Desde noviembre, muchos sudcoreanos han hecho cruceros y pequeñas excursiones por tierra a Corea del Norte, antes territorio prohibido.
La mayoría de ellos estaban tan deseosos de encontrarse con norcoreanos comunes que ver a personas como la joven guía Kim Yon- Shill los hace llorar.
Kim, 23 años, es encantadora y bromea, pero aunque no fuera así se ganaría el corazón de sus huéspedes, turistas de edad avanzada provenientes de Corea del Sur, sólo por el hecho de ser norcoreana.
"Me siento como si viera a mi propia nieta", dijo Kang So-In, de 72 años, al besar a la guía en la mejilla.
Una escena semejante era inimaginable hace apenas dos años. Después de todo, ambas Coreas siguen técnicamente en guerra desde el conflicto bélico que tuvo lugar entre 1950 y 1953.
Pese a la división de la península en dos países y a la animosidad que domina sus relaciones políticas, aparentemente los lazos emocionales entre los pueblos siguen intactos.
Grupos conservadores de Corea del Sur criticaron la política del presidente de ese país, Kim Dae Jung, quien impulsa el establecimiento de mayores vínculos con Corea del Norte, pero la población aplaude esos esfuerzos del gobierno.
No todo es perfecto, sin embargo. Por ejemplo, el gobierno de Corea del Sur todavía sospecha que su par del norte envía submarinos a espiarlo.
Pero el criterio de Kim Dae Jung es que "negocios son negocios", lo cual significa que los problemas políticos no deben afectar las transacciones comerciales con el vecino del norte.
Por lo tanto, las empresas sudcoreanas han estado pensando qué negocios emprender en Corea del Norte.
Una de las más activas ha sido Hyundai, que prometió unos 940 millones de dólares al gobierno de ese país a cambio de una concesión exclusiva para explotar la zona septentrional del monte Chumming.
Ese conglomerado de empresas también desea transformar la región sudoccidental del monte Kumgang en un complejo dedicado al turismo internacional que atraería no sólo a previsibles multitudes de sudcoreanos sino también a visitantes chinos, japoneses y occidentales.
De hecho, los hermosos paisajes de Kumgang ya son visitados por grupos de sudcoreanos que no se quejan de realizar el duro viaje a esa zona montañosa.
"Sentí que era como un sueño estar de vuelta en mi tierra natal", recordó un sudcoreano que viajó hace poco al país vecino, aunque agregó que habría querido hablar con otros norcoreanos además de los guías, y quizá probar más platos típicos.
Hyundai también propuso al gobierno de Corea del Norte la transformación de la costa occidental de ese país en una región industrial, combinando capital del sur y fuerza de trabajo del norte para producir mercancías destinadas a la exportación.
"No tenemos que instalar en países lejanos como Indonesia o Tailandia nuestras fábricas de vestimenta, zapatos y juguetes, que emplean mano de obra en forma intensiva. La fuerza de trabajo norcoreana es capacitada pero barata, y comparte nuestro idioma y nuestra ética laboral", dijo un ejecutivo de Hyundai.
Tales iniciativas son bienvenidas por las autoridades de Corea del Sur y la mayor parte de su población, pero algunos analistas políticos piensan que el gobierno norcoreano se aprovecha de la ingenuidad de sus vecinos del sur, de los cuales recibe ayuda y dinero mientras sigue fortaleciendo su propio poderío militar.
Ante estos argumentos, expertos como el profesor de economía Yoon Tok-Kong, de la Universidad de Yonsei, replican que las probabilidades de una nueva guerra disminuirán mucho si las economías de ambas Coreas se entrelazan.
"El aumento de los vínculos económicos y culturales haría inevitable el comienzo de alguna forma de diálogo semioficial entre los gobiernos para apoyar ese proceso de integración", comentó a su vez el viceministro de Unificación de Corea del Sur, Jeong Se-Hyun.
El fortalecimiento de los lazos económicos entre ambas Coreas se vio afectado, de todos modos, por la crisis regional. El comercio entre los dos países fue de 323 millones de dólares entre enero y noviembre de 1998, 31 por ciento menos que en el mismo período de 1997.
Por ahora, el flujo de "exportaciones culturales" se orienta en forma predominante de norte a sur. Ya no es raro que la televisión sudcoreana emita telenovelas producidas en Corea del Norte, como "Lim Kok-Jong", acerca de una especie de Robin Hood moderno, o dibujos animados norcoreanos.
En otoño de este año, un circo de Corea del Norte con 30 integrantes cruzará la frontera para realizar especáculos junto a colegas sudcoreanos durante un mes.
Pese al récord de dos millones de desempleados en Corea del Sur, el gobierno de ese país mantiene su propósito de proporcionar ayuda al vecino del norte.
Sólo en 1998, grupos civiles sudcoreanos donaron a Corea del Norte carne, cereales, fertilizantes y productos médicos por valor de 20,5 millones de dólares. El gobierno donó, a su vez, cereales y otros alimentos de un valor estimado de 11 millones, según datos del Ministerio de Unificación.
Cuando la Cruz Roja Internacional anunció que suspendía sus entregas de asistencia alimentaria a Corea del Norte, por la sospecha de que el gobierno de ese país las empleaba para alimentar a sus soldados, y que las sustituiría por productos médicos, la medida molestó a muchos sudcoreanos.
"La decisión de la Cruz Roja es descorazonante si se piensa en los niños norcoreanos que sufren hambre. El organismo internacional debe haber perdido la paciencia con Corea del Norte, pero deseamos que cambie de opinión y reanude la provisión de alimentos", dijo un editorial del popular diario Chosun.
Días después, el gobierno sudcoreano anunció que entregaría fertilizantes y semillas a Corea del Norte, sin compromiso alguno de contrapartidas, si el gobierno de ese país lo solicitaba.
"Estamos listos para entregarlos si nos piden que lo hagamos. Ya no reclamaremos al gobierno norcoreano, a cambio de esas donaciones, que permita la reunión de las familias separadas de ambos países", declaró el ministro de Unificación, Kang In-Duk. (FIN/IPS/amy/sb/js/mp-dg/ip-if/99
