En Yugoslavia e Iraq hay jefes de Estado sin el respaldo de Occidente, se utilizó o se amenazó con usar la fuerza militar en su contra, millones de civiles están empobrecidos y se mantienen polémicas misiones internacionales.
Evidentemente bajo presión internacional, Belgrado decidió el jueves cancelar la expulsión del antiguo general de Estados Unidos y actual líder de la Misión de Verificación del Armisticio de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), William Walker.
Walker había atribuido rápidamente a fuerzas yugoslavas la matanza de 40 personas de etnia albanesa en la austral provincia separatista de Kosovo, el viernes 15.
Ahora que investigaciones ulteriores pusieron en duda la responsabilidad de Belgrado en la masacre, Walker y la OSCE se encuentran en un aprieto.
El caso de Walker se parece al de Richard Butler, presidente de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que controla el desarme de Iraq. La misión habría entregado información clasificada sobre el armamento iraquí a Israel y Estados Unidos, y Bagdad le prohibió la vuelta al país.
Ambos fueron acusados por los gobiernos "anfitriones" de trabajar en aras de intereses ajenos a la paz y la estabilidad.
Año tras año, Estados Unidos y sus aliados criticaron a los presidentes de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, y de Iraq, Saddam Hussein, acusándolos de romper promesas o acuerdos, de desafiar a Occidente, de amenazar la estabilidad regional y de violar los derechos humanos.
Incluso voces serbias comparan a los dos "demonios". En numerosas ocasiones, cuando se celebraron grandes manifestaciones opositoras en Serbia en 1991, 1992 y 1996, la muchedumbre iracunda llamaba "Saddam" a Milosevic.
Sin embargo, a pesar de lo que los disidentes serbios pensaban entonces y si bien a sectores de los medios de comunicación occidentales les gusta comparar a Milosevic y Saddam, la mayoría de los analistas independientes de Belgrado dirían que los dos líderes tienen poco en común.
"La primera similitud es que las palabras fuertes, las sanciones económicas y las amenazas o la fuerza militar no parecen haber afectado a Milosevic y Hussein", opinó el periodista independiente Dejan Djordjevic, veterano corresponsal de Tanjug, la agencia de noticias yugoslava, en Medio Oriente.
"Las medidas impuestas contra sus países sólo lograron darles el apoyo de la gente, lo que demuestra que el intento de derrocar al régimen a través de la disconformidad del pueblo es como disparar a la oscuridad. Pero ahí es donde parecen separarse las semejanzas", agregó.
Iraq sigue sometido a sanciones internacionales por su invasión de Kuwait a fines de 1990, mientras las sanciones impuestas a Yugoslavia en 1992 fueron levantadas en noviembre de 1995 cuando Milosevic firmó, con la mediación de Estados Unidos, los acuerdos de paz de Dayton para Bosnia-Herzegovina.
"La diferencia básica es que en el caso de Iraq hay petróleo y armas de destrucción masiva. Aquí y en Kosovo no hay eso. Estados Unidos tampoco tiene ningún interés evidente en esta zona, salvo mostrar su poder", sostuvo Djordjevic.
En ambos casos, las sanciones económicas no lograron debilitar a los gobiernos, pero empobrecieron las vidas de millones, que en Iraq equivale prácticamente a un genocidio por la falta de alimentos y medicamentos básicos.
En Italia, Luisa Morgantini, portavoz de la organización no gubernamental Asociación por la Paz, cree que la estrategia de Washington en Yugoslavia es "mantener la inestabilidad de los Balcanes para debilitar a Europa".
"Kosovo tiene una historia complicada, como la mayoría de los países de los Balcanes, algo que no se toma en cuenta cuando las capitales occidentales, Washington sobre todo, intentan imponer soluciones rápidas aquí", dijo Radosa Milutinovic, periodista de Belgrado.
"Pero por el momento, la 'comunidad internacional' no parece tener interés en intervenir ya que no hay forma de enviar aviones de la OTAN sin apoyar al Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) y prácticamente darle la independencia a la población albanesa", comentó.
Morgantini quiere que la ONU intervenga en Kosovo para obligar a Milosevic a negociar la autonomía de la provincia, habitada en más de 90 por ciento por personas de etnia albanesa, y a detener el flujo de armas al UCK procedente de la vecina Albania.
Tanto Milosevic como Hussein parecen tener respaldo político, pero por diferentes vías. A lo largo de los años, el presidente iraquí aplastó a la oposición organizada, mientras Milosevic ideó un plan para incorporar a los opositores a su gobierno.
Esta semana, el gobierno federal designó viceprimer ministro a Vuk Draskovic, dirigente opositor que hace dos años encabezó protestas antigubernamentales durante 87 días consecutivos.
"En momentos en que la nación (serbia) está en peligro, sólo la unidad nacional puede salvar al país", explicaron el gobierno federal y Draskovic.
La mayoría de los críticos de Milosevic agregan que otra diferencia importante con Hussein es que en Yugoslavia el equilibrio político también lo determina Mira Markovic, la esposa del presidente y líder de un pequeño pero influyente partido de izquierda.
Markovic, profesora de marxismo, encabeza el partido Izquierda Unida Yugoslava, paralelo al mayoritario Partido Socialista, de Milosevic.
Como suele ocurrir con mujeres en puestos de influencia, Markovic es considerada la mano invisible detrás de las purgas en la policía y el ejército serbios y en el Partido Socialista, algo de lo que no se podría acusar a una mujer en Iraq. (FIN/IPS/tra- en/vpz/ak/kb/aq/ip/99