Unos 250.000 peregrinos llegaron hoy a Yumbel, en el sur de Chile, para venerar la imagen de san Sebastián, cuyo traslado fue impedido por los habitantes de la localidad en una virtual guerra santa con la jerarquía eclesiástica.
La polémica creada por el fallido intento de abrir un nuevo santuario en un sitio distante 7,5 kilómetros de Yumbel atrajo este año a un número sin precedente de fieles, al aumentar el interés por la estatuilla del santo, a la cual se atribuyen facultades milagrosas.
La localidad de 25.000 habitantes, situada 530 kilómetros al sur de Santiago, tiene en la fiesta de san Sebastián cada 20 de enero una intensa actividad no sólo religiosa, sino también turística y comercial.
Los yumbelinos se opusieron con medidas de fuerza al propósito del párroco Pedro Tapia de trasladar la imagen desde la iglesia del pueblo a un nuevo sitio especial de oración y peregrinación, en un paraje rural denominado san José del Espino.
La habilitación del nuevo santuario fue apoyada por Antonio Moreno, arzobispo de Concepción, uno de los jerarcas más conservadores de la Iglesia católica chilena, a cuya arquidiócesis pertenece Yumbel.
La estatuilla de 73 centímetros de altura del santo, tallada en tiempos de la Colonia en madera de cedro, fue llevada a san José del Espino subrepticiamente por Tapia el día 11, burlando el cerco humano que montaron frente a la parroquia unos mil habitantes de Yumbel.
Este hecho enardeció a la comunidad, que apedreó una escuela religiosa anexa al templo, destruyó dos bueses de peregrinos y bloqueó la carretera a san José del Espino, generándose enfrentamientos con efectivos de la policía de Carabineros.
Entre crecientes muestras de repudio hacia el párroco Tapia, un Comit é de Defensa del Santuario de Yumbel, encabezado por comerciantes, resolvió instalar una nueva imagen del santo y mantener el lugar tradicional de oración y procesión para las fiestas del 18 al 20 de enero.
La comunidad amenazó incluso con contratar sacerdotes extranjeros para celebrar los oficios religiosos en Yumbel, en caso de que el arzobispo de Concepción insistiera en habilitar el nuevo santuario.
La firme actitud de los yumbelinos obligó a una negociación, en la cual actuó como mediador el intendente (representante gubernamental) de la octava región del Bío-bio, Martín Zilic.
El viernes último, el arzobispo Moreno y el párroco Tapia llegaron a un acuerdo con los representantes de la comunidad, para devolver la imagen a Yumbel y celebrar la respectiva procesión, así como los demás oficios de san Sebastián, en el santuario original.
La decisión fue en alguna medida apoyada por autoridades y organismos gubernamentales que objetaron las condiciones sanitarias y ambientales del nuevo santuario, así como el hecho de que un terreno agrícola se destine a otros fines.
Tapia volvió a provocar la furia de los yumbelinos el lunes, cuando dispuso que la imagen del santo retornara a la parroquia en horas de la madrugada, frustrando a miles de fieles que le habían preparado un recibimiento público para el mediodía.
La celebración religiosa de este miércoles coincidió con el inicio de una campaña de la comunidad de Yumbel de recolección de firmas para demandar la remoción del párroco, a quien se acusa de profitar de las ganancias que la imagen deja a la Iglesia, estimadas en 400.000 dólares al año.
Los fieles sostienen que Tapia posee propiedades y negocios, además de ser propietario del automóvil más caro del pueblo, pero el sacerdote se defiende afirmando que todos esos bienes los adquirió con sus ahorros.
Juan Carlos Coronatta, gobernador de la provincia del Bío-bio, inform ó que el clima de irritación hacia el párroco obligó a adoptar medidas preventivas este miércoles, reforzando la vigilancia en Yumbel con 50 policías adicionales.
El arzobispo Moreno dijo en Concepción que sigue siendo partidario de que el santuario sea trasladado en el futuro a san José del Espino, lo cual contribuyó a aumentar el encono de los yumbelinos con la jerarquía eclesiástica.
Coronatta lamentó el mal ambiente de los últimos días, así como los actos de agresión que se produjeron en esta crisis, que atribuyó al hecho de que las decisiones sobre la imagen de san Sebastián "no fueron socializadas con la comunidad".
El gobernador discrepó con que se insista en trasladar el santuario a un lugar objetado también por las autoridades ambientales y sanitarias y pidió que la situación se revise "desde el principio y con las cosas bien hechas".
Los ánimos tenderán seguramente a calmarse en los próximos días, ya que las fiestas de san Sebastián volverán a dejar sus tradicionales beneficios económicos para los habitantes de Yumbel, una localidad que el resto del año vegeta en la rutina de la agricultura y la explotación forestal.
La crisis escribió un nuevo capítulo en la ya larga historia de esta imagen religiosa, que habría sido traída a Yumbel en el siglo XV, por los conquistadores españoles que levantaron allí un fuerte militar.
San Sebastián fue un general romano convertido al cristianismo que se negó a abjurar de su fe, pese a ser azotado y luego atravesado por flechas en todo su cuerpo, como lo muestra la venerada y polémica estatuilla de Yumbel. (FIN/IPS/ggr/rc/98)