El gobierno de centroizquierda de Italia elevó al parlamento un proyecto de ley para reducir las muy duras exigencias impuestas a los extranjeros para obtener la ciudadanía.
El texto prevé disminuir a la mitad (de diez a cinco años) el tiempo de residencia mínima exigible a los extranjeros para postular a la documentación.
Los niños nacidos en Italia de parejas en que uno de sus miembros sea ciudadano natural o residente con más de cinco años de antigüedad en el país podrán obtener su nacionalidad desde el primer año de la escuela elemental, y no esperar, como ahora, a cumplir la mayoría de edad (18 años).
Unos 125.000 niños estarían actualmente en esa situación.
Las ministras del Interior, Rosa Russo Jervolino, y de la Solidaridad Social, Livia Turco, señalaron este martes que en la actualidad es prácticamente imposible obtener la ciudadanía para un extranjero.
A los diez años de residencia exigidos se agregan trámites que duran al menos dos años y sólo una minoría obtiene satisfacción a su demanda, observaron.
La discusión parlamentaria sobre el proyecto de ley "será durísima", admitieron ambas.
El líder de la xenófoba Liga Norte, Umberto Bossi, lanzó recientemente una iniciativa para convocar a referéndum sobre la permanencia de los extranjeros en Italia y anunció que en un solo día recogió 100.000 firmas en favor de su expulsión del territorio nacional.
"Estamos en democracia, Bossi tiene derecho a recoger firmas para una expulsión masiva de los inmigrantes. Sólo espero que los italianos no lo respalden", dijo Jervolino.
Cerca de 40 por ciento de las peticiones de ciudadanía formuladas actualmente son rechazadas.
Entre 30.000 y 40.000 extranjeros se nacionalizan cada año en promedio en cada uno de los 15 países de la Unión Europea (UE).
Italia está en los niveles más bajos. En 1996 apenas 6.900 de los 11.000 inmigrantes que solicitaron ciudadanía la obtuvieron.
La ley vigente, adoptada en 1992, trata a la inmigración como un "fenómeno transitorio y marginal", cuando en realidad es ya un componente del país, afirmó Turco.
"Si las cosas no cambian, permaneceremos étnicamente puros pero seremos cada vez menos y cada vez más viejos", observó el ex ministro de la Inmigración Claudio Martelli.
En caso de que el proyecto de ley destinado a facilitar la nacionalización de los extranjeros sea rechazado, "en el 2035 el número de italianos se reducirá en 17 millones, pasando de 57 a 40 millones", pronosticó.
Fidel Mbanga Bauna, único conductor negro de la cadena de radio y televisión estatal RAI, poseedor de la ciudadanía italiana, se distinguió al advertir sobre los riesgos que presenta la iniciativa del gobierno.
"Atención con no convertir a Italia en el único país de Europa en que puedan ingresar todos los inmigrantes", advirtió.
"Una medida de este tipo debe ser tomada a nivel de la Unión Europea, fijando por ejemplo cuotas de ingresos de extranjeros. De otra manera se corre el riesgo de transformar en un bumerán una justa política", afirmó.
"Cada concesión excesiva que se haga puede repercutir sobre nosotros los inmigrantes, aumentando las reacciones xenóbobas y de intolerancia", agregó el periodista, originario de Congo,
En su último informe sobre la inmigración en Italia, presentado este martes, la organización católica Caritas señala que residen legalmente en el país 1.250.214 extranjeros, 86,3 por ciento de los cuales provienen de países ajenos a la UE.
Caritas sitúa los indocumentados en 300.000, pero otras fuentes los elevan a 800.000.
De cada diez extranjeros que viven regularmente en Italia, cuatro provienen de Europa, principalmente de los países ex socialistas del este y el centro del continente, tres de Africa, dos de Asia y uno de América. (FIN/IPS/jp/dg/pr/99