Casi 45 millones de trabajadores reclaman participar en las deliberaciones sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). De lo contrario, el proceso de integración tendrá la oposición frontal de los sindicatos, afirmó en esta capital un destacado dirigente regional.
Uno de los principales objetivos de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) es lograr que la voz de los trabajadores sea escuchada durante el proceso de formación del ALCA, "pese a la oposición de varias naciones", dijo en entrevista con IPS su secretario general, Luis Anderson.
El dirigente sindical regional analizó la situación en Montevideo con delegados de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, que nuclea a los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), Bolivia y Chile.
Todas las centrales sindicales de América Latina y el Caribe, además de los principales sindicatos de Estados Unidos y Canadá, tienen vínculos directos con la ORIT.
La ORIT ha participado desde 1995 en ese proceso de integración "tratando de abrir la puerta del ALCA al movimiento sindical y a la sociedad civil, y sólo ha logrado que se abriera un poquito", dijo Anderson, de nacionalidad venezolana.
Tras casi cuatro años de "presiones ante los gobiernos" se creó el Comité Gubernamental para las Relaciones con la Sociedad Civil, "que para nosotros no tiene ningún contenido ni sirve para nada", porque "no es más que un buzón donde se dejan sugerencias sin derecho a obtener respuesta", aseguró.
Advirtió que la creación de ese "buzón" tiene el riesgo, por ejemplo, de que un grupo de organizaciones no gubernamentales muy poco representativas decidan usarlo, dándole vigencia y validez al proceso, y "entonces no habrá interacción entre las partes".
El dirigente sindical calificó al proceso de integración de "fallido, antidemocrático y excluyente", por lo que seguirán luchando, hasta lograr una auténtica participación de la sociedad civil y del movimiento sindical.
La participación de los trabajadores y de la sociedad civil es clave porque "no hay manera de que la producción de todos nuestros países se oriente a una dimensión hemisférica sin que se efecte seriamente el mercado laboral", arguyó.
Esta aspiración es "rechazada por un grupo de gobiernos que son los que se espantan al escuchar las pretensiones de los trabajadores", pero "no se dan cuenta que la ausencia de los trabajadores amenaza el éxito del proceso", dijo.
Como los principales opositores a la participación de los trabajadores mencionó a México, Colombia, Costa Rica y Perú, que sostienen que se trata de un proceso comercial en el que sólo deben intervenir los gobiernos y los empresarios.
Esta oposición, aún cuando es minoritaria, no permite suponer que la situación pueda revertirse, debido a que las decisiones durante la negociación del ALCA se toman por consenso.
Pese a la firme oposicion de algunos gobiernos y al fuerte interés de los trabajadores en tener mayor participación, éstos no han considerado aún medidas de lucha para lograr su objetivo.
"Seguiremos presionando, sí, pero también debemos ser muy pacientes. No debemos entrar en provocaciones que nos puedan llevar a tomar acciones que pueden no ser positivas", dijo Anderson.
Como un ejemplo de provocación mencionó la actitud asumida durante una reunión ministerial en la ciudad colombiana de Cartagena, en marzo de 1996, por el ministro de Comercio Exterior del país anfitrión.
El ministro recibió a una delegación de la ORIT que le entregó un documento el cual se comprometió a trasladar a la reunión.
Pero "el ministro no sólo no introdujo el documento en la reunión, sino que además tuvo una de las intervenciones más duras contra la participación de otras fuerzas que no fueran los gobiernos y los empresarios", afirmó el dirigente sindical.
Sin embargo, el entrevistado dijo que se han registro algunos aspectos positivos para el interés de los trabajadores y en tal sentido mencionó la cumbre presidencial de abril de 1998 en Santiago de Chile.
Al mismo tiempo que se creó el Comité Gubernamental para las Relaciones con la Sociedad Civil, se instrumentó un plan de acción por parte de los presidentes, que reconocieron la importancia de los derechos laborales y los principios básicos de los trabajadores.
"Algunos pueden pensar que es sólo una declaración de principios, pero en contra de nuestra cultura latinoamericana y caribeña, tenemos que entender que las cosas son partes de un proceso", dijo Anderson.
"Tras la declaración, los gobiernos deberán velar por derechos fundamentales de los trabajadores, como el principio de la negociación colectiva, que se está perdiendo, el combate del trabajo infantil y el trabajo esclavo", añadió.
El futuro del ALCA, con la intervención de la sociedad civil, será importante, de lo contrario se encontrará con "una oposición frontal y se convertirá en parte del debate político", concluyó Anderson. (FIN/IPS/rr/ag/if-lb/99