Los operadores bursátiles de Brasil temen que este viernes se repita el desastre bancario de cuatro semanas atrás, al concluir el mes financiero.
La especulación con la moneda se desata habitualmente el último día hábil de cada mes, cuando vencen los contratos a futuro del dólar y el tipo de cambio de esa jornada define las ganancias y pérdidas de los inversionistas en el mercado, en una danza de miles de millones de dólares.
En la presente ocasión las presiones comenzaron antes, determinado que el real se depreciara aun más frente al dólar.
Este martes, la divisa estadounidense llegó a equivaler a dos reales, lo cual motivó las primeras intervenciones del Banco Central desde que el 15 de enero se adoptó la libre flotación de la moneda.
De todas maneras, parece improbable que esta vez se repita la ola de rumores sobre cierre de bancos y confiscación de activos que sumergió al mercado en el caos el 29 de enero, día en que la cotización del dólar alcanzó el nivel récord de 2,15 reales.
Pero en un desafío a la superstición que identifica al viernes con la mala suerte, los dirigentes gubernamentales hicieron coincidir en ese día varios actos que pueden agravar o atenuar la crisis financiera que azota a Brasil.
La Comisión de Asuntos Económicos del Senado recibirá en la mañana a Arminio Fraga, en el marco de un examen al que son sometidos todos los pretendientes a la presidencia del Banco Central, cuya investidura depende de la aprobación de los senadores.
El Senado es muy dócil y nunca rechazó "recomendaciones" del Poder Ejecutivo, pero se teme cierta vulnerabilidad de Fraga por haber sido brazo derecho del inversionista George Soros, un gigante de la especulación financiera internacional.
Además, el conocido economista estadounidense Paul Krugman difundió sospechas de que Fraga favoreció a negocios de su ex patrón al adelantarle la información sobre su futuro nombramiento a la cabeza del Banco Central brasileño.
Un desliz de Fraga puede afectar su credibilidad y tener graves consecuencias para la moneda brasileña. Por ello su desempeño durante el examen y sus primeras acciones generan fuerte ansiedad en el mercado.
El mismo viernes, pero más tarde, el presidente Fernando Henrique Cardoso se reunirá en Brasilia con los gobernadores estaduales, en un intento por aventar la tensión entre el poder central y los regionales, que en algunos casos degeneró en conflicto abierto.
La mayoría de los estados enfrenta una precaria situación financiera.
Cualquier respuesta del presidente a sus reclamos influirá en la viabilidad del ajuste fiscal acordado con el Fondo Monetario Internacional, considerado indispensable por el gobierno para evitar que la crisis cambiaria degenere en colapso económico.
Los gobernadores estaduales, incluidos muchos de los 20 aliados de Cardoso, pretenden que el Ejecutivo revea medidas adoptadas en los últimos años que les quitaron recursos transferidos al gobierno central, o que adopte cambios en la política económica para reducir las tasas de interés.
Los siete gobernadores de la oposición reclaman una renegociación de los contratos firmados por sus antecesores, que los obligan a destinar mensualmente entre 11 y 15 por ciento de los ingresos estaduales al pago de sus deudas al Tesoro Nacional.
Esa disposición no puede ser cumplida sin suprimir el pago de sueldos a los funcionarios públicos y la alimentación a los presos, afirmó Itamar Franco, gobernador de Minas Gerais.
Franco declaró una moratoria en los pagos de su estado y acusó a Cardoso de querer intervenir en Minas Gerais.
El ex presidente, único gobernador que hasta ahora rechazó la invitación de Cardoso a la reunión de este viernes, exige como condición para un diálogo que el gobierno central libere recursos de Minas Gerais retenidos a causa de la moratoria, y revoque su veto a nuevos créditos internacionales para el estado.
El Partido de los Trabajadores (PT), que gobierna tres estados, es contrario a la participación de sus afiliados en el encuentro.
Cardoso "no se toma en serio la reunión, ya que ni siquiera definió una pauta" para discutir con los gobernadores, opinó Luiz Inacio Lula da Silva, presidente honorario de la organización izquierdista.
En varios estados, incluso algunos bajo gestión oficialista, los funcionarios no cobran susu salarios desde hace cinco meses.
La presión de los gobernadores puede arrancar concesiones a Cardoso que debilitarán la confianza del mercado financiero en el ajuste fiscal decidido por el gobierno y depreciarán aun más al real.
Los viernes son además días de nerviosismo entre los inversionistas y la población en general, porque los gobiernos brasileños siempre se han aprovechado de los fines de semana y los feriados para imponer "paquetes" de medidas destinados a sanear la economía. (FIN/IPS/mo/dg/if/99