CUBA-ESTADOS UNIDOS: Un paso atrás y ninguno adelante.

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos parecen retroceder en vez de avanzar y ajustarse al nuevo contexto internacional, contrario a políticas de restricción y aislamiento.

Con el rechazo del gobierno de Fidel Castro a las nuevas medidas hacia la isla anunciadas el martes por el presidente Bill Clinton, los precarios lazos bilaterales quedan nuevamente atrapados por sus aspectos más conflictivos.

En una extensa intervención trasmitida la noche del viernes por los dos canales de televisión y una emisora radial, el presidente del parlamento, Ricardo Alarcón, consideró que las decisiones de Clinton no significan un cambio de política.

En su opinión, lo único nuevo es la negativa de la Casa Blanca a la creación de una comisión bipartidista para examinar la política de Washington hacia La Habana.

Esa comisión es auspiciada por cuatro ex secretarios de Estado (cancilleres) y 24 senadores, algunos de ellos del Partido Republicano, el más rehacio a una normalización.

Al respecto, Alarcón agregó que una lógica elemental conduciría por lo menos a revisar una política que demostró su fracaso a lo largo de cerca de cuatro décadas, pero en realidad se actuó en sentido contrario.

El gobierno de Clinton, del Partido Demócrata, le dijo al mundo que el bloqueo se mantiene, que continuará haciendo diplomacia pública en torno al embargo y que seguirá por el camino "también condenado al fracaso de tratar de dividirnos, de socavarnos desde adentro", dijo el parlamentario.

Alarcón estuvo al frente de todas las negociaciones en torno a cuestiones migratorias, cuestión que sigue siendo el único punto de contacto bilateral y con resultados evaluados como positivos por ambas partes.

Para el presidente del parlamento cubano, las decisiones de Clinton, que siguen a otras anunciadas el 20 de marzo de 1998, constituyen, en realidad, una nueva fase de la "guerra económica, política e ideológica" contra la isla.

Las medidas de Washington incluyen la ampliación a cualquier residente en Estados Unidos, tenga o no familiares en la isla, del permiso para el envío de remesas a individuos u organizaciones no gubernamentales en Cuba, que no deben rebasar los 1.200 dólares anuales.

Alarcón sentenció que el objetivo de esta decisión es intensificar la "guerra contra Cuba", promover la "subversión" y "fabricar traidores" al servicio de Washington, tarea a la que el Congreso ya asignó un mínimo de tres millones de dólares en la ley del presupuesto vigente.

Esto no sólo constituye una injerencia, sino además un insulto a la posición de muchas organizaciones estadounidenses, entre ellas religiosas, que no se prestan a la "deleznable faena de tratar de socavar a la Revolución Cubana", estimó.

Clinton también se propone facilitar los contactos científicos, educativos, religiosos y atléticos entre ambos países y ampliar el número de vuelos directos para facilitar las visitas a Cuba desde otras ciudades, además de Miami, meca del exilio cubano en Estados Unidos.

Alarcón también rebatió el anuncio de que se facilitará el viaje a Cuba de los Orioles, un equipo de béisbol de Baltimore, para dos partidos con la selección nacional de Cuba, y acusó a las autoridades estadounidenses de estar más bien obstaculizando esa posibilidad.

El parlamentario explicó que se trata de una idea que hace tres años promueven autoridades de la ciudad estadounidense de Baltimore y directivos del equipo, pero que no se ha podido concretar por sus implicaciones con el bloqueo.

Para el gobierno estadounidense, las medidas representan en conjunto "un gran avance en nuestro intento por tender la mano al pueblo cubano", opinión no compartida por sectores que en ese país propician espacios mayores para un acercamiento.

"Estos pasos son sumamente tímidos", comentó Wayne Smith, analista del Centro de Política Internacional que fue a principios de los años 80 director de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

"Cualquiera que esperaba que el gobierno apoyara una revisión verdaderamente seria de la política básica (hacia Cuba) tiene que estar profundamente desilusionado", agregó.

Al respecto, fuentes del sector académico comentaron en La Habana que esa comisión brindaría a la cuestión cubana un perfil demasiado alto para que la "derecha cubano-americana" lo aceptara, además de que podía convertirse en punto de campaña electoral.

El curso que estaban tomando las cosas no convenía a los sectores "recalcitrantemente anticastristas", porque una evaluación seria de la política hacía Cuba conduciría inevitablemente a la conclusión de que hay que cambiarla, dijo una experta en asuntos hemisféricos.

Algún día, "con revisión o sin revisión" esa política tendrán que abandonarla porque no la podrán sostener frente a la creciente oposición del mundo y del propio pueblo norteamericano, dijo Alarcón, quien calificó al anuncio de Clinton de "desesperada maniobra" para confundir y engañar.

Pocas horas antes de la intervención de Alarcón, primera referencia pública a las medidas, el ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, calificó las decisiones de "migajas" que en nada alteran la posición de su país respecto del embargo de cuatro décadas.

"Nosotros seguiremos luchando por el levantamiento del bloqueo", dijo Rodríguez, quien, en conferencia de prensa, aclaró, además, que el espacio otorgado al sector privado no llevará al país hacia una economía de mercado.

Informes oficiales estiman que el bloqueo ha costado hasta la fecha a la economía cubana pérdidas por 60.000 millones de dólares. (FIN/IPS/pg/mj/ip/98

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