La comunidad negra de Uruguay convocó esta semana sus tradiciones religiosas y culturales en las denominadas "Llamadas del barrio Sur y Palermo" de esta capital, manifestación festiva de fuerte contenido libertario que la identifica en América.
Los descendientes de los africanos traídos a la fuerza a las costas del Río de la Plata renovaron en la noche del viernes el rito heredado de los tiempos de la colonia, cuando a los esclavos sólo se les permitía expresar públicamente sus culturas ancestrales en la celebración de Corpus Christie.
La comunidad negra constituye 5,9 por ciento de los 3,1 millones de uruguayos, según el censo de 1996-97.
El candombe, nacido en Montevideo de la fusión de ritmos originarios de las etnias africanas, es el estandarte musical que moviliza hoy a negros y blancos, en un símbolo de integración racial que reconoce sus antecedentes en la creación de las "comparsas" a mediados del siglo pasado.
Las comparsas nacen de jóvenes estudiantes blancos que se pintaban la cara para parecer negros e imitaban las costumbres de éstos para participar de los festejos de carnaval, según el historiador Néstor Silva, director cultural de la organización Mundo Afro.
Estos grupos se denominaron "lubolos", tomando el nombre de una de las etnias africanas, y fueron la puerta de entrada de la colectividad negra en los tradicionales festejos de carnaval, años después de que se aboliera la esclavitud en Uruguay.
Hasta ese momento la comunidad negra no participaba del carnaval y sus desfiles se desarrollaban cada 6 de enero, celebración de San Baltasar, y en todos aquellos momentos en que los esclavos se las ingeniaban para manifestar sus rebeldías.
Las agrupaciones de lubolos partieron de la formación de las estudiantinas españolas, cuya puesta en escena y algunas de sus vestimentas perduraron hasta hoy, como las medias negras, el bombachín y la torera, algunas de las cuales servían para disimular que eran blancos.
Silva señaló que la expresión en Uruguay y Argentina se fue diferenciando a través de los años con las que se desarrollaron en otras partes de América, especialmente en el Caribe.
El investigador Julio Olivera, por su parte, destaca que el candombe surgió entre los esclavos negros como forma de mantener contacto con sus raíces africanas y se convirtió poco a poco en un elemento liberador.
Esta expresión musical, una de las pocas originadas en Uruguay, "sobrevive en la rica trama rítmica de tres o cuatro tambores, denominados chico, repique, piano y bombo, que pueden repetirse hasta formar baterías de decenas en las comparsas que desfilan en las Llamadas", indica Olivera.
La reunión de gente tocando los tamboriles en Uruguay ocurre en cualquier momento del año, además de la cita de carnaval, a veces asociado con algún festejo popular, como conquistas futbolísticas, celebración de la independencia o en Navidad y Fin de Año.
Las Llamadas, "cumbre del Candombe", según Olivera, es un desfile de agrupaciones de 50 a 100 personas, la mayoría de los cuales tocan los tambores, a los que se agrega un cuerpo de baile, una "vedette" y varios personajes que rememoran a reyes, médicos y ancianos de las naciones africanas originarias.
El nombre de Llamadas, según los investigadores, surge de la convocatoria que se hacía a las distintas entidades religiosas y los distintos toques de tambor respondían a las mismas, aunque esto se ha modificado al cabo del tiempo, en la medida que la fiesta perdió su perfil más netamente religioso.
La tradición popular, que otros historiadores avalan, señala sin embargo que el nombre proviene del llamado que se realizaba al rito del tambor, algo así como un "tam-tam" ciudadano, para convocar a la comunidad a manifestar alguna protesta o insitar a la rebelión contra los esclavistas.
Un determinado componente colgaba su tambor en bandolera y así iba reclutando de casa en casa a la mayoría de sus compañeros, "tal como hoy tocamos a la puerta o el timbre para comunicarnos con quien deseamos", dice Olivera.
Las Llamadas de cada primer viernes de febrero fue institucinonalizada por las autoridades comunales de Montevideo en 1956, pero nunca perdieron su raíz contestataria.
Durante la dictadura militar (1973-1985) las Llamadas fueron un lugar de protesta popular muy destacado, que generó fuertes represiones, especialmente a comienzos de los años 80.
Los historiadores señalan que las comparsas de negros que participaban de las Llamadas en el siglo pasado y comienzos del actual contaban hasta con 300 componentes, la mayoría se desplazaban a pie y los de más jerarquía lo hacían a caballo.
Los símbolos infaltables en estas agrupaciones, aunque trastocados en su significación, aún siguen teniendo alguna coincidencia. El más importante de ellos es el estandarte, y su portador debía reunir una serie de condiciones para merecer la distinción.
Las estrellas y medialunas expresan el respeto que los antepasados africanos tenían a la naturaleza. El dominó o capa deriva de los atuendos usados por los reyes africanos.
La "vedette" es el único personaje foráneo en las comparsas uruguayas. "Nacido en París y heredado luego por Cuba, es trasplantado a Uruguay, para convertirse a partir de los años 40 en el personaje primordial de la comparsa lubola montevideana", asegura Olivera. (FIN/IPS/dm/ag-mj/cr/99