a cabo en una comunidad de 100 personas de Polanco, un pueblo situado 170 kilómetros al norte de Montevideo, donde se utilizó un sistema de generación eléctrica híbrido (eólico y solar).
"Durante el día un panel fotovoltaico genera electricidad, y en los momentos en que hay viento lo hace el productor eólico. La energía es acumulada en una serie de baterías que abastecen al poblado", explicó Nunes. (FIN/IPS/dg/ag/en/99