VENEZUELA: Caldera resalta los logros y chavistas las tragedias

El presidente saliente de Venezuela, Rafael Caldera, destacó hoy en su testamento político que el martes entregará un país en paz y democracia, pero miembros del gobierno entrante replicaron que recibirán un remedo de democracia y un cuadro trágico en lo económico y social.

Caldera, de 83 años, rindió su quinto y último informe anual ante el Congreso bicameral, antes de transmitir el mando el día 2 a Hugo Chávez, de 44 años, tras un quinquenio, que según los analistas terminó de hundir el regimen partidocrático local.

"En mis manos no se perdió la República", dijo un emocionado y físicamente agotado Caldera, en recuerdo de la promesa que hizo en ese sentido al asumir la presidencia el 2 de febrero de 1994, en un discurso en que varias veces se le quebró la voz.

Añadió que "habría querido, desde luego, realizar una obra mayor", pero "las circunstancias no lo permitieron", para insisitir que sí cumplió la mayor tarea que tenía como estadista: "armar el rompecabezas" de la gobernabilidad, deshecho a raíz del intento de golpe de Estado de Chávez en 1992.

Caldera logró la primera y última gran ovación de los diputados y senadores puestos en pie durante su mandato con esa afirmación, en un discurso de casi hora y media, de cuya extensión se disculpó bromenado que en el país están ahora de moda los discursos muy largos, típicos de Chávez.

"Recibimos como herencia un cuadro trágico y la palabra se queda pequeña", replicó el ministro del Interior designado, Luis Miquilena, en base a los informes recibidos por las comisiones que actuaron durante la transición abierta el 6 de diciembre, cuando Chávez ganó las elecciones con 56 por ciento de votos.

Miquilena, de 76 años y al que Chávez define como su padre político, afirmó que el nuevo gobierno no sólo recibirá una situación económica plagada de cifras negativas, sino "un pais a la deriva", con una administración "sumida en la anarquía y el desorden, la falta de planificación y de coherencia".

El senador y coronel retirado Luis Dávila, presidente del Congreso instalado el día 23, afirmó que lo que deja el gobierno de Caldera, el último del ciclo iniciado en 1958, "es un remedo de democracia", donde según sus cifras "87 por ciento de la población quedó desasistida por el Estado".

Miquilena y Dávila son dirigentes del Movimiento V República, el partido de Chávez que encabeza la alianza de izquierda y ex militares golpistas con la que aglutinó los sectores más desposeidos y más críticos de la conducción política local.

Caldera fue uno de los promotores del sistema instituido tras el derrocamiento de la última dictadura y fundó uno de los pilares del fenecido bipartidismo local: el socialcristiano partido Copei. Con Copei gobernó el país entre 1969 y 1974, pero lo abandonó en 1993 y volvió al poder como líder suprapartidos.

Chávez, un teniente coronel retirado que saltó a la escena pública con la asonada de hace siete años y fue liberado por Caldera en cuanto llegó al poder en 1994, ha prometido impulsar "una revolución bolivariana que rescate la democracia de la podredumbre" del bipartidismo.

Caldera explicó que sus magros resultados fueron consecuencia del hecho de que recibió el país con una recien estallada crisis del sistema bancario y se despidió el último año con el desplome de los precios del petróleo, sostén de la economía local.

Aseguró que la crisis de confianza desatada por la bancarrota bancaria de 1994 y la crisis institucional estallada con la asonada de Chávez, provocaron "momentos en los cuales asomaba el peligro de que no se pudiera mantener la democracia".

Caldera llegó a la presidencia impulsado por una oferta neopopulista y con política de controles en materia cambiaria y de precios. Su fracaso le obligó a volver a la senda neoliberal en abril de 1996, con éxitos parciales en 1997, que se evaporaron ante la caída de los ingresos petroleros.

El presidente aseguró que rescató el país de una crisis que no era sólo política, económica y social, sino también moral. Añadió que logró asentar la gobernabilidad democrática, pese a las voces que le recomendaban disolver un Congreso en que su alianza tenía sólo 25 por ciento de los escaños.

Entre sus mayores logros económicos, Caldera destacó el haber sido el único gobierno latinoamericano que redujo su deuda pública externa, que pasó de 26,9 a 23,1 mil millones de dólares. También destacó el haber logrado en 1998 la menor inflación de la década, aunque se mantuvo en un alto 29,3 por ciento.

Caldera admitió que la primera baja de lo que calificó como insolvencia del Estado, iniciada antes de 1994, ha sido la de los servicios públicos, que de acuerdo a analistas colapsaron en su quinquenio. Ese hecho y la corrupción son los mayores focos del resentimiento de la población que se volcó en Chávez.

El presidente, el más anciano que ha gobernado el país desde su independencia según el mismo recordó este jueves, negó que la corrupción haya aumentado durante su gestión, tal como se asegura. Pero admitió que el fenómeno se transformó "en una hidra de cien cabezas que retoña donde menos se la espera".

En política exterior, Caldera defendió el impulso durante su gobierno a la Comunidad Andina, a cuyo bloque pertenece Venezuela junto con Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, así como la intensificación de los lazos con Brasil y el avance hacia una asociación comercial con el Mercado Común del Sur.

El presidente mostró, aunque sin decirlo claramente, que desde el 2 de febrero elevará su voz para tratar de poner límites al proyecto central de Chávez, una Asamblea Constituyente con poderes absolutos, destinada a refundar políticamente el país.

Caldera aseguró que la Constitución actual, de 1961 y la que más ha durado de las 25 que ha tenido el país desde 1811, es muy buena y que la democracia, la libertad y el respecto por las reglas institucionales deben preservarse en cualquier proceso de transformación nacional.

Pese a su débil salud y el desprestigio en que termina su mandato, el presidente saliente ha hecho saber que proyecta incorporarse de inmediato al parlamento como senador vitalicio, cargo al que tiene derecho como ex mandatario y que desaparecería en la proyectada nueva Constitución, que regiría en un año más. (Fin/IPS/eg/ip la/99

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