JORDANIA: La pesada corona de Abdullah

La muerte del rey Hussein de Jordania dejó a su hijo y sucesor, Abdullah, a cargo de un país difícil y en medio del campo minado por intereses contradictorios que ha sido Medio Oriente en el presente siglo.

Los ancianos afirman que Abdullah, comandante de las fuerzas de elite del ejército jordano, les recuerda al Hussein de los primeros años de reinado, en los que logró mantener amalgamada una nación de disímil composición gracias a su fuerte personalidad y aplomo político.

Igual que aquéllos, estos tiempos son de incertidumbre para Jordania, un país pobre, casi sin recursos naturales propios, rodeado de poderosos vecinos como Israel, Iraq, Siria y Jordania con los que ha tejido una compleja red de alianzas contradictorias.

Abdullah, de 37 años, habla con fluidez inglés y hebreo, es hijo de una británica, se graduó en la academia militar de Sandhurst y estudió relaciones internacionales en Oxford, por lo que tiene los conocimientos necesarios para mantener buenas relaciones con Occidente.

Pero también ganó, con sus galardones militares, el respeto de las tribus beduinas que constituyen la columna vertebral del ejército y la dirigencia política jordana.

Su matrimonio con la princesa Rania, hija de palestinos, le deparó el respeto de los jordanos de ese origen, cerca de la mitad de cinco millones de habitantes del país. Abdullah es una cara conocida también en las ricas cortes del Golfo.

Hussein, rey durante 50 años de una pequeña nación desértica, convertido en figura clave del proceso de paz de Medio Oriente, fue sepultado este lunes tras su muerte de cáncer a los 63 años, ocurrida el domingo en Jordania.

En una sesión de emergencia, el gabinete jordano proclamó el domingo como rey al príncipe heredero e hijo de Hussein, Abdullah, de 37 años, quien afirmó que seguiría los pasos de su antecesor.

En las semanas previas a su muerte, Hussein pareció advertir el poco tiempo que le quedaba y tomó una de sus últimas decisiones, que sacudió Jordania. Al regresar el 25 de enero de Estados Unidos, donde fue sometido a tratamiento médico, designó a Abdullah su príncipe heredero.

Esa movida despojó del derecho al trono al hermano de Hussein, el príncipe Hassan, quien había sido regente durante 34 años.

Observadores de Jordania y Occidente pronostican que Abdullah logrará una transición suave. Siria e Iraq, que en el pasado intentaron desestabilizar al reino hachemita, desearon éxito al nuevo monarca, mientras aliados como Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel ratificaron su fuerte respaldo.

"El rey Hussein será recordado como hombre de paz, como el hombre que construyó su nación en un desierto con una mezcla de tribus y refugiados. Veo en Abdullah un hombre ávido de seguir sus pasos", dijo Abdullah Hasanat, un conocido analista político jordano.

La primera prueba de Abdullah será mantener el proceso de paz con Israel, impopular entre los jordanos.

También deberá sortear la recesión económica, ocasionada en gran medida cuando se negó a respaldar a la alianza contra Iraq en la guerra del Golfo (1991), lo que le privó de asistencia internacional. La paz con Israel, firmada en 1994, no alcanzó para restablecer la bonanza.

Además, Abdullah deberá mantener la cohesión interna tejida no sin dificultades por su padre entre los beduinos, los palestinos y las nuevas comunidades de refugiados e inmigrantes, como la chechena, la siria y la iraquí.

Jordania carece de recursos naturales. No cuenta con petróleo y tiene dificultades serias para abastecerse de agua. Sus ingresos proceden de la extracción de fosfatos, la agricultura y remesas de jordanos que trabajan en el extranjero. Aun así, el país es protagonista principal en el proceso de paz.

"Abdullah es agradable, enérgico y brillante. Pero el rey Hussein dejó un camino complejo. Abdullah deberá mantenerse en ese camino", dijo un diplomático en Jordania que reclamó reserva sobre su identidad.

Hussein, quien se convirtió en monarca a los 17 años, el 11 de agosto de 1952, condujo su nación durante un período turbulento, con una firmeza que le valió ya en sus primeros años en el trono el apodo de "reyecito valiente", tanto en círculos de poder de Medio Oriente como en Occidente.

Se caracterizó por un pragmatismo que, a la larga, lo convirtió en un pacificador. No temía al riesgo, al punto que conducía sus propios aviones y se embarcó en un difícil proceso de paz con Israel sin el respaldo de otros países árabes.

Ochenta por ciento de los jordanos no conocieron otro rey más que él.

Hussein bin Tallal, cuyo árbol genealógico llega hasta el profeta Mahoma, nació en medio de una opulencia que contrastaba con los beduinos que han constituido el principal respaldo de la familia real hachemita.

El rey continuó viviendo en el lujo, en el palacio Baab Al- Salaam, cerca de Ammán, y poseyó mansiones en Londres (cerca del palacio de Kensington), Viena y Palm Beach, en Florida, Estados Unidos.

Hussein subió al trono un año después del asesinato de su abuelo Abdullah, el rey nacido en Arabia Saudita que murió ante sus ojos, cuando tenía 16 años, frente a la Mezquita de Omar, en Jerusalén. El autor del crimen era un palestino que rechazaba la anexión de Cisjordania por parte de Jordania.

El joven príncipe sobrevivió porque la bala que el asesino le disparó dio contra una medalla en su pecho. No fue la última vez que su vida estuvo en riesgo: como rey, sobrevivió a un intento de envenenamiento, una emboscada, una ataque aéreo y hasta un fracasado atentado contra el avión que pilotaba. (sigue

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