Venezuela, y en especial su capital, vivían las horas previas a las cruciales elecciones presidenciales de este domingo, con la población sumida en el temor por la reacción de los seguidores del favorito, Hugo Chávez, ante su victoria y, más aún, ante su eventual derrota.
Compras nerviosas en los negocios de alimentos y la adquisición de velas y pequeñas cocinas de gas ante rumores descontrolados de que la electricidad sería cortada si llegase a perder Chávez, creaban tensión entre los cinco millones de habitantes de Caracas.
Chávez, un teniente coronel retirado que en 1992 fracasó en tomar el poder por las armas, tiene una cómoda ventaja en los sondeos para ganar los comicios, aunque los directivos de las encuestadoras no descartan las posibilidades de triunfo de su principal rival, el ex gobernador independiente Henrique Salas.
"Le he dicho a todo mi personal que si pierde Chávez ni se aparezcan por el trabajo el lunes, porque las cosas estarán encendidas", comentó Freddy Aparicio, propietario de dos estacionamientos en el centro de Caracas.
Chávez, que atrae los votos de los sectores más desposeídos de un país con 78 por ciento de la población en pobreza relativa o crítica, convocó a sus adeptos en el cierre de campaña a "no dejarse robar el triunfo", del que no tiene dudas.
"Vamos a mantener el negocio cerrado el lunes y el martes, porque uno de mis empleados cree que él se convertirá en dueño de un local vacío que hay al lado, si gana su comandante Chávez, y preferimos que las cosas se calmen antes de reabrir", comentó Agustín Maduro, dueño de una heladería.
Chávez adjudica como parte de la satanización en su contra, versiones de que proyecta traspasar propiedades o quitar los segundos automóviles y viviendas a quienes las posean, pero ese tipo de promesas es dada como cierta por empleados domésticos y miembros de los sectores más desposeídos de la población.
Sin embargo, ciudadanos de clase media se confiesan atemorizados por las muestras de vínculos de Chávez, en un pasado muy reciente, con grupos y figuras de izquierda marxista, la más señalada de las cuales es la visita que hizo a fines de 1994 a La Habana, donde exaltó el modelo cubano, delante de Fidel Castro.
El militar que hizo armas contra el gobierno constitucional en 1992 es respaldado por una coalición de partidos de izquierda, antiguos golpistas y empresarios proteccionistas, y sus adversarios aseguran que impondrá una dictadura, de izquierda para unos y de derecha para otros.
Testimonios de personas que habitan en barriadas pobres de los empinados cerros del valle de Caracas, afirman que esas ofertas han sido hechas por cuadros del partido de Chávez, el Movimiento V República, como un método de atraer votantes.
Compradores en humildes cafeterías y otros negocios en áreas populares de la capital han hasta acuñado una muletilla para iniciar sus reclamos o amenazar ante los altos precios: "Cuando gane Chávez…" bajarán los precios, se castigará a los especuladores o, al menos, el trato será diferente.
Chávez ha exhortado a sus simpatizantes a que festejen con calma y en familia, sin beber licor, y den una muestra de su alegria por el triunfo de su Polo Patriótico colocando una bandera nacional en una ventana y cantando el himno nacional.
Pero también alertó que no podrá contener que la población se movilice en las calles en defensa de su triunfo, y al cierre de su campaña esta semana convocó a sus adeptos "a declararse en emergencia permanente, porque a nosotros no nos van a robar las elecciones".
Saúl Cabrera, director de una de las principales encuestadoras del país, indica que en estos comicios se da, entre los muchos ingredientes inéditos en Venezuela, el de un componente altamente clasista, en que las capas más pobres están marcadamente con Chávez. (Fin/IPS/eg/98