El presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, anunció hoy la sustitución del comandante en jefe del Ejército, horas después que se denunciase su participación en una extraña maniobra durante las elecciones del domingo pasado.
El general Rubén Rojas, abierto adversario de Chávez, será sustuido en el cargo por el general Noel Martínez, quien dirigió el Plan República, mediante el cual los militares apoyan y vigilan en Venezuela los procesos electorales.
Chávez hizo el anuncio en el acto de proclamación formal como presidente electo, en presencia del mandatario saliente, Rafael Caldera, suegro del defenestrado Rojas, que se anticipa que pedirá la baja antes de que asuma el nuevo gobierno en febrero.
El anuncio siguió a la denuncia del articulista y ex candidato de izquierda José Vicente Rangel, en un programa radial, de que el general Rojas intentó movilizar unidades militares, cuando ya se sabía el triunfo de Chávez, pero aún no había sido anunciado.
Chávez logró llegar al poder por las urnas, después de haber fracasado en febrero de 1992 en lograrlo por las armas, cuando como teniente coronel de paracaidistas encabezó el primero de los dos cruentos alzamientos de ese año contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Rojas, de acuerdo a la versióno de Rangel, visitó intespetivamente al ministro saliente de la Defensa, vicealmirante Tito Rincón, para anunciarle esa movilización, lo que fue frenado de inmediato con el apoyo del propio Caldera, mediante una serie de conversaciones telefónicas.
Caldera demandó a Rojas que desactivase cualquier operativo y se recluyese en su despacho, afirmó Rangel, mientras que el ahora designado comandante del ejército también intervinó, al igual que el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Rafael Parra.
En los ambientes políticos y periodísticos se coincidió en percibir y comentar a media tarde del domingo algunas situaciones extrañas, cuando aún no se habían cerrado las mesas de votación pero los sondeos a "boca de urna" ya evidenciaban que los pronósticos se habían cumplido y que Chávez era el triunfador.
El otro aspirante con posibilidades, el ex gobernador independiente Henrique Salas, quien logró 40 por ciento de los sufragios, pidió publicamente que las autoridades electorales sólo diera a conocer los resultados el lunes, cuando se hubieran contado todos los votos.
"Eso hubiera provocado una reacción popular, la gente se hubiera lanzado a las calles ante el temor de que se desconociera el triunfo de Chávez", comentó Rangel. "Era el argumento que se buscaba para lanzar el operativo militar", afirmó.
Lo que Rangel definió como "aprestos militares" siguió, según sus alegatos, a tensos encuentros en la cúpula militar el martes anterior a las elecciones, en que Rojas y otros generales trataron de convencer a varios de sus pares de que se desconociera la victoria de Chavez, lo que habría sido rechazado.
El yerno de Caldera abanderó durante la campaña electoral el grupo de miembros del alto mando militar venezolano que rechazó el ascenso electoral de Chávez, después de haber atentado contra la democracia.
Rangel, muy cercano asesor de Chávez, fue el primero en denunciar durante la tensa campaña electoral los no desmentidos pronunciamientos de Rojas en los cuarteles, en que rechazaba que un militar que traicionó su juramento democrático no podía pasar a comandar las fuerzas armadas, como su comandante en jefe.
El primer anuncio que hizo Chávez como presidente electo, la misma noche de su triunfo por 56 por ciento de los electores, fue la de la designación como próximo ministro de la Defensa del prestigioso general Raúl Salazar, a quien Caldera desplazó a la embajada en Washington este año.
Salazar era quien por méritos debió ocupar el cargo en que Caldera colocó al ahora entrado en desgracia general Rojas, según Chávez, Rangel y otros expertos en el estamento castrense. El ministro designado volvió al país el mismo lunes y ha asegurado que se harán varios cambios en la estructura militar.
Chávez y Rangel, conocido por sus vínculos profundos con sectores del estamento castrense, coincidieron también en denunciar en octubre la existencia de preparativos para un supuesto "golpe seco" destinado a evitar que el ahora presidente electo llegase al poder por la vía de los votos.
Esas versiones han sido desmentidas por el ministro saliente de Defensa, a quien Chávez reconoce una posición neutral, y obligaron a Caldera a demandar que se mantuviera a los militares fuera del debate electoral.
Caldera también brindó "garantias totales" de que con él en la presidencia y al comando de las fuerzas armadas era un hecho el respeto de la voluntad popular y el traspaso del gobierno al ganador. (Fin/IPS/eg/ip la/98