Los tiempos duros empujan a los surcoreanos a la búsqueda de un respiro en las salas de cine, y la industria cinematográfica aprovecha para proporcionar así a la afligida economía local una muy necesaria dosis de adrenalina.
Cada vez más espectadores hacen fila para ver el filme "Museo de arte en el zoológico", una romántica historia de amor teñida de comedia al estilo de la épica película animada estadounidense "El príncipe de Egipto", del estudio Dreamworks.
La estrella local Lee Jung-Jae está radiante porque su película "Ciudad del sol naciente", sobre la historia de dos marginados de la sociedad, fue realizada con un presupuesto muy bajo, pero está atrayendo más espectadores que la estadounidense "Meet Joe Black", en la que actúa Brad Pitt.
Esas dos películas surcoreanas integran un conjunto de ocho notables éxitos de taquilla estrenados el año pasado. Cinco de ellos fueron dirigidos por cineastas jóvenes, que no solo descollaron comercialmente sino que también fueron elogiados por sus frescos estilos experimentales y sus argumentos originales.
Para estos directores, el amor no debe ser presentado en el cine como un asunto serio (según ocurre a menudo en los estereotipados melodramas fílmicos surcoreanos), sino como algo cómico y fresco, complicado por vaivenes imprevistos.
Así sucede en "Museo de arte en el zoológico", y en otros filmes muy exitosos como "Carta" y "Promesa".
El resurgimiento de la industria cinematográfica local, en medio de un durísimo clima económico, es una llamativa paradoja. Hace apenas un año, los cineastas surcoreanos temieron que producciones de Hollywood, como "Godzilla", aplastaran a sus películas.
Su miedo era comprensible, luego de que la crisis llevó a los "chaebol" (grandes conglomerados de empresas) a desvincularse del negocio cinematográfico.
También existió preocupación ante la posibilidad de que las películas locales fueran desplazadas por la entrada en el mercado de producciones japonesas que comenzaron a exhibirse en diciembre de 1998 a raíz de un acuerdo comercial.
Muchos analistas previeron que los filmes realizados en Japón concentrarían al menos diez por ciento del mercado local, pero el primero que se exhibió ("Hana-bi", acerca de un policía solitario), atrajo un número de espectadores muy inferior al esperado.
No obstante, los críticos alegaron que "Hana-bi" no era la mejor muestra para medir la reacción del público, ya que no se trataba de una producción sufientemente comercial.
La industria cinematográfica local cayó en 1998 a su nivel más bajo de producción en décadas, con sólo 39 películas, y se pronosticó que declinaría aun más este año.
Sin embargo, los ocho grandes éxitos de taquilla de 1998 marcaron un récord, logrando convocar entre 300.000 y 800.000 espectadores.
En 1997 se habían estrenado 16 superproducciones de Hollywood, y en 1998 se exhibieron sólo 11. Nadie espera que las películas estadounidenses desaparezcan del escenario, pero ya no se piensa que los productores locales estén condenados a ser perdedores.
Los jovenes cineastas se animan ahora a realizar películas originales, y los fanáticos del cine han recibido esos destellos experimentales con gran entusiasmo.
Hubo un mensaje social en "Yogo-Goedam", la historia de un espíritu que eriza el pelo y deambula en un colegio de niñas, que atrajo el verano pasado más espectadores que "Godzilla".
"Spring in my Hometown" (Primavera en mi ciudad), de Lee Kwang-mo, es considerado un debut cinematográfico sin precedentes en Corea del Sur. El filme ha concursado en más de 50 festivales y fue el más premiado fuera del país.
El éxito de los jóvenes realizadores se debe a su comprensión y habilidad para adaptarse a los diversos gustos y preferencias de las audiencias juveniles, opinó el crítico Yang Yun-mo.
"La mayoria de los jóvenes cineastas aprendieron el oficio fuera del sistema tradicional de los estudios, de modo que están libres de estereotipos y estilos", explicó.
Algunos realizadores surcoreanos lograron, incluso, ingresar en el mercado internacional.
"Yonggari", un filme de dinosaurios abucheado por los surcoreanos que hundió a su director en el descrédito fuera del país, es ahora una máquina de hacer dinero, pues obtuvo en mayo 2,42 millones de dolares de los distribuidores que asistieron al Festival de Cannes.
La película, que será lanzada en julio en el exterior, ya fue vendida a Alemania, India y China.
Según la Corporacion Cinematografica Surcoreana, la exportación de 33 filmes el año pasado totalizó 2,85 millones de dólares, en comparación con el año anterior en que se vendieron 29 películas por 632.000 dólares.
Mientras, los cineastas surcoreanos dijeron que habían aprendido una lección porque cesaron de depender de los fondos de las "chaebol" para producir películas de calidad.
Después de todo, las "chaebol" siempre consideraron la realización de películas como un negocio y no como una manifestación artística. Cuando tuvieron dificultades financieras, se retiraron.
"Estan pretendiendo cosechar sin haber plantado la semilla", sentenció Kwak Chong-Hwan, dueño del Teatro Seúl.
El empresario tiene la intención de conformar una cadena nacional de 60 salas que proyecten películas coreanas con 30 por ciento de descuento los días laborables para competir con los complejos cinematográficos financiados con dinero y que abarcan todo el país.
Mientras, cineastas y actores están creando una compañía productora.
Mun Song-keun, un actor que lidera las gestiones para evitar que Seúl capitule frente a las presiones estadounidenses y anule la cuota de exhibición de de filmes surcoreanos, ha establecido la compañía UniKorea Culture and Art Investment, la cual financiará y promoverá películas nacionales.
Con fondos por 2,32 millones de dolares, UniKorea respaldará la produccion de ocho filmes por año.
"Hasta ahora, los realizadores dependíamos de los grandes negocios para financiar nuestras películas, lo cual tenía como consecuencia una inundación de filmes comerciales. Ahora nos ayudaremos mutuamente para hacer filmes de calidad", dijo Mun. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/ego/mp-mj/cr/99
