Funcionarios de Canadá planean matar a cuatro millones de ánsares nivales, un ave tan característica de este país como la hoja de arce que adorna su bandera, con el fin de proteger el ecosistema de la región subártica norteamericana.
Hasta los años 80, los científicos se regocijaban del modo como se reproducían los ánsares nivales luego de haber estado al borde de la extinción.
Más de siete millones de ánsares nivales viven hoy en América del Norte, y los científicos creen que debe realizarse una matanza selectiva, cuya paradójica finalidad sería evitar que las aves sufran hambre y enfermedades.
Organizaciones conservacionistas se oponen, por considerar que la matanza podría llevar a esta especie de nuevo al borde de la extinción.
Los ánsares nivales, cuyo número disminuyó dramáticamente hace 30 años, se adaptaron a nuevas áreas cuando la región donde pasaban el invierno a lo largo del golfo de México fue destruida por el desarrollo industrial y turístico.
Se trasladaron tierra adentro, a las regiones de cultivo de arroz y trigo del sur del valle del Mississippi, donde se multiplicaron.
Sin embargo, la comida disponible en su habitat del norte es más escasa. Científicos canadienses y estadounidenses afirman que los ánsares están acabando con la vegetación de lento crecimiento de grandes áreas de la tundra ártica.
En las planicies subárticas al oeste de la Bahía de Hudson, las bandadas de ánsares nivales desnudaron el paisaje arrancando plantas de raíz. Los excrementos de los ánsares acidifican el suelo y evitan que germinen nuevas plantas.
Miles de ánsares jóvenes mueren cada verano porque no consiguen suficiente alimento, según estudios científicos que, según las autoridades, justifican la matanza selectiva de los ánsares.
Aunque se permita la caza masiva, puede haber pocas personas que quieran dispararle a tantas aves.
"La gente ya no caza muchos ánsares nivales. El sabor es bueno, pero la carne es negra y la mayoría de los cazadores prefieren otras especies", dijo Lorne Scott, ministro de Ambiente de la provincia de Saskatchewan.
El mismo Scott cree que las enfermedades y los depredadores estabilizarán naturalmente, a la larga, la población de estas aves.
Algunos grupos aborígenes, sin embargo, creen que la matanza masiva de ánsares nivales a manos de cazadores en Estados Unidos y el sur de Canadá podría destruir una tradicional fuente de alimento para los indios al norte del país.
En una carta al gobierno canadiense, el jefe nacional de los indígenas denes, Bill Erasmus, dijo que nadie consultó a su nación al respecto.
Erasmus dijo que los informes que afirman que los ansares nivales están destruyendo los lugares de anidamiento en la región de la bahía de Hudson constituyen una "visión sensacionalista que no fue documentada o investigada adecuadamente".
Los denes son apoyados por ambientalistas y expertos. Vernon Thomas, biólogo de la Universidad de Guelph, en Ontario, que visitó la región de anidamiento del ánsar nival en julio, dijo que no encontró signos de daño irreparable al habitat.
Sin embargo, David Duncan, presidente del Comité del Ansar Nival de Canadá, organización designado por el gobierno que recomendó la cacería, dijo que estima que "un tercio del hábitat está completamente destruido". "Donde solía haber pantanos, ahora sólo queda barro", agregó.
Mientras tanto, otra importante disputa comenzó el mes pasado en Canadá, entre el gobierno de la provincia de Ontario y un poderoso grupo de presión estadounidense a favor de la caza.
Los cazadores estadounidenses y defensores de la propiedad de armas lanzaron en enero una campaña de boicot cuando el gobierno de Ontario, que posee un área virgen del tamaño de Francia, prohibió la caza del oso en primavera porque muchas crías de estos animales quedaban huérfanas.
A los cazadores les gusta la caza en primavera porque los osos son fáciles de cazar apenas concluye la hibernación. Se los caza por su carne y por sus gruesas pieles, apreciadas como alfombras.
Ted Nugent, estrella de rock estadounidense y defensor de la caza y la propiedad de armas, vive en los bosques de Michigan cerca de la frontera con Canadá y apoya el boicot en protesta contra las "payasadas" de Ontario.
Los refugios para la fauna de Ontario, tanto públicos como privados, afirman que no pueden manejar el número de crías de osos que les llevan cada año. Los conservacionistas han presionado al gobierno canadiense durante años para que prohíba la caza del oso en primavera.
Los activistas no lograron que el gobierno socialdemócrata que gobernó Ontario entre 1990 y 1995 prohibiera la caza, y se sorprendieron cuando el actual régimen neoconservador anunció la eliminación de la práctica.
"La prohibición de la temporada de caza del oso en primavera no ayuda a los osos. Simplemente ayuda a la fantasía de un grupo de personas que nos prohibirían vestir prendas de cuero o comer carne", dijo Nugent, que caza con arco y flechas.
El músico dijo haber matado aproximadamente 12 osos en Ontario desde fines de los años 60 y cree que la provincia estaría superpoblada de osos si se detuviera la caza.
Joy Williams, portavoz del gobierno de Ontario, dijo que la caza en primavera fue prohibida porque los crías huérfanas "no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir". "No podemos aceptar que haya ninguna cría de oso huérfana", agregó. (FIN/IPS/tra- en/mb/mk/at/mj/en/99