Los niños y niñas de la región tabacalera del sur de Brasil sufren frecuentes intoxicaciones por venenos agrícolas, además de ser objeto de trabajo indebido.
Uno de esos casos fue el de Natalia Konflanz, que con sólo un año tocó su chupete en un lugar donde se acumulaba un pesticida y pudo sobrevivir porque sus padres la llevaron de urgencia a una clínica. Ahora, a los 14 años, todavía su vida está en riesgo.
Natalia va a la escuela por las mañanas y cosecha tabaco en las tardes. Dice que no le gusta el trabajo y que prefiere ver televisión.
A veces aduce que tiene pruebas en la escuela para no ir a trabajar, en un intento de hacer lo que más quiere: estudiar para obtener el diploma de profesora.
Su padre, Evaldo Konflanz, de 40 años, cuenta que sufre diabetes, hipertensión, estrés y vértigos, mientras trabaja en el patio de su casa, rodeado de hojas de tabaco.
Viejo poblador del campo de Camaquan, municipio del estado de Río Grande del Sur, creció prácticamente en cuna de tabaco, trabajando en el cultivo de su familia desde la niñez. No se da cuenta que lo más probable es que sufra una contaminación crónica por los agrotóxicos empleados en los cultivos de tabaco.
Evaldo Konflanz tuvo que interrumpir por un tiempo su labor, dos años atrás, a causa de vómitos e indisposición general. Pero no siempre busca ayuda médica.
Como los demás trabajadores del tabaco que sufren los mismos problemas, a veces toma un medicamento contra mareos y siguen trabajando. El médico se va sólo en situaciones críticas.
Síntomas similares aparecieron en el resto de la familia. La esposa de Konflanz presenta puntitas rojas en sus espaldas debido a una alergia al tabaco y vomita cuando se acerca a las hojas verdes. Sin embargo, trabajó en el campo hasta que faltaban pocos días para el nacimiento de su primera hija, Natalia.
La enfermedad de los adultos afecta también a los hijos, porque estos tienen que encargarse de todo el trabajo cuando sus padres quedan incapacitados.
La intoxicación no es el único riesgo a la salud. La postura que adoptan para realizar la cosecha de noviembre a febrero, los movimientos repetitivos y el cansancio, asociados a las altas temperaturas, hacen que estos trabajadores sean más vulnerables a las enfermedades.
La exposición permanente a los agrotxicos puede provocar daños mentales y problemas neurológicos, como depresión, temblores y pérdida de reflejos, según un informe divulgado en 1998 por la Oficina Regional del Ministerio de Trabajo sobre niños y adolescentes en las plantaciones tabacaleras.
"Hay indicios de que el número de personas afectadas de cáncer aumentó, así como el nacimiento de bebés sin cerebro", señala el documento, que advierte además que la contaminación del suelo podría afectar las generaciones futuras.
De los 64.690 casos de intoxicación registrados en 1996 en Brasil, 26,7 por ciento ocurrieron en los estados sureños.
En Río Grande del Sur, que concentra la producción tabacalera del país, hubo 10.285 personas afectadas por los agrotóxicos, pero se estima que las cifras puedan ser mayores, si todos los casos fueran notificados.
La aplicación incorrecta de los pesticidas, sin equipos de protección ni conocimiento técnico, aumenta las intoxicaciones de los trabajadores.
De 1.298 estudiantes entrevistados por la Oficina Regional del Trabajo en cinco municipios tabacaleros, 120 dijeron participar en la aplicación de productos químicos, pese a que la legislación brasileña prohíbe que esta actividad se ejercida por niños y adolescentes.
Dieciocho de esos trabajadores menores de edad fueron hospitalizados debido al contacto con agrotóxicos, seis de ellos tenía menos de 12 años.
"Es común que esos casos sean tratados en el hogar con antialérgicos, medicamentos caseros y reposo", indicó Claudio Carvalho Menezes, inspector de la Oficina Regional del Trabajo.
El estudio hecho por Menezes y la socióloga Eridan Moreira Magalhaes se destina a la planificación de acciones de combate al trabajo infantil en situaciones de riesgo en las plantaciones de tabaco, informó el representante local del Ministerio del Trabajo, Mauro Moura de Azevedo.
Dolor en las espaldas es la queja mas frecuente de los jóvenes. Eso se debe la repetición del movimiento de inclinarse para recoger las hojas de tabaco y transportarlas, forzando columnas vertebrales aún en formación.
Dolor de cabeza y vértigos aparecen en segundo y tercer lugar y son atribuidos a la larga exposición al sol o al fuerte olor de los agrotóxicos. Irritaciones en la piel, dificultades de aprendizaje e insomnio son otros problemas informados por los niños y niñas de la zona. (FIN/IPS/cg/dm/he hd/99