El gobernante Partido Popular (PP), de España, realizará desde el viernes al domingo su Congreso General, con la vista puesta en ganar el centro político y ampliar su caudal electoral.
Más de 61 por ciento de los ciudadanos consultados por el oficial Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) opinaron que la situación actual de España está bien o muy bien y sólo 14,2 la calificaron de mala o muy mala.
Con el antecedente de esa encuesta, publicada este jueves, la buena marcha de la economía y el comienzo de un difícil proceso de paz en el País Vasco, el presidente del gobierno, José María Aznar, intenta ganar los votos del centro, para contar con mayoría parlamentaria absoluta luego de las elecciones previstas para fines de año o principios del 2000.
Los votos del centro político son decisivos en España, que carece de una extrema derecha o de una extrema izquierda, con excepción del País Vasco, donde el nacionalismo radical cuenta con 17 por ciento de los votos.
Sólo el opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) puede competir con el PP por el triunfo en las elecciones. La coalición Izquierda Unida (IU, basada en el Partido Comunista), nunca ha superado 11 por ciento del total de sufragios y parece estabilizada en ese nivel.
El PP puede ser calificado de centro-derecha y el PSOE de centro-izquierda, pues ambos partidos mantienen posiciones políticas, económicas y sociales moderadas. De allí el interés del partido gobernante por reforzar sus posiciones en el centro del espectro político.
Las ponencias que se discutirán en el Congreso eluden las definiciones categóricas.
La atracción centrista se afirma en la repetición una y otra vez de la palabra centro, en el reemplazo en la Secretaría General de un político moderado pero con imagen de duro, el vicepresidente Francisco 5lvarez Cascos, por Javier Arenas, de 41 años, un centrista de toda la vida y hasta hace una semana ministro de Trabajo.
Además de su carácter dialogante, Arenas tiene a su favor su historia personal y lo realizado al frente del Ministerio de Trabajo. En lo personal, desde sus primeros pasos en la política, a principios de los años 70, militó en el sector progresista de la Democracia Cristiana, perfil que mantiene en la actualidad.
Contra todo pronóstico, Arenas mantuvo como ministro un diálogo fluido con las dos centrales sindicales mayoritarias (Unión General de Trabajadores, pro socialista y Comisiones Obreras, pro comunista) y firmó con ellas el Acuerdo Social sobre empleo, que fue rechazado por los empresarios.
Así mismo, nunca como en los dos últimos años marcharon mejor los negocios, en especial de las grandes empresas.
El predecesor de Aznar, el socialista Felipe González, no logró en 13 años de gestión acuerdo con los sindicatos, lo firmó con los empresarios y debió soportar una huelga general que paralizó el país, a finales de 1988.
Aznar, quien conservará el cargo de presidente del PP, afirmó al diario El Mundo que apuesta por el centro reformista, "para España y para Europa", y por la renovación ideológica y de la dirección del partido, "dando paso a una nueva generación política".
En la cúspide del PP no habrá ningún representante de la vieja guardia que actuaba en política en la época del franquismo, con excepción de Manuel Fraga Iribarne, quien mantendrá el título honorífico de Presidente Fundador.
Cuando a Aznar se le dice que es autoritario y derechista, pone sobre la mesa su acuerdo parlamentario con los nacionalistas moderados vascos y catalanes, el inicio de un proceso de paz en el País Vasco, el acuerdo con los sindicatos y la notoria disminución del desempleo.
Además, reivindica su permanente rendición de cuentas al Parlamento, ante el que compareció, en dos años, más veces que todos los presidentes anteriores juntos en 18 años y añade su decisión "irrenunciable" de no mantenerse más de ocho años en el cargo, contando desde mayo de 1996, cuando llegó al gobierno.
Con ese marco, no caben esperar novedades en el Congreso partidario y se comprenden las definiciones contenidas en sus ponencias, con afirmaciones como: "Aspiramos a una sociedad capaz de reemplazar una visión de la vida como problema, por otra en la que se identifique la vida como horizonte de oportunidades".
Otra ponencia recomienda tener presente que "el amor a lo propio y específico no debe impedir amar y apreciar lo común".
Y otra, que será grata a los ecologistas: "Es de agradecer el intenso debate científico internacional acerca de la gravedad y la necesidad de ofrecer solución a los grandes problemas medioambientales, cuyas conclusiones es preciso tener en cuenta".
Ese es el tono general de las ponencias, sin aristas filosas, sin definiciones discutibles y, siempre, buscando contentar a una mayoría enemiga de las grandes confrontaciones ideológicas. (FIN/IPS/td/ff/ip/99