Un encuentro de 15 minutos este miércoles en la Casa Blanca marcará las relaciones en los años por venir entre Estados Unidos y Venezuela, abastecedor de petróleo inmerso en un proceso de transformaciones políticas.
El presidente estadounidense Bill Clinton recibirá al próximo mandatario venezolano, Hugo Chávez, para tomar una impresión de primera mano del ex oficial golpista que fue elegido en diciembre con 56 por ciento de sufragios y se apresta a reunir una asamblea constituyente para "refundar la república".
Ese acercamiento reemplaza la distancia marcada durante la campaña electoral de 1998, un radicalizado proceso que dividió políticamente al país entre pro y anti chavistas, y a lo largo de la cual se negó a Chávez una visa para ir a Estados Unidos.
Chávez acude ahora a mostrar sus credenciales de presidente elegido bajo las normas democráticas, y a proseguir la venta de confianza para los inversores privados, públicos y multilaterales que ya le llevó a capitales de Europa, América Latina y Canadá.
Además de Clinton, y en reuniones hasta el viernes -al regreso hará escala en República Dominicana- Chávez verá a otros miembros del gobierno, congresistas, empresarios y al director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus.
Venezuela se propone mantener un acuerdo "sombra" con el FMI (asistencia técnica) y estudia negociar uno de facilidad ampliada para el segundo semestre, dirigido a obtener recursos con los cuales paliar el déficit fiscal, de 9.000 millones de dólares, equivalente a la mitad del presupuesto anual de gastos.
Diplomáticos y analistas coinciden en que el diálogo Clinton- Chávez se centrará en darle continuidad a la agenda bilateral, basada en apertura e incremento del comercio, sostenimiento de la democracia y seguridad en el suministro petrolero.
"Ese conjunto tiene que seguir como punto fundacional de las relaciones, y por ello Washington estará atento a la estabilidad venezolana", dijo a El Nacional de Caracas la especialista en Venezuela de la State University de Georgia, Jennifer McCoy.
Desde 1920 "el petróleo es el secreto fatal" en las relaciones bilaterales, resumió el ex canciller y ex embajador en Washington, Simón Alberto Consalvi.
Venezuela retomó a fines de 1998 su condición de primer abastecedor petrolero de Estados Unidos, con ventas de 1,3 millones de barriles diarios, seguido a corta distancia por Arabia Saudita, Canadá, México y Nigeria.
Pero además, recordó el canciller Miguel Angel Burelli, Venezuela es el séptimo inversor extranjero en Estados Unidos, a través de Citgo, compañía petrolera que posee y que abastece a más de 15.000 estaciones de servicio en el este estadounidense.
Burelli firmó este lunes con el embajador de Estados Unidos en Caracas, John Maisto, un acuerdo para evitar la doble tributación de empresas de uno y otro país, el primer convenio de su tipo que Washington concreta en América del Sur.
El acuerdo, que mostrará Chávez como señal de continuidad de la apertura económica en plena transición, permitirá a firmas como Exxon o Mobil presentar entre sus desgravámenes ante el fisco estadounidense las inversiones que realizan en Venezuela.
Pero también para Caracas será productivo repatriar dividendos arrojados por Citgo, pues por esa operación pagaría un tributo de cinco por ciento, siete veces menos que el impuesto actual.
Ambos estados tienen en su agenda la negociación de un acuerdo de promoción y protección de inversiones, entrabado, como es el caso de Washington y otros socios en el continente, por diferencias acerca de los requisitos de desempeño que deben cumplir los flujos de capitales.
El componente político de la visita permitirá, escribió El Universal de Caracas, corroborar a ojos de Washington que Chávez "no es un segundo Fidel Castro", según una valoración que atribuyó a Peter Romero, subsecretario para asuntos hemisféricos que se reunió con Chávez el 30 de diciembre.
Chávez encabezó una cruenta rebelión militar en 1992, cuando era teniente coronel del ejército, y pagó por ello dos años de cárcel. Liberado por el actual presidente Rafael Caldera en 1994, organizó el Movimiento Quinta República, eje de la coalición vencedora en los comicios de 1998.
Su discurso ha sido sostenidamente contrario al pacto con el que las fuerzas dominantes se repartieron el poder desde hace 40 años, y hace una semana la Corte Suprema de Justicia le dio luz verde para que convoque una constituyente con el paso previo de un referendo popular.
Estados Unidos, por boca de Romero, Maisto y los portavoces de la Casa Blanca, Thomas McLarty y Joe Lockart, había advertido que apoyaba los cambios políticos en Venezuela "siempre que se hagan por vías constitucionales y legales".
Según el ex presidente Carlos Andrés Pérez, a quien Chávez intentó derrocar sin éxito, las giras del mandatario electo son muy positivas porque "lo comprometen cada vez más con la comunidad de democracias y sus valores" en el mundo.
La mayoría de los analistas políticos en Venezuela concuerda en que Chávez procura "quebrar el espinazo" y remover las bases de sustento, en el parlamento, poder judicial, órganos contralores, gobiernos regionales, sindicatos y gremios, de los partidos tradicionales Acción Democrática y Copei.
Pero en el terreno económico, Chávez ha adaptado su discurso, que en la campaña fue proteccionista y adverso a las fórmulas del "capitalismo salvaje", a la necesidad de conservar y atraer inversiones, a la intensificación de los acuerdos de integración y a la urgencia de enjugar el déficit fiscal.
Una señal de moderación fue la ratificación como ministra de Hacienda de Maritza Izaguirre, una profesional independiente de excelentes vínculos con organismos multilaterales.
Otra, de peso para el viaje que emprende este martes, es la consideración de una figura de la industria, como el vicepresidente Claus Graf o el presidente de Citgo, Roberto Mandini, para que sea el próximo jefe del gigante estatal Petróleos de Venezuela, PDVSA. (FIN/IPS/jz-eg/ip la 99