El conflicto fronterizo entre Etiopía y Eritrea, que estalló hace nueve meses, afectó a decenas de miles de civiles, entre ellos 38 estudiantes eritreos que fueron tomados como "rehenes" y liberados esta semana.
Amnistía Internacional recibió "con prudente satisfacción" la inesperada liberación "por motivos humanitarios" de los estudiantes secuestrados en el campamento de Bilattein, al sudeste de Etiopía.
"La liberación de los 38 estudiantes es un primer paso positivo en respuesta a los pedidos por 1.200 personas de origen eritreos que actualmente están retenidas en el campamento Bilattein sin que se hayan presentado cargos y sin que vayan a ser juzgados", declaró Amnistía Internacional.
"Etiopía debería intensificar ahora su actitud humanitaria y liberar a los detenidos que no puedan ser acusados de inmediato de alguna ofensa criminal reconocible", agregó la organización.
Los 38 estudiantes fueron arrestados durante una visita de intercambio a Etiopía en junio del año pasado, luego de haber estallado el conflicto fronterizo.
Fueron detenidos, igual que otros civiles del campamento de Bilattein, por haber recibido entrenamiento militar en Eritrea, lo cual es un requisito nacional, o por haber integrado la guerrilla de ese país. Los estudiantes fueron liberados el lunes pasado.
Más de 1.000 personas de entre 14 y 70 años están detenidas en Bilattein sin haber sido acusadas de ningún crimen.
Hasta el momento murieron al menos cuatro civiles y un prisionero de guerra en Bilattein, debido a complicaciones de salud originadas por las duras condiciones de vida en el campamento, según Amnistía Internacional.
Etiopía y Eritrea tienen prisoneros de guerra capturados durante la batalla librada entre mayo y junio de 1998 y en las últimas luchas, además de los prisioneros civiles que tiene Etiopía.
Etiopía permitió a la Cruz Roja acceder tanto a los detenidos civiles como a los prisioneros de guerra. Amnistía Internacional manifestó su preocupación porque Eritrea no hizo ningún juicio, por lo que reclamó al gobierno acceso a sus prisioneros de guerra y la ratificación de las Convenciones de Ginebra.
La organización anunció que instó a ambas partes del conflicto a respetar los principios de la Convención de Ginebra, en especial el Protocolo Adicional 1, relativo a la protección de las víctimas de conflictos armados internacionales, obligatoria para todos los países.
El conflicto en la frontera entre Etiopía y Eritrea estalló en mayo de 1998 con una lucha terrestre, y a continuación, ambos países realizaron ataques aéreos.
La mediación de la Organización de la Unión Africana, las Naciones Unidas, Estados Unidos y otros gobiernos impidieron, durante siete meses, que se reanudara el conflicto. En ese período, ambas partes volvieron a proveerse de armas y movilizaron fuerzas colectivas en la frontera.
Hubo algunos tiroteos en la frontera en ese período. Pero la lucha intensa se reanudó el 6 de febrero.
Los eritreos y sus antiguos aliados de la etnia tigrigna del norte de Etiopía, que ahora es mayoría en el gobierno del país, lucharon juntos 30 años para derrocar a los amhara, lo cual allanó el camino a la independencia de Eritrea en 1993.
La población de 57 millones de habitantes de Etiopía representa 14 veces la de Eritrea.
Amnistía Internacional anunció que no adoptará ninguna posición en torno al conflicto armado o las causas subyacentes, pero pidió, en repetidas ocasiones, que ambos países respeten la Convención de Ginebra.
Cálculos extraoficiales indicaron que 40.000 personas de Eritrea fueron deportadas de Etiopía desde que estalló el conflicto fronterizo, hace nueve meses. (FIN/IPS/tra- en/mn/ceb/mj/ip hd/99