La revolución electoral consumada en Venezuela el domingo con el triunfo de Hugo Chávez, entierra el modelo político partidista del último medio siglo, en un torrente que arrastra a la oposición, cuyo liderazgo comenzaron a pelearse ya exponentes del viejo y nuevo regimen.
Con más de 56 por ciento de los votos, Chávez cumplió su promesa de "barrer" a Acción Democrática (AD) y Copei, después que su dominio se tambaleó ya en 1993, cuando ganó la presidencia Rafael Caldera, cofundador del viejo sistema en 1958 y quien abandonó Copei para ofrecer un traicionado cambio sin rupturas.
En los comicios más cruciales de este siglo, Venezuela "barajó de nuevo" sus cartas de convivencia nacional, tras agotarse el ciclo histórico de democracia representativa y partidista, que deja un país sumido en la pobreza y la corrupción y que Chávez ofrece refundar ahora con un modelo humanista.
Henrique Salas, el ex gobernador independiente que fue el principal contendor del presidente electo con una propuesta de cambio "light" acogida por casi 40 por ciento de los votantes, avisó ya que le corresponde el liderazgo de la nueva oposición.
"Se puede ganar perdiendo", dijo Salas, una figura emergente de 62 años que encarna ul nuevo liderazgo emanado de la descentralización, al resaltar que más de 30 por ciento de la votación alcanzada la debe a su recien creado Proyecto Venezuela.
Salas añadió que estará al lado de Chávez, como respaldo y como vigilante para que cumpla los cambios radicales ofertados, entre ellos el exterminio de la corrupción y la equidad social, a fin de que no se traicione el avance hacia un nuevo modelo de país, basado en la libertad y la descentralización.
Chávez se convertirá el 2 de febrero en el noveno presidente democrático venezolano, arropado por los votos de los más resentidos y excluidos del sepultado regimen, siete años y dos días después de fracasar en tomar el poder por las armas como comandante del primero de los dos cruentos alzamientos de 1992.
El presidente electo será el mandatario más joven de Venezuela escogido por los votos, a los 44 años, con el respaldo de un Polo Patriótico de casi toda la izquierda, empresarios proteccionistas y antiguos militares golpistas aglutinados en su partido Movimiento V República (MVR).
El socialdemócrata AD avisó a Salas este mismo lunes que la conducción de la oposición es suya, después que se abrazó a última hora al ex gobernador, su antiguo rival por haberse enfrentado exitosamente a sus clanes regionales. Igual hizo Copei, en un desesperado e inútil esfuerzo para parar a Chávez.
Chávez y Salas, en conjunto, barrieron con AD y el socialcristiano Copei, al absorber 97 por ciento de los votos del electorado, en una expresión apabullante en favor del cambio y de furioso castigo a los partidos y los políticos que secuestraron con su clientelismo la democracia venezolana.
Una muestra de ello es que la casilla de AD en el llamado tarjetón electoral, fue votada por 7,50 por ciento de los electores, cuando hace diez años logró para su candiadto de entonces, Jaime Lusinchi, unas décimas por encima del porcentaje que este domingo volcó su fe en Chávez: 56,45 por ciento.
En otras tres ocasiones, en 1958 con el fundador del partido Rómulo Betancourt, y en 1973 y 1988 con Carlos Andrés Pérez, AD bordeó o superó el 50 por ciento de los votos presidenciales.
Copei aportó a Salas en su casilla 1,70 por ciento, en un fenómeno al que cuesta encontrar adjetivos para un partido que llegó a ganar el poder para su actual presidente interno, Luis Herrera, con 46 por ciento de los sufragios, en 1983.
La consolación de que los votos de AD y Copei fueron a nutrir a Salas, por quien sus denostadas cúpulas pidieron el voto desde hace una semana en una imposición de sus gobernadores y alcaldes, resulta tramposa e inexacta, según el independiente Roberto Giusti y otros analistas.
Giusti, al igual que articulistas como el también independiente Clodovaldo Hernández, más bien consideran que los votos de AD y Copei ya se habían fugado mucho antes, mayoritariamente hacia Chávez y en menor medida a Salas.
El encuestador Luis León confirmó esta percepción al indicar que el abrazo desesperado de AD y Copei al inversario incómodo que siempre fue Salas para ellos, más bien le ahuyentó votos, en ningún caso decisivos y que se expresarían en la abstención.
En todos los sondeos, incluidos las de Datanálisis de cuya firma es directivo León, más de 90 por ciento de los encuestados proyectaban votar, en una campaña que despertó una gran motivación política porque se trataba de elegir más que un presidente, el constructor de un nuevo regimen.
Pero la abstención se mantuvo en un alto nivel de casi 36 por ciento, sólo superado durante los nueve procesos electorales consecutivos, desde 1958 por los comicios de 1993 donde triunfó Caldera con 30 por ciento y una abstención de 39 por ciento.
AD va a aferrarse a conducir la oposición, algo de lo que depende su sobrevivencia como partido, sobre la base de representar la primera minoría en el atomizado parlamento bicameral elegido en noviembre, con 25 por ciento de los escaños.
El secretario general de AD, Lewis Pérez, dijo este lunes que su partido es el lider de la oposición, en una clara referencia a Salas aunque sin nombrarlo.
Pérez adujo el peso parlamentario de AD, el hecho de que el Proyecto de Salas sólo tiene 13 por ciento de los escaños, en un un nivel similar Copei, y la realidad de que el Polo de Chávez no suma más de un tercio del Poder Legislativo, por lo que deberá contar con los socialdemócratas para gobernar.
En la partidocracia representativa que los analistas dan por fenecida en Venezuela, el juego de gobierno y oposición ha sido muy pactada, dentro de una forma cómplice de compartir el poder, lo que se mantuvo con Caldera, al que AD facilitó la llamada gobernabilidad, a cambio del control de jugosos sectores.
Pero resulta dudoso que AD, cuya cúpula termina despedazada esta campaña y en la que se espera una lucha fratricida por los despojos del que fue el mayor partido sudamericano, pueda regenerarse rápidamente para adecuarse a los nuevos tiempos políticos y a la oposición que requieren.
Eso podría inclinar la balanza a favor de Salas, con el respaldo de una neta votación, la segunda más alta obtenida un derrotado electoral en el país, y la ventaja de no integrar la cofradia de partidos y políticos tradicionales a los que 73 por ciento de los venezolanos culpan de los males del país.
Chávez dejo en claro ya como presidente electo que prefiere que la oposición siga conducida por AD y lo que queda de Copei, que sale de la contienda convertido en un minipartido, al minimizar el papel electoral de Salas y ponerlo a la par de otros perdedores, como Irene Sáez, que no logró más de tres por ciento.
Así sus propuetas de refundación republicana tendrán en frente lo que ha calificado como "el polo del continuismo podrido y corrupto del viejo regimen", en lugar de otro exponente del cambio exigido por los venezolanos. (Fin/IPS/eg/ip/98