Una coalición integrada por granjeros, consumidores y activistas ambientales demandó hoy al gobierno de Estados Unidos por haber registrado cultivos genéticamente modificados sin mediar una investigación adecuada sobre los impactos ambientales y a la salud que éstos puedan provocar.
Más de 650 organizaciones, incluyendo Greenpeace y la Federación Internacional de Movimientos Agrícolas Orgánicos, presentaron una querella contra la Agencia de Protección Ambiental (APA) por la aprobación de cultivos genéticamente alterados que contienen el insecticida natural conocido como Bt.
La medida coincidió con una reunión que se celebraba en Colombia entre los delegados de 170 países que para negociar un acuerdo sobre los organismos genéticamente modificados (OGMs).
Los grupos activistas del ambiente, la salud pública y la defensa del consumidor expresaron que el potencial impacto de tales organismos no había sido adecuadamente estudiado, y que por tanto, no deberían haber sido introducidos al mercado.
"Los cultivos producto de la ingeniería genética son una amenaza a los granjeros, los consumidores y el ambiente", denunció Charles Margulis, especialista en ingeniería genética de Greenpeace.
"La amenaza a los granjeros y el ambiente es inminente y requiere de una acción inmediata", advirtió.
Un gran porcentaje de los cultivos modificados genéticamente en el mercado contienen el insecticida Bt – una toxina bacteriana natural que fue utilizada durante años en forma de aerosol por los llamados granjeros orgánicos, los agricultores que trabajan la tierra sin utilizar pesticidas industriales.
Una serie de compañías de semillas, incluyendo Novartis, Monsanto y Pioneer Hi-Bred International, declararon que la alteración que se produciría en los cultivos como consecuencia de incluir la polémica toxina, disminuiría la necesidad de pesticidas químicos y por ende beneficiaría al ambiente.
Sin embargo, en vez de sentirse esperanzados por el anuncio, los granjeros orgánicos y varios científicos advirtieron que el uso indiscriminado de Bt en los cultivos biotecnológicos probablemente conduzca a una resistencia en los insectos, privando a los productores orgánicos de una de sus herramientas más importantes.
La APA aprobó el uso de Bt en las patatas en 1995, y desde entonces permitió la utilización del pesticida en el maíz y en el algodón.
Pero hasta el momento la sustancia no había provocado resistencia alguna ya que, bajo la forma de aerosol, la toxina se descompone debido a la acción de la luz solar, sumado al hecho de que no se utilizaba a menudo.
Pero con los cultivos con Bt, los insectos se ven constantemente bombardeados por el agente químico.
"Los productores de cultivos con Bt tendrán probablemente que volver a los insecticidas sintéticos, con lo que los productores orgánicos y los granjeros tradicionales perderán un pesticida biológico irreemplazable y seguro", vaticinó Jane Rissler, científica de la Unión de Científicos Preocupados.
La coalición también advirtió que la APA no había estudiado con el suficiente detenimiento si la toxina Bt podía ser trasladada a otras plantas a través de una polinización cruzada, un proceso conocido como "flujo de genes" o "entrecruzamiento".
Se informó de tales procesos de polinización cruzada en Alemania, Canadá y Estados Unidos.
El impacto de la exposición constante a Bt que sufren los organismos del suelo y otros insectos tampoco fue estudiado, denunció el grupo.
"La APA ha demostrado una total falta de consideración hacia las leyes federales y hacia sus propias disposiciones al aprobar los cultivos Bt sin haber evaluado si son o no seguros desde el punto de vista ambiental", dijo Joseph Mendelson, director legal del Centro de Alimentos Seguros y principal abogado del caso.
"La falta continua de disposiciones que regulen este tipo de tecnologías aún no probadas obliga a acudir a los tribunales en busca de protección", aclaró.
No obstante, un portavoz de la APA expresó que la agencia había probado los cultivos con Bt con el suficiente detenimiento.
"La APA se aseguró de que los productos biotecnológicos que revisamos cumplan estrictamente con todas las disposiciones legales diseñadas para asegurar que son beneficiosos desde el punto de vista ambiental", sostuvo el portavoz David Cohen.
"Creemos que las medidas que hemos adoptado con respecto al agente Bt serán contundentes a la hora de contrarrestar esta acción legal".
No obstante, los productores de alimentos orgánicos se encontraron con problemas respecto de los cultivos que utilizan el compuesto Bt.
Chuck Walker, portavoz de Terra Prima, una compañía que produce alimentos orgánicos en el estado de Wisconsin, informó que la empresa se vio obligada a retirar del mercado una serie de bocadillos de tortillas por valor de miles de dólares que habían sido contaminados con maíz manipulado con ingeniería genética.
El agricultor que proporcionó el maíz a la compañía declaró que no había utilizado el agente Bt en sus cultivos, pero los bocadillos dieron positivo en un examen de rutina llevado a cabo por las autoridades encargadas de certificar los alimentos orgánicos.
Es así que Terra Prima se vio obligada a retirar el producto de las tiendas de siete países de Europa, lo que le costó a la empresa más de 100.000 dólares, e implicó arriesgar su reputación como una compañía de productos alimenticios orgánicos confiables.
"Fuimos la primera compañía de alimentos orgánicos que tuvo que retirar un producto de las góndolas debido a la contaminación a causa de organismos genéticamente manipulados", declaró Walker.
"Pero estoy seguro de que no seremos los últimos. A menos que se retire de circulación el compuesto Bt, pronto contaminará todos los campos del país", predijo.
Varios países de Europa se mostraron especialmente cautos de permitir que se utilice la controvertida toxina en sus cultivos. Gran Bretaña recientemente anunció que esperaría tres años antes de aprobar el uso de Bt.
En diciembre la Suprema Corte de Francia confirmó la suspensión del permiso para utilizar Bt en los cultivos de maíz en el país, al igual que Austria, Luxemburgo y Noruega.
Grecia recientemente votó contra la aprobación de la Unión Europea del maíz cosechado con Bt, basándose en las "reservas que existen acerca de los posibles efectos sobre la salud de la población".
Los granjeros de los países en desarrollo también se opusieron enérgicamente a los cultivos con Bt, ante el temor de los perjuicios que éstos podrían acarrear a sus respectivas fuentes de ingresos.
En India, los agricultores asaltaron una serie de campos en los cuales las autoridades de gobierno y Monsanto realizaban pruebas con Bt en el algodón.
"Por el momento es muy poco lo que sabemos acerca de estas sustancias", argumentó Tewolde Gebre Egziabher, director ambiental en Etiopía e integrante de las negociaciones de Colombia.
"Hasta que no se demuestre lo contrario, partiremos de la base de que son peligrosas", señaló. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/mvf-dg/en/99