Tras 25 años de silencio literario, el argentino Ernesto Sábato publicó un nuevo libro, que fue mal recibido por la crítica, pero resultó un fenómeno de ventas, superando incluso a sus celebradas novelas de los años 40 y 60.
En apenas tres semanas, "Antes del fin" vendió 90.000 ejemplares, y según la editorial que lo publica, aún hay demanda insatisfecha que la obliga a reimprimir de a 10.000 libros por semana, sin contar con la tirada en México -10.000-, España – 20.000-, Colombia y Chile.
La editorial calcula que se venden casi 2.000 libros por día en Buenos Aires, y en algunas librerías dicen que apenas dos horas después de recibido ya se agota. Por supuesto, está entre los libros más vendidos desde su aparición el 10 de diciembre.
"El Túnel" y "Sobre Héroes y Tumbas", obras anteriores del mismo autor, habían vendido 27.000 y 45.000 ejemplares respectivamente en poco más de un mes.
Luego, esos textos de Sábato, convertidos en clásicos de la literatura argentina, se reeditaron hasta el infinito.
Desde hacía seis años, el autor, ya de 87 años, decía estar redactando sus memorias con el título que finalmente dio a la obra. Aunque más que biográfico, el libro es un ensayo escrito en la forma de un legado para los más jóvenes, que, según confiesa, lo mantienen vivo con su admiración.
En poco más de 200 páginas, Sábato dedica poco a contar sus vicisitudes como científico -es doctor en física, pero abandonó la ciencia para dedicarse a la literatura-, como escritor o ensayista, y tampoco revela demasiado acerca de su vida personal.
En cambio, se explaya largamente sobre su crítica visión del mundo, el individualismo, la sacralización de la técnica, el materialismo, la pobreza, el deterioro del ambiente y otras lacras, y exhorta a los más jóvenes a sostener la utopía.
Es allí donde se explica el fenómeno comercial. Los jóvenes ven en Sábato a un referente cultural, un anciano lúcido y coherente que, con sus ideas nihilistas y su escepticismo, se transformó en un ídolo, dijo a IPS la crítica Alicia Martínez.
También hay una amplia franja de personas que esperaba con gran expectativa la salida del libro aún cuando no habían leído "El Túnel" (1948) o "Sobre Héroes…" (1961), dos de sus tres novelas que lo lanzaron a la fama mundial, añadió.
Sábato es autor además de numerosos ensayos, como "El escritor y sus fantasmas" o "Uno y el Universo", en los que desarrolló su visión apocalíptica del mundo moderno.
Es que Sábato salió definitivamente del restringido mundo literario para descender a los infiernos -como él mismo lo describió- en 1984, al ser designado presidente de la comisión que recibió las denuncias sobre desapariciones durante la última dictadura militar (1976-83).
Aquella Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas recabó miles de relatos sobre secuestrados, torturados, detenidos, niños nacidos en cautiverio y campos de exterminio, testimonios luego recogidos en el libro "Nunca Más".
El trabajo de recolección de datos sirvió como base para el juicio a los jefes de la dictadura, que fueron condenados por gravísimas violaciones a los derechos humanos para ser finalmente indultados.
Pero Sábato -que revela en su último libro la pena que lo aquejó cuando conoció el indulto a los ex dictadores- ya había sido erigido en un pedestal por millones de argentinos que lo idolatran.
"Es un emblema, más que un escritor", lo describe críticamente su colega Eduardo Gudiño Kieffer.
Sus editores aseguran que la audiencia de los programas de televisión se incrementa de forma vertiginosa cuando él está como invitado estelar, un hecho no muy frecuente, aunque sí responde a propuesta de participación en actos de protesta de maestros o de pobladores pobres.
"Es un fenómeno mediático", explica la escritora Ana María Shua, una de las críticas del libro y del autor, al que considera "oportunista" por publicar una obra que se promociona como probablemente el último del laureado novelista.
Pese a pertenecer a la misma generación que sus célebres colegas y compatriotas Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Sábato fue siempre un solitario y tuvo pocos amigos en el mundo literario, con excepción del francoargelino Albert Camus o el argentino Leopoldo Marechal.
Con Borges se frecuentaron poco siendo jóvenes, cuando compartían tertulias y coincidieron un tiempo en la revista Sur, pero mantuvieron una dura polémica en 1955 por diferencias políticas, hasta reconciliarse públicamente en la década pasada.
Para los críticos más benévolos con Sábato, el problema de los autores de la generación de Borges es que ninguno se le acerca en genialidad, un hecho que a veces los ensombrece injustamente.
Sin embargo, Alicia Martínez señaló que además de las diferencias de calidad, Borges tuvo una producción abundante y muy pareja, mientras Sábato y Bioy Casares cayeron en la tentación de seguir escribiendo cuando ya no tenían mucho más para decir.
Explicó que si bien la crítica entendida rechazó "Antes del fin", "es íncreíble el predicamento que tiene Sábato sobre la clase media y sobre los jóvenes", sobre todo por su compromiso con los temas de derechos humanos.
Martínez indicó asimismo que la expectativa era enorme porque desde "Abbadón, el exterminador", su última novela, escrita en 1974, Sábato sólo se dedicaba a la pintura, y no obstante, seguía estando entre los más célebres escritores argentinos.
El mismo considera que no es merecedor de tanto reconocimiento, aunque las declaraciones en ese sentido también podrían ser interpretadas como gestos de falsa modestia.
Sábato ganó en 1984 el premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, y el Menéndez y Pelayo, por "la dimensión intelectual y humanística de su obra", según justificó el jurado en 1997.
Fue varias veces candidato al Nobel, pero el propio Sábato recuerda una oportunidad en la que el presidente de la Academia Sueca elogió largamente su obra para considerarla luego "escasa" como para otorgarle el premio.
No obstante, él se aflije por sus críticos en Argentina y, según deja entrever en su último libro, fueron ellos que lo desalentaron a seguir escribiendo, más allá de sus propios arranques incendiarios con algunos escritos nunca recuperados y por los cuales está parcialmente arrepentido.
Desde hace 15 años que sólo se dedica a pintar, pero se niega a exponer para "no ganar más enemigos de los que ya gané escribiendo", tal como sostuvo en una entrevista periodística en 1998.
Sábato pareció esperar a la muerte de su esposa Matilde, para publicar "Antes del fin". Tras seis años de enfermedad, ella murió en 1998, y enseguida el texto estaba en los talleres, terminado con ayuda de asistentes y correctores.
"No quiero morirme sin decirles estas palabras: tengo fe en ustedes", confiesa al final de su libro a los jóvenes, a los que exhorta a tener esperanzas, a ser solidarios y a volver a apostar a la utopía de un mundo humanizado y sensible. (FIN/IPS/mv/dg- ff/cr/99)