/BOLETIN-DD HH/ AMERICA LATINA: La integración represiva bajo Pinochet

El Cono Sur de América, hoy unido en el Mercosur, vivió en décadas pasadas otro tipo de integración: la represión conjunta de los regímenes militares, cuyos detalles son difundidos ahora a raíz de la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet en Gran Bretaña.

La llamada Operación Cóndor involucró incluso a la central hidroeléctrica binacional Itaipú, compartida en la frontera por Brasil y Paraguay, informó el martes pasado el diario brasileño O Globo, que publica desde el domingo 3 una serie de reportajes sobre el "Mercosur del terror".

Cerca de 200 de los 10.000 trabajadores que construían la represa en los años 70 eran espías de los organismos represivos, encargados de informar sobre movimientos de "subversivos" de cualquier nacionalidad, reveló un policía brasileño jubilado que trabajó en la frontera en aquellos años.

Documentos que comprueban el aprovechamiento de la ubicación estratégica de Itaipú fueron descubiertos en 1992 cerca de Asunción por el abogado paraguayo Martín Almada, en la documentación secreta de la Policía que constituye los denominados "Archivos del Terror".

Almada, abogado y profesor preso y torturado por la policía del ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner entre 1974 y 1977, envió algunos documentos al juez español Baltasar Garzón, que intenta obtener la extradición de Pinochet para juzgarlo por el asesinato de ciudadanos de varias nacionalidades, incluso españoles.

Los documentos sobre Itaipú estaban en Paraguay porque todos los agentes infiltrados en las obras eran registrados como funcionarios paraguayos, pero hay allí documentos escritos en portugués, como el que informa sobre 19 militantes del grupo guerrillero argentino Ejército Revolucionario del Pueblo.

El "huevo" del Cóndor fue puesto en los años 60 por Estados Unidos, al entrenar a militares latinoamericanos en la lucha contra la insurgencia, pero las operaciones conjuntas en el Cono Sur tomaron cuerpo tras el golpe militar de Pinochet en 1973, según Almada.

Durante el gobierno del socialista Salvador Allende (1971- 1973), Chile concentró miles de exiliados políticos y guerrilleros latinoamericanos, especialmente del Cono Sur, casi todos huyendo de dictaduras militares o buscando sobrevivir al exterminio de sus grupos.

La caza de extranjeros caracterizó al golpe de Pinochet, tal como los fusilamientos en masa de los partidarios de Allende. Por lo menos cinco brasileños fueron muertos por los golpistas chilenos.

Sobrevivientes del estadio Nacional de Santiago, convertido en inmensa prisión, dijeron haber sido interrogados por agentes brasileños.

Uno de ellos es José Araujo Nóbrega, un ex policía que adhirió a la lucha guerrillera urbana en Brasil en los años 60, quien fue preso y terminó en Chile, canjeado por un embajador secuestrado.

Detenido, fue retirado del estadio junto con un grupo que los militares decidieron fusilar en las afueras. Herido en el pie, simuló estar muerto bajo otros cuerpos. Logró escapar y refugiarse en una embajada.

La muerte de los cinco brasileños, bajo tortura o fusilados, fue reconocida en 1993 por el gobierno chileno, que indemniza a sus familias con una pensión, aunque no se localizaron los cuerpos de tres de ellos.

Sus historias, así como la integración de los aparatos represivos de las dictaduras militares de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, son contadas en el libro "Operación Cóndor", del periodista brasileño Nilson Mariano.

Pero el Movimiento Justicia y Derechos Humanos, de Porto Alegre, ciudad del sur de Brasil, identifica a otros tres brasileños desaparecidos en Chile tras el golpe.

Casos similares ocurrieron con exiliados de otras nacionalidades, como argentinos y uruguayos. Pero esa internacional de la tortura y la muerte operó en todos los países del Cono Sur.

Hay historias comprobadas e indicios de brasileños presos en Argentina que desaparecieron, así como de argentinos muertos en Brasil.

Un taller para automóviles, en el barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, sirvió en 1976 para torturar presos extranjeros, denunciaron los pocos sobrevivientes.

Dos uruguayos, Lilián Celiberti y Universindo Díaz, fueron presos y torturados en Brasil en 1978 y conducidos a Uruguay, en un caso que se convirtió en escándalo en la prensa y que convirtió a la Operación Cóndor en una cuestión pública.

En Argentina fueron asesinados en los años 70 el general chileno Carlos Prats, jefe de las Fuerzas Armadas que se mantuvo leal a la Constitución de su país, y el boliviano Juan José Torres, general golpista que adoptó posiciones izquierdistas, dejando claro que las fronteras no protegían a los exiliados.

La participación brasileña en la integración represiva fue importante en el entrenamiento de agentes de todo el Cono Sur, según documentos ahora conocidos.

El Servicio Nacional de Informaciones actuó en muchos países y ayudó a crear un organismo similar en Chile , la Dirección e Inteligencia Nacional (DINA), que pasó a encabezar la Operación Cóndor. (FIN/IPS/mo/mj/hd ip/98

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