JAPON: Importación de marfil amenaza futuro de los elefantes

Los "hankos" o sellos tallados a mano que usan los empresarios japoneses para firmar contratos o cartas son elegantes, exquisitos, y un símbolo de estatus entre los japoneses ricos. Pero también constituyen una amenaza para la vida de los elefantes, que están en vías de desaparición.

Japón volverá a importar marfil a partir de marzo, luego de 10 años de veda. Los activistas dijeron que los vendedores de hankos contribuyeron al levantamiento de la veda con sus incesantes pedidos de marfil, el material con el que se fabrican los hermosos sellos con el apellido de su dueño.

El comercio de marfil fue prohibido en 1989 por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro (CNUCIEP).

Otros comerciantes de marfil, Hong Kong por ejemplo, advirtieron sobre la rápida declinación del negocio a causa de la prohibición, pero en Japón las ventas de productos de marfil se mantienen.

Los objetos de este tipo que se venden actualmente en Japón se fabricados con el marfil acumulado por los importadores durante 1990, un año después de la entrada en vigor de la prohibición, dijeron los comerciantes.

El marfil se usa en Japón, principalmente, para fabricar hankos, cuyo precio de venta oscila entre 100 y 500 dólares. Los activistas estimaron que los hankos se comercializan en alrededor de 50.000 locales del país, incluyendo papelerías, joyerías y casas de ventas por correo.

"El marfil es insustituible. Probamos con cuernos de búfalo pero nuestros clientes se mostraron insatisfechos", comentó un portavoz.

Japón adquirió unas 500 toneladas de marfil en bruto al principio de la década del 80, lo cual lo convirtió en el principal comprador de colmillos de elefante.

Las importaciones disminuyeron a 100 toneladas en 1989, porque el número de elefantes de los países productores había empezado a disminuir. Después, se volvió ilegal.

Japón acordó ahora comprar una partida de marfil a Botswana, Namibia y Zimbabwe, países que anunciaron el crecimiento de la población de elefantes. La importación de 59,1 toneladas de marfil de los tres países africanos tiene la bendición del CNUCIEP.

La decisión final se tomará esta semana en una reunión del CNUCIEP en Ginebra. Si se acepta la importación, Japón será el único país del mundo que reanudará la compra de marfil.

"La nueva transacción, si es autorizada, estimulará la demanda e incrementará el peligro de la caza furtiva de los elefantes asiáticos y africanos, cuyo número disminuyó en lugar de haber aumentado", advirtió Kumi Togawa, de la Sociedad de Preservación de la Naturaleza de Japón.

"El apetito insaciable de Japón por el marfil volverá a encenderse si se permite la reanudación de las importaciones", sostuvo.

El elefante africano fue colocado en el Apéndice 1 de CNUCIEP, una lista de animales y productos derivados que no pueden ser comercializados a nivel internacional por haberse concluido que la caza furtiva puso en peligro a dichas especies.

El Fondo Vida Natural del Mundo de Japón afirmó que a pesar del aumento del número de elefantes en Botswana, Namibia y Zimbabwe, la población total de esos anumales en Africa está en franca disminución, al haber caído de 1,34 millones en 1979 a 580.000 en 1995.

Los activistas temen que las importaciones de Japón afecten la población de elefantes asiáticos, cuyo número ya es peligrosamente bajo. El marfil asiático es el preferido de los japoneses.

"La importación de los tres países africanos no alcanza para cubrir el total de la demanda potencial", indicó Togawa.

Los funcionarios del gobierno, sin embargo, se burlaron de esas aprehensiones.

"La decisión de Japón tiene que ver con una posibilidad comercial y no se basa en un argumento emotivo como el de los conservacionistas, que quieren proteger a los elefantes a cualquier costo", retrucó un funcionario de la Agencia de Medio Ambiente que pidió mantenerse anónimo.

Los funcionarios defendieron la decisión y señalaron que en la actualidad se tienen ciertos cuidados para asegurar que los productos de marfil fabricados y vendidos dentro de Japón provienen de fuentes legales.

Entre las medidas para proteger a los elefantes figuran multas de hasta 500.000 yenes (4.800 dólares) para los vendedores que no registren cada producto de marfil que vendan.

La Agencia de Medio Ambiente también prometió trabajar en colaboración con el Ministerio de Industria y Comercio Internacional a fin de desestimular el comercio ilegal mediante una vigilancia rigurosa, incluso revisando a los comerciantes.

"Japón está pronto para recibir marfil porque tiene nuevas leyes muy eficaces", aseguró un funcionario del Estado.

Pero los activistas, entre ellos Togawa, sostuvieron que las autoridades no están preparadas para cumplir con las promesas del gobierno.

No se puede garantizar que los funcionarios de aduana sepan con certeza si el marfil importado proviene de los tres países africanos con los que el gobierno hizo su contrato o de otro lado, indicó Togawa.

Después de todo, los comerciantes se registrarán llenando papeles oficiales y entregando fotografías de todo el marfil o los productos de ese material que hayan importado, dijo Togawa.

Togawa declaró que ya hubo varios casos de contrabando de marfil. El Ministerio de Finanzas, sin embargo, aseguró que sólo se reportaron tres casos de ese tipo el año pasado, sólo uno más que en 1997.

"El contrabando continúa porque la gente quiere comprar marfil. Japón debe proveer un sistema de vigilancia más eficaz", insistió Togawa. (FIN/IPS/tra-en/ap-en/sk/cb/ceb-dg/99

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