Etiopía abrió un nuevo frente hoy en la guerra contra Eritrea, y ambos países del Cuerno de Africa se acusaron mutuamente de haber extendido el conflicto a Tsorona, la pequeña localidad eritrea que controla el acceso a la estratégica ciudad de Dekamhare, próxima a Asmara.
Los combates en la disputada frontera de 1.000 kilómetros entre los dos países se reanudaron el viernes, cuando Etiopía, con una población estimada de 55 millones de habitantes, acusó a Eritrea de bombardear la localidad septentrional de Adigrat y de herir a siete civiles, incluso a una mujer y a un niño.
Eritrea, que negó la acusación, replicó que Etiopía planeaba una guerra total. El sábado, ambos países se acusaron mutuamente de declarar la guerra.
Los combates obligaron a la estatal Aerolíneas Etíopes a transferir la mayor parte de sus actividades de Adis Abeba a Nairobi, como medida de precaución por la situación de seguridad imperante en el norte de Etiopía, según la aerolínea.
La prensa informó que unidades de los ejércitos etíope y eritreo seguían enfrentándoese este lunes a lo largo del disputado frente de Badme y de Tsorona. Badme ha sido fuente de disputas entre los dos vecinos desde mayo.
Un portavoz de la embajada eritrea en Nairobi dijo a IPS este lunes que "cientos de personas, en su mayoría civiles", perdieron sus vidas cuando los combates se desataron en junio en Badme.
"Etiopía le ha dicho al mundo en los últimos seis meses que se está preparando para la guerra. Es un secreto a voces, pero estamos preparados y nos vamos a defender", dijo
El diplomático no descarta que Etiopía bombardee la capital de Eritrea. El que Aerolíneas Etíopes haya trasladado sus aviones a Kenia "comprueba que Etiopía pretende atacar a Asmara", sostuvo.
El gobierno etíope declaró este lunes que las fuerzas etíopes, utilizando artillería pesada, demolieron una estación de radar eritrea próxima a Adi Quala, en la zona en disputa.
Las gestiones de la Organización de la Unidad Africana (OAU), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Estados Unidos para persuadir a los combatientes de resolver sus disputas mediante las negociaciones no tuvieron éxito.
Eritrea, un pequeño estado con cinco millones de habitantes situado junto al mar Rojo reclama una franja poco habitada de unos 400 kilómetros cuadrados de la frontera común con Etiopía.
Asmara asegura que la zona es parte de su territorio, confirmado por la ONU y la OAU, que reconocen las fronteras coloniales de ambos países.
El nacionalismo de Eritrea y Etiopía, fomentado por factores históricos, hizo que recrudecieran los combates entre ambos países africanos la semana pasada, a pesar de los pedidos de mesura de la comunidad internacional, según analistas políticos.
"Hay un elemento de nacionalismo en la guerra actual, y elementos económicos también", comentó Godfrey Muriuki, profesor de historia de la Universidad de Nairobi.
Etiopía y Eritrea, aunque vinculados por la historia, esencialmente eran dos países independientes hasta después de la segunda guerra mundial, cuando el entonces emperador etíope Haile Selassie anexó a la ex colonia italiana como parte de su reino.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que esa "unidad", considerada colonialismo por los eritreos, comenzara a revelar fisuras.
Eritrea, junto a grupos del norte de Etiopía que también se sentían marginados por el poder central, libró una guerra contra Adis Abeba desde 1961 hasta su independencia en 1993. "La decisión de separarse (de Etiopía) no cayó bien en algunos círculos", afirmó Muriuki.
"La división convirtió a Etiopía en un país sin salida al mar. El que sólo Eritrea, también un país pobre, fuera su única salida al mar también generó más tensión", señaló.
"Ambos países son muy pobres y no tienen recursos para gastar en la guerra, pero el nacionalismo no presta atención a la economía", agregó. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/aq/ip/99
