La creación de empleos debe ser la prioridad de todo programa para aliviar la pobreza, sostuvo en Sudáfrica el principal economista del Banco Mundial, pero analistas de este país afirmaron que las políticas del organismo multilateral en Africa no reflejan esa opinión.
"El empleo debe estar en el centro" de los programas, dijo Joseph Stiglitz, principal economista del organismo, en su exposición en una conferencia organizada por el Banco Mundial que comenzó en Johannesburgo el martes y concluye este jueves.
"Es absolutamente importante y con frecuencia se olvida que es un mensaje clave", aseguró.
Las conclusiones de la conferencia se incorporarán al próximo Informe de Desarrollo Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Stiglitz dijo que, en el pasado, las estrategias para aliviar la pobreza se centraron principalmente en el crecimiento económico y se concedió menos atención a la creación de empleos.
Ahora hay necesidad de agregar nuevas medidas contra la pobreza, como la movilidad en el ingreso, medidas de oportunidad, como el acceso a la educación, y medidas de riesgo, la facilidad y la frecuencia con que las familias caen por debajo de la línea de pobreza, agregó.
A lo largo de los años, el Banco Mundial hizo numerosas recomendaciones para reducir la pobreza. La más implementada fueron los Programas de Ajuste Estructural en los países en desarrollo, que generaron pocos beneficios.
"Muchas de las opiniones del Banco Mundial son viejas. No hay un mensaje único", dijo el legislador del gobernante Congreso Nacional Africano, Ben Turok.
La ortodoxia del Banco Mundial que hace hincapié en la estabilidad económica sobre todo lo demás influyó a este país, pero la estabilización con frecuencia provoca pérdida de empleos y mayor pobreza, añadió.
"En muchos países africanos, el programa de estabilización agravó la situación y trajo más pobreza sin crear empleo", dijo el legislador a IPS.
La mitad de la población sudafricana vive por debajo de la línea de pobreza. El país adoptó con disciplina fiel las políticas macroeconómicas del Banco Mundial, recortando su déficit presupuestal de 10,2 por ciento del producto interno bruto en 1993 y 1994 al 3,5 por ciento actual.
La meta del gobierno es bajar el déficit a tres por ciento y mediante la estrategia de Crecimiento, Empleo y Redistribución, una especie de programa de ajuste estructural, pretende un crecimiento económico de seis por ciento y 600.000 empleos nuevos por año para el 2002.
Turok recomendó una estrategia que aúne la estabilización con gasto e inversión en infraestructura.
La tasa de desempleo sudafricana subió de 17 por ciento en 1995 a 23 por ciento en 1998, según estadísticas oficiales. Analistas independientes calculan que la cifra asciende incluso hasta 50 por ciento entre la mayoría negra de la población.
Por otra parte, la economía no creció todo lo que se esperaba. Se espera que mejore medio punto porcentual este año, lo que es muy poco si se toma en cuenta que el crecimiento demográfico es superior a 2,5 por ciento anual.
Hablar del alivio de la pobreza no tiene sentido si no se menciona la cancelación de la deuda externa, opinó el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, Njongonkulu Ndungane.
"Uno de los factores que contribuyen con la pobreza es la deuda astronómica que los países en desarrollo deben a los países industrializados", dijo.
"La cancelación de estas deudas impagables hará mucho para mejorar la calidad de vida y restaurar la dignidad en los países en desarrollo", agregó Ndungane.
"Un primer paso sería que el Grupo de Ocho (países más ricos) y las instituciones financieras, cuando se reúnan en junio en la ciudad alemana de Colonia, asuman el compromiso inequívoco de intentar cancelar las deudas impagables del mundo en desarrollo", propuso.
El Grupo de los Ocho está formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
Otro factor que contribuye a la creciente pobreza mundial es la globalización.
Aunque tiene aspectos positivos, como nuevas tecnologías de información, la desregulación de los mercados de dinero y un crecimiento considerable del comercio mundial, los caprichos del capital internacional también afectaron a las economías nacionales.
El verdadero poder ya no está en los gobiernos sino en las manos de quienes tienen el dinero, o sea las trasnacionales que trasladan las actividades que requieren gran cantidad de mano de obra a los países donde los salarios son menores.
En todo el mundo, según estadísticas de la ONU, 1.300 millones de personas viven en extrema pobreza, o sea con menos de un dólar por día, y cerca de 70 por ciento de ellos son mujeres.
Se calcula que para el 2020 la cantidad de niños desnutridos crecerá a 200 millones, frente a los 193 millones actuales, y la mayoría se encontrará en Africa.(FIN/IPS/tra-en/gm/pm/aq/if/99