/BOLETIN-CIUDADES DEL MERCOSUR/ URUGUAY: El carnaval que no espera el calendario

Uruguay comenzó esta semana su carnaval, que si bien no es de los más famosos, es uno de los más largos del mundo y de los que más artistas y público movilizan en relación a la población.

Heredera de la tradición popular española, la fiesta se extenderá hasta el 15 de marzo, con la actuación diaria, sólo en la capital, de unos 2.000 artistas de las más variadas disciplinas, que a la vieja manera de los "cómicos de la legua" recorrerán un promedio de cinco a 10 escenarios cada noche.

Si bien esta tradición está extendida en todo el territorio uruguayo, donde la mayoría de las ciudades proponen fiestas similares, Montevideo, con casi 46 por ciento de los 3,3 millones de habitantes del país, ha desarrollado un carnaval muy distinto al del resto de América Latina.

Aunque todavía conserva parte de la algarabía y participación popular que tuvieron estas fiestas entre los años 1930 y 1950, el paso del tiempo lo ha transformado en una sucesión de espectáculos barriales, más próximos a la cultura teatral que a las "fiestas paganas" donde el mundo se pone del revés.

Los 20 tablados (escenarios al aire libre) montados en distintos partes de la ciudad, a los que se suma el Teatro de Verano, donde se compite con reglas muy estrictas, comparando propuestas estéticas y letras, y con tiempo delimitado de actuación, difieren totalmente del famosísimo Carnaval de Río de Janeiro.

"Como el carnaval del Uruguay no hay", decía un eslogan de mediados de este siglo que trascendió fronteras.

La publicidad de ese entonces no exageraba, ya que los 250 tablados que existían en una ciudad que era la mitad de la actual y convocaba a miles de visitantes de países vecinos, en lo que fue para los historiadores el inicio de la industria turística en el país.

Unas 250.000 personas concurren a los tablados durante los 45 días de actividades, en una capital con poco más 1,3 millones de habitantes, lo que significa la principal actividad cultural del país.

Otras características propias la da el hecho de que el inicio y fin del "carnaval uruguayo" es el mismo cada año -desde el último viernes de enero hasta mediados de marzo- sin tomar en cuenta la fecha oficial indicada en el calendario, que en 1999 corresponde a los días 14, 15 y 16 de febrero.

También tienen característica propias las agrupaciones que presentan ofertas artísticas de la más variada expresión y origen, entre las que se cuentan la "murga", "revista musical", "comparsas lubolas" (expresión de la cultura afrouruguaya), "parodistas" y "humoristas".

Todos estos elencos recogen como elemento central para sus puestas en escena y mensajes la crítica social y política, con características locales, pero tomando la esencia original de la fiesta.

El antiguo rito al rey Momo nacido unos 2.000 años antes de Cristo está marcado históricamente por acontecimientos religiosos, esotéricos y, escencialmente, políticos.

Como se desprende de las investigaciones de los primeros elementos carnavalescos encontrados, pertenecientes a la cultura babilónica desarrollada entre los ríos Tigirs y Eufrates, en el templo del dios Marduk se celebraba durante los primeros cinco días de la primavera una fiesta que es base del carnaval actual.

En ese lapso todas las estucturas sociales y políticas del reino cambiaban sus papeles, y hasta los siervos mandaban a sus amos, en una suerte de subversión aceptada de manera pública, para terminar en la tarde del quinto día de manera trágica.

El rey sustituto (Momo) que durante cinco días comía los mejores manjares y disfrutaba de todos los placeres de la vida para luego ser ejcutado al final de la fiesta, era elegido entre lo peor del pueblo.

El historiador Carlos Gérard indica que con la muerte del soberano sustituto se redimía al legítimo y, por extensión, a su pueblo, liberando a ambos de toda malicia, impureza y soberbia.

Esa suerte de transformación ficticia de la realidad por escaso tiempo llegó hasta América de la mano de los españoles en la conquista, aunque ya la cultura cristiana había hecho lo suyo adaptando la fiesta pagana a una especie de liberación previa al comienzo de 40 días de ayuno antes de Pascua.

Mientras en la zona de la cordillera de los Andes esta cultura hispánica se mezcló con las tradiciones indígenas, produciendo un verdadero sincretismo, en el Río de la Plata adoptó desde la época de la colonia un perfil diferente al resto del continente.

En Montevideo, hasta fines del siglo XIX reinó el carnaval denominado "bárbaro", anárquico, espontáneo y con juegos peligrosos, que servía de escape brutal, únicos días de tregua en las guerras civiles que asolaron el país.

Los festejos en esa época duraban aún más que los actuales, ya que comenzaban en Navidad y seguían hasta entrada la Cuaresma cristiana, con bailes de máscaras en que la colectividad negra se integraba con los blancos.

El candombe, ritmo surgido en los tiempos de la esclavitud como forma de mantener vigente la tradición africana, servía de elemento aglutinador.

La aceptación de su música, distintiva de la raza negra en el Río de la Plata, fue también un vehículo liberador a mediados del siglo pasado y hoy las denominadas "Llamadas", donde desfilan las "comparsas lubolas' con centenares de integrantes, es otro de los distintivos particulares del carnaval uruguayo.

El "carnaval bárbaro" llegó hasta 1870, cuando el presidente Lorenzo Batlle lo prohibió, haciendo lugar al reclamo de las clases sociales dominantes.

El decreto de Batlle autorizaba, sin embargo, a suplantar el "carnaval bárbaro" por representaciones artísticas, base de lo que luego sería el "carnaval espectáculo", lo que significó un cambio drástico de las costumbres en un país que ingresaba lentamente en una era de paz interna.

En ese final de siglo aparecen las primeras comparsas y 'troupes' al estilo de las estudiantinas españolas, según narra la historiadora uruguaya Milita Alfaro, en su investigación "Carnaval y modernización. Impulso y freno del disciplinamiento (1873-1904)".

Alfaro señala que en aquellos años se esbozó lo que a partir de 1930 y hasta hoy configura la versión clásica del carnaval montevideano, con concursos de disfraces, desfiles de carrozas y agrupaciones artísticas, serpentinas y, en especial, la aparición de las murgas.

La murga nació de una parodia que un grupo de amigos hizo en 1909 de la presentación en Montevideo de la compañía de teatro de zarzuelas de España "La Gaditana".

Esa agrupación, que se llamó "La Gaditana que se va", fue la primera murga, el fenómeno más reconocido a nivel internacional de la fiesta de carnaval en la capital uruguaya.

Al poco tiempo, estos grupos de 15 cantantes como máximo más una batería a cargo de un músico que ejecuta el redoblante, otro el bombo y un tercero los platillos, pasó a representar sus respectivos barrios, generando una verdadera competencia que llega hasta la actualidad.

La temática de las letras, con fuertes críticas a gobernantes, dirigentes sociales y actitudes ciudadanas, constituyó a las murgas en una especie de grupo de juglares del siglo XX que, a decir de varios historiadores, reflejaron con exactitud las transformaciones que tuvo el país en los últimos 80 años.

Esta modalidad crítica hizo que sus participantes sufrieran censura, persecución y hasta cárcel durante la dictadura de los años 70.

Los militares que gobernaron el país entre 1973 y 1985 trataron de prohibir los festejos de carnaval, aunque no llegaron a concretarlo, como sí lo hizo la junta militar de Argentina, que en 1976 borró por decreto la festividad del calendario.

Las murgas tienen la particularidad de que la mayoría de sus miembros se dedican a actividades artísticas sólo los 45 días de carnaval, mientras el resto del año cumplen otras actividades. El murgista puede se un empleado público, un obrero industrial o un ejecutivo de una empresa trnasnacional. (FIN/IPS/dm/ff/cr/99

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