COLOMBIA: Guerra a muerte entre guerrilla y paramilitares

El mayor grupo guerrillero de Colombia cobró una cruenta revancha al jefe paramilitar Carlos Castaño, con quien libra una guerra a muerte, en vísperas de que su líder, Manuel Marulanda "Tirofijo" se siente a la mesa con el presidente Andrés Pastrana para negociar la paz.

Este sábado aún no se conocía el número exacto de muertos, que serían entre 30 y 50, dejado por el contundente ataque de varios frentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) contra las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a principios de esta semana en el norteño departamento de Córdoba.

El coronel Miguel Angel Cárdenas reveló una lista de 10 víctimas identificadas, algunos de cuyos cadáveres fueron mutilados.

El comandante Ruben, del Frente José María Córdoba de las FARC, que lideró el ataque, reconoció el viernes al canal de televisión RCN que la guerrilla incendió dos viviendas y habló de 18 bajas de las AUC, en la localidad El Diamante, una de las ocho atacadas.

Pero dijo que el daño causado no fue sólo responsabilidad de la guerrilla. "Al ver que los estábamos venciendo (…) los paramilitares quemaron algunos ranchos para que no les cogiéramos los equipos y las municiones", y aseguró que "a los paramilitares los estan pasando como civiles".

Los desplazados serian unos 300 que salieron hacia Tierra Alta desde el escenario de los combates en la región del Nudo de Paramillo, una importante reserva natural, reducto de seguridad de Castaño y sus hombres de mayor confianza.

Ruben descartó la muerte de Castaño, con lo que puso fin a una cadena de rumores sobre su baja en combate, lo que no aminora el impacto militar del ataque guerrillero al comando paramilitar, que se llegó a considerar intocable.

Santander Lozada, lugarteniente paramilitar, confirmó desde Paramillo que en el ataque cayó "El Alemán" -apodo de otro hombre de confianza de Castaño- y "Esteban", miembro de la dirección del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que estaba secuestrado.

A Esteban lo secuestró el Grupo Antisecuestro de la Policía (Gaula) para entregárselo a los paramilitare, denunció el 23 de diciembre a la cadena Radionet, Nicolás Rodríguez "Gabino", máximo comandante del ELN, grupo que a su vez mantiene secuestrado a un pariente de Castaño.

La secuela de horror y desolación que dejó en la población campesina el ataque al anillo de seguridad de Castaño, es otro episodio de una vieja venganza entre los bandos de izquierda y derecha de las fuerzas irregulares de Colombia.

La historia es larga y tiene su origen en la disputa por el predominio territorial de la región de Urabá, en los departamentos de Córdoba, Antioquia y Chocó, próxima a Panamá.

Las AUC con un reconocido poderío militar -han realizado operativos aéreos- surgieron como el brazo armado de los terratenientes y ganaderos de la región, cansados de las presiones e influencia de la guerrilla.

También cuentan con complicidades desde el ejército, como denunciaron miembros de las mismas Fuerzas Armadas, y reciclaron la inversión de los narcotraficantes en ejércitos privados.

Antes de Carlos Castaño, a fines de la década del 80 y comienzos de la actual fue su hermano, Fidel Castaño, quien comandó operativos de terror colectivo en masacres de trabajadores bananeros.

Los hermanos Castaño se habrían alzado en armas contra la guerrilla para vengar la muerte de su padre a manos de las FARC.

La guerra sucia llegó a tal punto y fueron tan siniestros los métodos paramilitares que Fidel Castaño no sólo es recordado por sembrar la muerte sino también por haber entregado a las viudas de sus víctimas, predios escriturados.

Era una forma de crear base social para su movimiento que, en los últimos años, comandado por su hermano Carlos, ha buscado una interlocución política con el gobierno.

A la expulsión de las FARC de Urabá contribuyó el debilitamiento militar, hasta la negociación, logrado por el gobierno entre 1990 y 1994, período en el cual las alas mayoritarias del Ejército Popular de Liberación (EPL) dejaron las armas y firmaron la paz.

Algunos de los ex combatientes legalizados se incorporaron a los servicios secretos de seguridad del Estado y otros a las autodefensas de Castaño, cada vez más cohesionadas como movimiento.

Luego vino la llamada "operación tenaza" para desplazar a las FARC hacia el sur del país, zonas de tradicional predominio insurgente.

En 1996, Carlos Castaño confirmó la muerte de su hermano Fidel y, en una entrevista a la revista Semana de Bogotá, explicó su proyecto estratégico: Las FARC controlarían las zonas más atrasadas, en el selvático sur, y las autodefensas las más desarrolladas, en la norteña región del Caribe.

"El poder económico del país está en el norte, donde está la autodefensa", dijo Castaño. "Si las FARC pierden la guerra en Urabá, es el principio del fin de esa organización. Ese día la avanzada de las autodefensas no la parará nada".

El ataque de fin de año de las FARC a Paramillo intentó derrotar el pronóstico. A la guerrilla "no la han sacado de Córdoba y Urabá", aseguró Ruben.

En octubre, alardeando del predominio logrado en la zona que antes controlara la guerrilla izquierdista, Castaño dijo: "yo voy a dormir tranquilo en el Nudo de Paramillo". Pero esta semana las FARC le quitaron el sueño a su archienemigo.

Y si no lo mataron, causaron gran mella al mito de la inexpugnabilidad de su cuartel general, que por las imágenes de televisión cuenta con tres habitaciones con baño privado, antena de televisión satelital, trincheras y acueducto y alcantarillado propio.

El ataque fue contundente y llenó de terror a los pobladores de la zona en poder de los paramilitares. Los cadáveres mutilados, algunos de niños, horrorizaron a los delegados de la Defensoría del Pueblo, que pidió a la guerrilla cumplir las normas del Derecho Internacional Humanitario.

El jefe sanitario de Tierra Alta se mostró asombrado por las secuelas del combate. "Esto en medicina se llama genocidio", afirmó.

Pero no es un horror nuevo, sino sólo otro eslabón de una cadena de venganzas. El 26 de octubre de 1997, las AUC incursionaron en el municipio de Ituango, en el departamento de Antioquia, incendiaron 40 casas y declararon el exterminio a los auxiliadores de la guerrilla.

A estas acciones las llaman "operaciones de limpieza", que dejaron 500 muertos sólo en Antioquia, donde operan 25 frentes.

Se trata de venganzas de fin de milenio, acumuladas desde hace medio siglo. Antes los nombres de los protagonistas de la violencia liberal-conservadora que antecedió a la actual hablaban por sí solos: "Desquite", "Venganza", "Sangrenegra".

Estas viejas cuentas por cobrar de bandos enemigos se producen en un país que el día 7, en las mesas de diálogo entre el gobierno y las FARC -y luego con el ELN y los paramilitares- apuesta a cambiar su destino. (FIN/IPS/mig/ag/ip-hd/98

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