La crisis económico-política causada por la moratoria de pagos del estado de Minas Gerais anticipó casi cuatro años en Brasil la disputa por la sucesión del presidente Fernando Henrique Cardoso, que el 1 de este mes empezó su segundo mandato.
La decisión del gobernador de Minas Gerais y ex presidente Itamar Franco (1992-1994) de suspender por 90 días el pago de la deuda del estado con el gobierno federal parece un intento de marcar posiciones y ocupar espacios politicos, en un momento en que se poducen los primeros movimientos estratégicos para definir el liderazgo de la oposición.
Franco abrió las hostilidades contra Cardoso, que fue su ministro de Hacienda, aparentemente com un doble objetivo: convertirse en el principal crítico del presidente, con quien mantiene una dificil relación desde hace años, y provocar la reacción del gobernador de Río Grande del Sur, Olivio Dutra, considerado un fuerte candidato a encabezar la izquierda.
La decisión de Minas Gerais debilitó la posición del gobierno federal ante los inversionistas extranjeros, que temen el aumento de las dificultades de Cardoso para cumplir sus compromisos de reducción del gasto y de aumento de los ingresos fiscales, y amenazó desestabilizar la base política del presidente.
Cardoso necesita una tregua política para tranquilizar al sector financiero internacional y frenar la fuga de dólares que desde octubre reduce las reservas del Banco Central.
La reacción del presidente, quien aseguró que Brasil no dejará de pagar ni un centavo de sus compromisos externos, puede disminuir la incertidumbre de los mercados financieros. Pero la tregua política en el frente doméstico parece más lejana que nunca.
El gobernador de Minas Gerais realizó una apuesta de alto riesgo, según advirtieron los principales analistas políticos.
La moratoria declarada puso en expectativa a los gobernadores de los otros 26 estados del país y creó un dilema en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que tiene tres ministros en el gobierno federal y también cuenta a Franco entre sus dirigentes.
El PMDB está ahora ante una encrucijada. Si desautoriza a Franco para mantener su posición en el gobierno, pierde a su más probable candidato presidencial para el 2002. Y si lo apoya, se desploma el esquema de sustentación de Cardoso.
En caso de que el PMDB respalde a Franco, el presidente tendrá que reestructurar su equipo de gobierno, menos de un mes después de designarlo, y puede quedar en minoría en las dos camaras del Congreso nacional.
Todos los gobernadores siguen atentamente el desarrollo de la crisis provocada por Minas Gerais. Una moratoria general de pagos de las administraciones estaduales haría imposible al gobierno el cmplimiento de las metas pactadas en diciembre con el Fondo Monetário Internacional (FMI) para obtener créditos por 40.000 millones de dólares.
La enérgica reacción de Cardoso tuvo el propósito de tranquilizar a los acreedores externos de Brasil, pero internamente se cree que el presidente tratará de buscar una solución negociada para la crisis.
Una negociación que inevitablemente beneficiará todos los demás gobiernos estaduales endeudados, lo que sin duda provocará escalofrios entre los credores externos del país.
Pase lo que pase, dicen analistas como Janio de Freitas, del diario Folha de SFo Paulo, Franco logró por lo menos una cosa: provocar una guerra prematura por la sucesión presidencial en el 2002. (FIN/IPS/cc/ff/ip if/99