La severa política económica y las medidas de austeridad impuestas por el gobierno de Tailandia recaen sobre los hombros de los pobres, pero prósperos empresarios también se quejan de sufrir las consecuencias.
Pero, mientras los pobres desembocaron en un callejón sin salida, los ricos tienen otras opciones.
Preocupados por la perspectiva de una bancarrota o de cierres de empresas, 19 senadores con estrechos vínculos con grandes grupos económicos del país visitarán a fines de mes el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington para plantear su franca oposición a las medidas gubernamentales.
La iniciativa de esos legisladores representa una nueva interrupción en la marcha de las reformas económicas adoptadas por el gobierno para paliar la crisis financiera.
Los senadores, liderados por Jirayuth Vasurat, presidente de la comisión de vigilancia de la crisis, planean decir el día 25 al director gerente del FMI, Michel Camdessus, que las condiciones de la entidad a la ayuda son consideradas una nueva forma de colonialismo a la que muchos tailandeses se oponen.
Un grupo de empresarios que planea unirse al viaje tienen la intención de hablar también con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin.
Las medidas económicas que perturbaron a los empresarios son las estrictas leyes en materia de quiebras y cierres forzados que, según quienes se oponen a su aplicación, contribuyen al colapso del sistema financiero.
Para el ministro de Finanzas, Tarrin Nimmanaheminda, se trata de medidas clave para restaurar la confianza en el sistema financiero.
Esas medidas son parte de un paquete de reformas económicas que el gobierno de Chuan Lepkai está tratando de convertir en leyes.
Los efectos de esas reformas repercutirán entre los empresarios, que afirman estar luchando ya contra la recesión.
Desde que comenzó la avalancha económica en julio de 1997, con la devaluación del baht que originó la crisis económica asiática, los empresarios tailandeses, grandes y pequeños, están abrumados por deudas casi imposibles de amortizar.
Como consecuencia, muchos deudores adoptaron una estrategia silenciosa conocida como "no hablar, no pagar, no escapar" para lidiar con sus acreedores. Si son aprobadas, las leyes pendientes los obligarán a elegir entre aceptar planes acelerados para restructurar sus deudas o declararse en bancarrota.
Quienes se oponen a estas leyes afirman que afectarán en especial a los pequeños empresarios. Otros creen que, con estos argumentos, no hacen otra cosa que defender sus propios intereses.
El hecho que en el grupo de senadores que viajará a Washington figuran algunos de los grandes apellidos del mundo empresarial tailandés convierte a la gira en una suerte de "autoservicio" a los ojos de muchos.
Sarabut Pratoomraj, un abogado de la Unión de Libertades Civicas, organización con sede en Bangkok, la iniciativa del grupo de senadores no tiene nada que ver con los pobres.
"¿Cómo podemos creer que eso nos beneficiará? Esto no es específicamente a favor de los pobres. Al contrario, los senadores pertenecen a la minoría de ricos y quizás a algún sector de la clase media. Nunca hicieron nada por los pobres", agregó Sarabut.
"Si alguien pretende hablar en nombre de la mayoría del pueblo tailandés, debe plantear cuestiones directamente relacionadas con los menos favorecidos, incluyendo el problema de los precios agrícolas en el mercado mundial", explicó el abogado.
"Teniendo en cuenta sus problemáticos antecedentes financieros, uno se pregunta si esos senadores están sirviendo al país o solo tratan de proteger sus tambaleantes imperios", se preguntó el diario The Bangkok Post.
Otros dicen que el viaje de los senadores y su declarado propósito de defender la causa de la gente común se inscribe en una estrategia de postergar la aprobación de las leyes y ganar tiempo para que sus companías renegocien las deudas.
Para la mayoría de los pobres, el enfrentamiento que ya lleva un año entre el gobierno de Chuan y los empresarios opuestos a ciertas reformas económicas está fuera de su radio de acción.
"No entiendo como podrán ayudarme, sean del gobierno o sean los que están en contra. No pude sobrevivir a los altos intereses bancarios. Espero que la situación mejore, pero por ahora no veo cómo", expresó Prachak, de 43 años, pequeño comerciante que debió convertirse en conductor de taxi.
"Siempre pensé que el gobierno se olvidaba de los pobres, pero ahora parece que también olvida a los ricos. Si consiguen lo que quieren, ¿ayudará eso al ciudadano común? ¿Los alimentos y el petróleo se abaratarán? Si es así, bueno, los apoyaró", comentó Prachak a raíz del viaje de los senadores a Washington.
El abogado Sarawut está convencido de que ningún gobierno ha prestado atención a las cuestiones de los pobres.
"Siempre fueron ignorados, hasta que aprendieron a no esperar gran cosa de las elites. La verdad es que siempre debieron ayudarse a sí mismos. Creo que debemos esforzarnos para lograr que las cosas cambien", expresó.
Prachak dijo que tiene esperanzas más modestas para este año, durante el cual el Instituto de Estudios para el Desarrollo de Tailandia predijo que el crecimiento económico alcanzará el 0,9 por ciento.
"Personalmente no espero nada. Solo quiero conservar lo que tengo ahora. Si no pierdo ya soy afortunado", ironizó. FIN/IPS/tra-en/pd/js/ego/mj/if/99