Miles de turistas de Canadá eligieron a Cuba para huir de las tormentas del invierno boreal que sumergieron a Toronto, la mayor ciudad de este país, y a la capital en temperaturas de 30 grados bajo cero.
Pese a que Florida y el sur de Estados Unidos siguen siendo los destinos favoritos de los canadienses hartos del frío, Cuba goza de gran aceptación entre los más jóvenes, que buscan vacaciones invernales al alcance de sus bolsillos.
Este invierno, las agencias de viaje vendieron más de 200.000 paquetes turísticos económicos con todo incluido a la isla del Caribe.
Las playas cubanas, fuera del alcance de los ciudadanos estadounidenses en virtud del embargo comercial de su país contra Cuba, tienen la ventaja de no estar atestadas de gente.
La comida y los entretenimientos son baratos. Los cubanos tienen fama de ser gente honesta y amigable entre los canadienses. Y a ello se suma que el dólar canadiense perdió casi 10 por ciento de su valor contra el dólar estadounidense en el último año.
"Los cubanos realmente nos reciben con una alfombra roja", comentó Pauline Woodruff, agente de viajes de Thunder Bay, una ciudad de 130.000 habitantes en la costa norte del Lago Superior. Woodcruff fue a Cuba tres veces en los últimos cuatro años.
"Es un país hermoso. No está demasiado desarrollado, al igual que muchos de los lugares turísticos del Caribe, y los precios son muy convenientes", opinó.
Kathleen O'Hara, escritora y activista política de Ottawa, relató que estaba "maravillada" con Cuba. "La gente se nos acercaba a mí y a mi acompañante, nos invitaban a cenar a sus casas, y nos llevaban a conocer los diferentes lugares", relató.
Probablemente es el lugar que más conserva su belleza natural de todos los que fui en todo el continente americano", agregó.
"De todos los destinos al sur de Canadá, Cuba es el único lugar donde los hoteles negocian sus tarifas con los turistas en dólares canadienses", informó Chris Robinson, de Signature Tours, de Toronto.
Los canadienses generan alrededor de cinco por ciento del producto nacional bruto de Cuba, y actualmente representan el mayor bloque entre los 1.2 millones de turistas que visitan la isla año a año.
Cuba sobrepasó a la República Dominicana (150.000) y Jamaica (100.000) como el destino de los canadienses que buscan escapar del invierno boreal.
En octubre, Cuban Canadian Resorts International, una compañía de bienes raíces de Toronto, anunció sus planes para formar una empresa de riesgo compartido y construir 2.000 condominios con vista a la playa a un costo de 200 millones de dólares en Cuba.
Es la primera inversión de su tipo en Cuba. El proyecto, llamado Cuban Club Resorts, incluirá unidades de lujo y de tiempo compartido en cuatro lugares.
La construcción comenzará en marzo en un complejo de 340 unidades en María del Mar, 18 kilómetros al este de La Habana, y en Santa Lucía, en la costa del nordeste, donde se construirán otras 260 unidades.
Cuba y Canadá mantuvieron relaciones diplomáticas a lo largo del gobierno de Fidel Castro, en el poder desde 1959.
Canadá reanudó la ayuda extranjera a Cuba en 1994, luego de un paréntesis de 18 años que comenzó cuando La Habana envió soldados a la guerra civil de Angola, pese a que Ottawa otorgaba préstamos al gobierno cubano durante ese período.
Una encuesta de opinión publicada el año pasado mostró el apoyo de dos tercios de la población canadiense a la negativa del gobierno de ceder ante las presiones de Estados Unidos para unirse al embargo comercial sobre Cuba.
Sólo cinco por ciento de los encuestados creían que Canadá debía obedecer la ley Helms-Burton, que fue aprobada por el Congreso estadounidense para obstaculizar el comercio exterior de la isla.
Alrededor de 40 compañías canadienses poseen inversiones por valor de 400 millones de dólares en Cuba. Las firmas que invierten en la isla se arriesgan a ser víctimas de represalias en virtud de la ley Helms-Burton.
La mencionada ley permite a los ciudadanos estadounidenses demandar a las compañías que mantienen relaciones comerciales con Cuba y Estados Unidos para recuperar las propiedades expropiadas por el gobierno cubano.
Jim Moore, vicepresidente de la Alianza de Fabricantes y Exportadores de Canadá afirmó que "todas las compañías que trabajan en Estados Unidos y en Cuba están muy, pero muy nerviosas", debido a esta situación.
"El mejor consejo, y la mayoría de las compañías lo siguen al pie de la letra, es mantener un perfil sumamente bajo. Los cubano- estadounidenses mantienen una especie de lista negra que contiene los perfiles de las compañías cuyos nombres son en general extraídos de la prensa", explicó.
Los cinco bancos principales de Canadá se cuidan mucho de hacer declaraciones públicas sobre su respaldo a las inversiones en Cuba.
Un alto funcionario bancario expresó que las instituciones financieras canadienses "mantienen un perfil muy bajo" y a menudo prestan dinero sólo a los inversores que buscan desarrollar proyectos nuevos, como los complejos turísticos.
Las compañías que instalan fábricas para explotar los recursos nacionales de la isla son mucho más vulnerables a la acción de la Ley Helms-Burton, expresó.
La canadiense Sherrit International Corp., que posee una inversión de 200 millones de dólares en el sector minero y en proyectos turísticos y petroleros, fue demandada por una compañía de Estados Unidos, Consolidated Development Corp.
La firma estadounidense sostiene que Sherrit explota los pozos petroleros que le fueron confiscados a Consolidated por el gobierno cubano en 1959.
La presión que Estados Unidos ejerce sobre Canadá también adquiere otras formas.
El año pasado, un informe del Congreso estadounidense redactado por tres funcionarios que colaboraron en la redacción de la ley Helms-Burton acusó a los turistas canadienses de ir a Cuba en busca de sexo y condenó a las compañías canadienses que operan en la isla por emplear "mano de obra esclava".
El informe, que según las autoridades canadienses se basa en información falsa y fotografías trucadas, acusó a los canadienses de buscar prostitutas cubanas menores de edad. (FIN/IPS/tra-en/mb/kb/mvf/aq/if/99