El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial procuran minimizar las consecuencias sociales de la recesión económica en el sudeste de Asia, mientras arrecian las críticas por su fracaso en el manejo de la crisis.
Pero sus detractores temen que si no se reconsideran las políticas económicas que proponen a los gobiernos, los dos organismos financieros multilaterales sólo dibujarán un "rostro humano" a su imagen pública, y no humanizarán los procesos de desarrollo que promueven.
En una conferencia organizada por el Banco Mundial durante el fin de semana en Bangkok, los dos organismos, junto con delegados del sector estatal y no gubernamental, discutieron posibles respuestas al desastre social que causó la crisis.
Los participantes se centraron en cuestiones como la generación de empleos, la protección de los servicios de salud y de educación, la respuesta a escala de las ciudades y las comunidades, y la supervisión de los efectos adversos sobre la pobreza y la distribución del ingreso.
En una variación de su tradicional enfoque en asuntos de macroeconomía, el Banco Mundial determinó que las pequeñas y medianas empresas y las instituciones microfinancieras son las que pueden alcanzar al mayor número de personas perjudicadas.
"El desempleo y la inflación galopantes forzaron a millones de hogares a caer de nuevo en la pobreza. La asistencia a las escuelas y la salud corren riesgo, y una vez más se podrían ampliar las brechas de género", advirtió un informe del Banco Mundial en la conferencia.
El éxito que tuvo Asia oriental en el pasado para reducir la pobreza y profundizar el desarrollo humano podría anularse si no se hace algo rápidamente, pronosticó el documento.
Desde que se desató la crisis en julio de 1997, el Banco Mundial destinó cerca de 16.000 millones de dólares a la región y entregó más de 4.000 millones de dólares en préstamos para ajustes estructurales que tienen un fuerte contenido social, según funcionarios del organismo.
En Indonesia, Tailandia y Corea del Sur, los países más afectados por la crisis, los fondos del Banco Mundial se utilizan para generar empleos, capacitar a los desempleados, crear planes de seguro médico para sectores de bajos ingresos, proyectos comunitarios de pequeña escala y municipales de mayor alcance.
Los fondos del Banco Mundial también se utilizan para crear un sistema que evalúe el efecto adverso de la crisis y las acciones del Estado sobre los pobres.
"Resulta esencial el alivio del sufrimiento social, no sólo por razones humanas, sino también en aras de una rápida recuperación micro y macroeconómica", explicó Jean Michel Severino, el vicepresidente de la institución para Asia oriental y el Pacífico.
Severino estima que la situación social se agravará este año. Una cantidad suficiente de gasto en materia social es la única forma de contener el daño de la crisis económica, aseguraron funcionarios.
Dada la importancia que el Banco Mundial concede al gasto social, no es de sorprender que este haya diferido abiertamente con el FMI, criticándolo por la aplicación de rigurosas políticas fiscales y monetarias y de recortes en el gasto estatal durante las primeras etapas de la crisis.
Analistas opinan que las medidas del FMI agravaron la situación.
El FMI "subestimó la recesión económica y malinterpretó la respuesta del mercado a su programa de apoyo para Tailandia, Corea del Sur e Indonesia", como reconoció un informe del propio organismo este mes.
Pero funcionarios del FMI defendieron las severas políticas fiscales y monetarias que recomendaron a gobiernos de la región, y afirmaron que fueron necesarias "en su momento para recuperar la confianza e impedir que las economías atacadas por la crisis se precipitaran en un espiral de inflación y depreciación".
Funcionarios del FMI creen que las críticas del Banco Mundial a sus políticas tienen el fin de aislar al Fondo y de alejar al Banco de la responsabilidad por la reacción ante la crisis.
"El Banco Mundial fue el principal responsable de diseñar y supervisar los componentes de protección social de los programas de ajuste en Asia", aseguró Peter Heller, vicedirector del FMI, en la reunión de Bangkok.
Para algunos, sus comentarios implican que el Banco Mundial debe aceptar una mayor responsabilidad por la crisis social. La institución pasó "muchos años y cuantiosos recursos en Indonesia", donde la infraestructura social no pudo aplacar los efectos adversos de la crisis, agregó Heller.
Las rencillas públicas de ambos organismos socavan aun más la credibilidad que gozan entre las organizaciones sociales y los detractores de la doctrina económica que recomiendan.
"El FMI y el Banco Mundial se deben reformar para que los programas de ajuste estructural promuevan el buen gobierno, el respeto de los derechos humanos y las normas laborales, mayor empleo y menor pobreza, en lugar de las políticas de austeridad que aplica ahora", declaró en Bangkok la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres.
Sus detractores también acusan al Banco Mundial y al FMI de promover políticas que socavan la función del Estado en la actividad social y económica, a tono con las teorías neoliberales y a favor del libre mercado que dominaron la ideología de gobierno de Estados Unidos y Gran Bretaña en los años 80.
Los dos organismos se encuentran entre los propulsores más fuertes de la liberalización financiera del este de Asia, algo que se cree provocó la dependencia excesiva de los movimientos de capital extranjero y, finalmente, el colapso de las economías luego de la fuga de capitales de la región.
Al FMI también se lo acusa de defender los intereses de Estados Unidos durante la crisis porque insistió en que los gobiernos liberalizaran sectores importantes, como el bancario, a la propiedad extranjera.
"Estos países atravesarán un túnel profundo y oscuro. Pero al otro lado habrá un Asia muy diferente donde los estadounidenses habrán conseguido una penetración mucho más profunda del mercado", declaró un alto funcionario de la secretaría de Comercio de Estados Unidos, según el libro "A Siamese Tragedy" (Una tragedia siamesa), del economista Walden Bello.
Paradójicamente, el FMI y el Banco Mundial sostienen que la crisis se debe al capitalismo del "amiguismo", la corrupción y la falta de transparencia, y no a sus erróneas recomendaciones de política económica.
"En Indonesia, incluso un viejo dictador como (Alí) Suharto tuvo que renunciar al poder porque arruinó la economía. Pero ninguna cabeza rodó en el FMI o el Banco Mundial, aunque cometieron errores mucho mayores con la economía regional", comentó un activista. (FIN/IPS/tra-en/bs-ss/js/aq/if-dv/99