El uso indebido de estimulantes para aumentar el rendimiento en el trabajo y el estudio o prolongar fiestas juveniles está en expansión en América Latina, advirtió la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
La entidad, dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), presentó el martes en Viena, Santiago de Chile y otras 29 ciudades del mundo su informe de 1998 sobre uso indebido de 243 sustancias definidas como drogas o insumos para su elaboración.
En América Latina y el Caribe se registraron dispares avances en el combate contra el narcotráfico y el lavado de dinero, mientras la falta de control médico posibilitó abusos en el consumo de fármacos de efecto sicotrópico, de acuerdo con el informe.
Al igual que en Estados Unidos y Canadá, en los países latinoamericanos crece la demanda de productos farmaceúticos estimulantes, mientras que en Europa la tendencia es a un mayor consumo de depresores para reducir el estrés.
El médico Alfredo Pemjean, funcionario de la JIFE y del Ministerio de Salud de Chile, estuvo a cargo de la presentación del informe en Santiago, que se realizó en la sede de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal).
Reinaldo Bajraj, secretario ejecutivo adjunto de Cepal, recalcó que para esta agencia de la ONU el problema de las drogas está vinculado con las preocupaciones por el proceso de desarrollo, por su incidencia política, económica y social.
Entre las 243 sustancias sujetas a fiscalización internacional a través de la JIFE están los estupefacientes, que incluyen el opio, la morfina, la heroína y otros derivados de la planta conocida como adormidera (una especie de amapola).
La hoja de coca y los compuestos que se elaboran con ella, como la cocaína, el clorhidrato, la pasta base y el crack, son así mismo estupefacientes, al igual que la planta de cannabis o cáñamo, que origina, entre otras drogas, la marihuana y el hachís.
El otro gran grupo es el de 105 sustancias sicotrópicas, contenidas en fármacos que tienen efectos alucinógenos, estimulantes, depresivos, sedantes, hipnóticos, tranquilizantes y analgésicos y cuyo uso bajo prescripción médica está permitido.
El inventario se completa con otros productos industriales, como los inhalantes, y con los precursores, que en sí no son drogas pero que se emplean para fabricar cocaína y otros estupefaciantes, como el kerosene y la acetona.
La JIFE, establecida en 1968, tiene entre sus misiones la de centralizar los informes sobre la fabricación y comercio de sicotrópicos y precursores que entregan los gobiernos, según convenciones internacionales de 1961, 1971 y 1988.
La junta, en cooperación con otros organismos como el Programa de la ONU para la Fiscalización Internacional de Drogas y la Organización Mundial de la Salud, actúa también en iniciativas para combatir el narcotráfico.
Pemjean indicó que los nuevos desafíos de América Latina en materia de drogas radican en el control médico para frenar el uso de estimulantes anfetamínicos y profundizar el combate contra el lavado de dinero para protegerse de la corrupción que esta actividad genera.
El informe de la JIFE indicó que la cantidad de cannabis incautada en América Central y el Caribe aumentó considerablemente en los últimos cinco años, pero aún hay un tráfico importante hacia Canadá y Estados Unidos.
También aumentaron los decomisos cocaína, mientras el crack, derivado de la coca, pasó a ser la droga de más consumo en América Central detrás de la marihuana, en especial entre los sectores más pobres.
En Colombia, México y Guatemala están los principales centros de elaboración de heroína que se envía a los Estados Unidos, país en que aumentan los consumidores de metanfetamina (estimulante cristalizado bautizado como "hielo") que también llega desde México.
El proceso de erradicación de cultivos de coca avanzó en Bolivia y Perú, según el informe, pero continúa la fabricación y el tráfico ilícito de cocíana, con Colombia como mayor productor mundial.
La JIFE destacó las campañas contra los narcotraficantes y la corrupción asociada a la droga en Brasil, así como los cambios legales en Colombia que permiten extraditar a narcotraficantes por delitos posteriores a diciembre de 1997.
Varios países de América del Sur notificaron en los últimos años consumo de heroína, droga virtualmente desconocida en esa región hace una década, en tanto aumenta el uso del crack, principalmente en Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
El informe señaló también un incremento del consumo de éxtasis, un estimulante de tipo anfetamínico, en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
Pemjean indicó que el éxtasis es utilizado sobre todo por jóvenes en fiestas "maratónicas", lo cual es una de las expesiones del empleo de estimulantes en América Latina para aumentar rendimientos en actividades físicas e intelectuales.
Este fenómeno no cobra aún en la región la gravedad que tiene en los Estados Unidos, donde se consumen 330 millones de dosis diarias de estimulantes.
En Estados Unidos, señaló el informe, estas drogas "se administran a los niños para mejorar su rendimiento escolar o ayudarles a cumplir las exigencias de la vida académica".
"También las toman adultos que desean conseguir una determinada imagen corporal, aumentar su destreza atlética, sus aptitudes sociales, o intensificar su capacidad sexual", advirtió. (FIN/IPS/ggr/mj/ip he/99