ESTADOS UNIDOS: Opinión pública harta del juicio contra Clinton

El Congreso de Estados Unidos discute desde hace meses si debe destituir al presidente Bill Clinton porque este habría mentido bajo juramento sobre su relación con Mónica Lewinsky, pero para la mayoría del público el juicio es una molestia que no tiene fin.

Paradójicamente, mientras la defensa de Clinton presenta su caso en el juicio que se le sigue al presidente en el Senado, el público, como lo reflejan encuestas de opinión y comentarios en los medios de comunicación, parece prestarle mayor atención a las políticas del gobierno que al supuesto perjurio.

Una encuesta realizada esta semana por el canal para abonados CNN y el diario USA Today reveló que 58 por ciento del público quiere que termine el juicio cuando el Senado vote la próxima semana sobre si se debe continuar o no el proceso.

En otras encuestas, dos tercios de los encuestados expresaron que no quieren que Clinton sea destituido porque intentó ocultar su relación con la ex becaria de la Casa Blanca.

El opositor y mayoritario Partido Republicano no pudo convencer a la mayor parte del público que sigue al proceso comenzado en diciembre en la Cámara de Representantes y al actual juicio en el Senado de que Clinton mintió hace un año en un juicio civil cuando negó sus relaciones sexuales con Lewinsky.

"Me hace enojar, parece como si nunca fuera a terminar. Hay tanto que podría hacer el gobierno, pero lo único que oigo es sobre Mónica Lewinsky", expresó Talley Stanley, votante republicano del estado de New Hampshire, normalmente un bastión del partido de derecha.

Clinton aprovechó la frustración popular con el juicio poniendo énfasis en la gestión de su gobierno, como cuando defendió el martes el uso de un excedente del presupuesto para reforzar el sistema de retiro de la seguridad social.

Sorpresivamente, en las últimas semanas diversos sondeos de opinión dieron a Clinton la aprobación más alta de su presidencia, mientras aumenta la desaprobación popular con el juicio dirigido por los republicanos.

Con todo, esta semana hubo indicios de que el proceso de destitución seguirá unas semanas, e incluso meses más.

El martes, el senador Tom Daschle, líder de la bancada demócrata en el Senado, reconoció que los republicanos (que cuentan con 55 de las 100 bancas en la cámara) seguramente aprobarán una moción para escuchar el testimonio de varios testigos la semana próxima.

Varios republicanos ya indicaron que votarán contra todo intento para terminar el juicio la próxima semana o de aprobar la censura de Clinton, sin destituirlo.

La movida republicana es, en esencia, una gran apuesta. Esperan que la información que proporcionen los testigos finalmente incline a la opinión pública contra Clinton.

Pero para sus defensores, nuevos testimonios sobre el asunto Lewinsky no vienen al caso, luego de varios meses en que prácticamente se difundió toda la información al respecto, incluso de conversaciones grabadas entre Lewinsky y una ex amiga, Linda Tripp.

Charles Ruff, el abogado de Clinton, dijo al Senado el martes que era difícil comprender por qué los republicanos de la Cámara de Representantes no convocaron testigos durante el proceso de destitución iniciado el mes pasado si creían, como ahora, que son tan importantes para el caso.

Clinton fue acusado el 19 de diciembre por una votación partidaria en que sólo cinco republicanos votaron contra su destitución y cinco demócratas votaron a favor.

Ruff agregó que aún nadie demostró por qué la supuesta conducta de Clinton, incluso de comprobarse, requiere su destitución como única solución.

"La destitución no es la solución para los errores privados. Es un método para destituir a alguien cuya presencia en la presidencia podría causar un peligro grave a la nación", alegó.

Sólo otro presidente, Andrew Johnson, fue sometido a un juicio de destitución, aunque permaneció en la presidencia por diferencia de un voto en el Senado. Richard Nixon renunció en 1974 cuando era evidente que la Cámara de Representantes comenzaría el proceso de destitución en su contra.

En general, la presidencia de Clinton tiene un fuerte apoyo a pesar de que muchos estadounidenses creen que mantuvo relaciones sexuales con Lewinsky, aunque él declaró que no fue así en un caso civil, en enero de 1998, y luego ante un gran jurado federal en agosto.

En las elecciones legislativas de noviembre, los republicanos sufrieron varias pérdidas, incluso de varios detractores de Clinton, como el senador por Carolina del Norte Lauch Faircloth.

Los republicanos tienen muchos problemas para llevar su causa a buen destino. Para destituir a Clinton se necesitan dos tercios de los votos del Senado, pero todos concuerdan en que los 55 senadores republicanos no conseguirán el respaldo de los 12 demócratas que harán falta para lograrlo.

Peor aun, los republicanos perdieron todas las veces que intentaron extraer una ventaja política al escándalo.

El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Newt Gingrich, renunció tras las elecciones de noviembre y su sucesor, Bob Livingstone, anunció su retiro en diciembre cuando una revista pornográfica reveló que él también tuvo relaciones extramaritales.

Dos de los representantes republicanos que apoyan el caso contra Clinton, Henry Hyde, de Illinois, y Bob Barr, de Georgia, también fueron salpicados con acusaciones de relaciones extramaritales en las últimas semanas.

La serie de acusaciones contra el bando republicano aguó la esperanza del partido opositor de que el disgusto del público provoque la destitución de Clinton. Pero algunos republicanos temen que si el juicio concluye ahora, su partido será el único perjudicado por el escándalo. (FIN/IPS/tra-en/fah/kb/aq/ip/99

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