Con el inicio del último año del milenio, comenz ó a regir en Chile la rebaja gradual del arancel externo único, cuya tasa disminuyó de 11 a 10 por ciento y seguirá bajando hasta seis por ciento en el 2003.
La medida, considerada una señal de confianza de Chile en la apertura de los mercados cuando la crisis internacional hace renacer tendencias proteccionistas, fue aprobada en septiembre último por el Congreso tras un prolongado debate.
El gobierno del presidente Eduardo Frei se comprometió a rebajar el arancel externo único en 1996, para conseguir la aprobación del Parlamento al tratado de asociación con el Mercado Común del Sur (Mercosur), que entró en vigencia en octubre de ese año.
Los empresarios agrícolas y la oposición derechista eran partidarios de una rebaja inmediata de 11 a ocho por ciento, pero finalmente el ministro de Hacienda, Eduardo Aninat, logró apoyo parlamentario para una rebaja mayor, pero gradual.
La ley promulgada en septiembre estableció así la dismunición de los impuestos a las importaciones y exportaciones en cinco puntos, a un ritmo de un punto por año desde el 1 de enero de 1999 hasta igual fecha de 2003.
En lo inmediato, la medida implicará una rebaja adicional en los precios de las importaciones, sobre todo las procedentes del sudeste asiático, abaratadas durante 1998 con las devaluaciones monetarias.
Ello sin embargo no implicará ningún beneficio significativo para los consumidores chilenos, ya que los comerciantes reciben este menor arancel como una compensación a la caída registrada en su actividad a consecuencias de la crisis.
Así lo señaló este sábado al diario La Tercera el vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio, Mario Agliati, quien recordó que en noviembre las ventas del sector tuvieron una caída de nueve por ciento, la mayor de los últimos 11 años.
El sector agrícola, así como industrias que emplean en alto grado insumos y equipos importados se verán favorecidos por la rebaja arancelaria, ya que podrán disminuir sus costos de producción.
El economista Erick Haindl, de una universidad privada, dijo que al aumentar las importaciones, como consecuencia del menor arancel, habrá una mayor demanda de dólares que contribuirá a aumentar el tipo de cambio, lo cual será a su vez un incentivo para los exportadores.
Entre los perjudicados por la rebaja arancelaria se señala a la agricultura tradicional, que estará en peor pié para competir con importaciones de granos y carnes, y a algunas líneas industriales, como la textil.
El gobierno ha negociado cláusulas de protección para la agricultura tradicional en los tratados comerciales con el Mercosur y Canadá y se comprometió, en la discusión sobre la rebaja de aranceles, con inversiones para modernizar el sector.
La política de apertura comercial fue impuesta en Chile por la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90), que ya en 1974 bajó a 25 por ciento los aranceles para productos alimenticios, a 30 por ciento para los insumos y 35 por ciento para las manufacturas.
Entre 1977 y 1979 el régimen militar rebajó gradualmente las tasas arancelarias para llegar a un impuesto único de 10 por ciento, que aument ó a 20 por ciento en 1983 y a 35 por ciento en 1984 como respuesta a la recesi ón internacional.
A comienzos de 1985, el entonces flamante ministro de Hacienda, Hernán Büchi, dispone una baja del arancel externo único a 30 por ciento y en junio de ese mismo año a 20 por ciento, para disminuirlo en 1988 a 15 por ciento.
La última baja del arancel externo único, previa a la que entró ahora en vigencia, tuvo lugar en 1991, bajo el gobierno de transición democrática de Patricio Aylwin (1990-94), cuando se estableció la tasa de 11 por ciento. (FIN/IPS/ggr/if/98)