/BOLETIN-INTEGRACION/ COMERCIO: Crisis en Brasil acentuará caída de precios agrícolas

La devaluación del real tendrá un tremendo impacto en las exportaciones de productos agrícolas del mundo en desarrollo, según el Banco Mundial, pues Brasil es el mayor exportador mundial de café, azúcar, soja y jugo de naranja, y uno de los principales de carne bovina, porcina y de pollo.

Las crisis financieras que se sucedieron en Asia y Rusia desde julio de 1997 provocaron la caída de los precios de las materias primas, principalmente por la reducción de la demanda, ya que se trata de regiones más importadoras que exportadoras de alimentos.

En el caso de Brasil, el efecto es potencialmente más desastroso, porque se trata de un gran competidor en numerosos productos cuya exportación es vital para muchos países en desarrollo y también un importante importador de trigo, algodón, arroz, maíz y frijoles.

Además, importa gran cantidad de productos lácteos y carne vacuna de Argentina y Uruguay, y tiene peso como exportador de carne de pollo, vacuna y porcina como para afectar los precios en varios continentes.

Como mayor productor y exportador, Brasil es determinante para los precios del azúcar y del café, de primera importancia para economías centroamericanas, caribeñas y africanas, además de algunas sudamericanas y asiáticas, como Colombia e Indonesia.

Los precios de ambos productos ya empezaron a caer, como consecuencia de la devaluación del real desde el 13 de enero, que ya acumula 48 por ciento hasta ahora y los más optimistas creen que se limitará a 25 por ciento dentro de algunos meses.

El deterioro de los precios cafeteros será probablemente menos catastrófico a causa de la oferta regulada por la Asociación de Países Productores de Café, de la que forman parte los grandes exportadores, y por la escasez del producto en Brasil.

La participación brasileña en el comercio internacional de café aumentó de 21 por ciento en 1997 a 23 por ciento el año pasado, impulsada por la gran cosecha de 35 millones de sacos de 60 kilogramos, después de tres años de baja producción provocada por heladas.

Pero este año la cosecha vuelve a ser insuficiente para recuperar mercados perdidos, según Esteve Jorge, presidente de la Asociación Brasileña de Exportadores de Café, que reclama mayor liberación de las existencias en manos del gobierno para suplir las necesidades de consumo interno y las exportaciones.

En el caso del azúcar, Brasil tiene grandes excedentes que amenazan reducir más aún los precios, que se ubican en uno de los niveles más bajos de la dcada, y puede ampliarlos con la caña disponible, mayoritariamente destinada a la producción de alcohol carburante.

Los demás productos afectan a competidores menos numerosos. La soja brasileña más barata ya perjudica a las exportaciones argentinas, mientras el tabaco preocupa especialmente a Zimbabwe, otro gran exportador, y los productores para consumo interno de Estados Unidos.

La situación de Brasil ejerce presión sobre los precios, tanto por exportar más barato como por exigir descuentos en las importaciones, más caras en reales, además de reducir la demanda ante la esperada recesión este año, con un producto nacional que caerá más de tres por ciento, según las previsiones.

Por otra parte, Brasil será un exportador agresivo, ante la necesidad de obtener superavit comercial tras cuatro años de saldo negativo, para equilibrar sus cuentas externas, lo que atemoriza a sus socios en el Mercosur: Argentina, Paraguay y Uruguay.

Argentina, que acumuló un saldo favorable de unos 5.200 millones de dólares en el comercio con Brasil desde 1995, será la más perjudicada en la nueva situación, admitió Antonio Ernesto de Salvo, presidente de la Confederación Nacional de Agricultura.

Los precios agrícolas y minerales empezaron a caer antes de las crisis asiáticas, tras fuertes alzas en la primera mitad de esta década, según un informe del Banco Mundial sobre el mercado mundial de materias primas.

El precio de los alimentos ya había bajado 12,7 por ciento, desde su apogeo en abril de 1996 a julio de 1997, cuando empezaron las turbulencias en Asia.

El estudio atribuye la caída a los avances tecnológicos, mayor productividad y oferta, estimulados por los buenos precios anteriores. Por eso el Banco Mundial previó que esas pérdidas difícilmente serán recuperadas.

Las crisis financieras sólo agravaron esa tendencia. Aún no se pueden medir los efectos de la devaluación brasileña, cuya intensidad sigue indefinida, pero serán muy vastos por involucrar a muchos productos que interesan sobre todo a los países pobres y en desarrollo. (FIN/IPS/mo/ag/if/99

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