VENEZUELA: Caen empalizadas ante asamblea constituyente

Barreras erigidas ante la convocatoria de una asamblea constituyente para Venezuela caen en cascada, ante el contundente respaldo concitado por el presidente electo Hugo Chávez, quien resumió en ese llamado todas sus propuestas.

"Chávez no llega al poder bajándose de un tanque sino de 56 por ciento de los votos, y esa circunstancia deben considerarla tanto él como quienes lo adversaron", resumió este lunes el ex líder socialista y ministro de Planificación, Teodoro Petkoff.

El presidente electo el 6 de diciembre comandó, cuando era teniente coronel del ejército, una de las dos cruentas y fallidas asonadas de 1992, y a quienes le criticaron que impulsó una dictadura replicó que su movimiento buscó siempre llamar a una constituyente para erigir "una nueva democracia".

Este mismo lunes, la coalición Polo Patriótico, de Chávez, inició contactos formales con otras fuerzas políticas e instituciones -sobre todo del Poder Judicial- para buscar un consenso en torno a la convoatoria de la constituyente.

Durante un año de campaña electoral, que dividió política y socialmente al país en dos bloques opuestos, chocaron las consignas "constituyente para barrer la corrupción", frente a "con la constituyente no se come".

Chávez planteó una constituyente, "por encima de la cual sólo estará Dios", como mecanismo para crear un nuevo piso político para el país, dar nuevas garantías económicas y sociales, y redefinir la regionalización del país, con cambios drásticos en los poderes y la reelección presidencial.

Líderes y analistas políticos concuerdan en que la propuesta "chavista" tiene apoyo incluso mayor que el reflejado por 56 por ciento de votos válidos, y se han rendido ante esa evidencia.

Su contrincante Henrique Salas, quien obtuvo 40 por ciento de sufragios, también ofreció un "cambio radical" de la gestión pública, aunque por vía de reformas legales, en tanto los partidos tradicionales, que objetaron la propuesta constituyente, fueron duramente castigados por los elecvtores.

Además, la persistencia de la abstención (35 por ciento, sólo superada por 39 por ciento en los comicios generales de 1993) ya es vista como indicador de un desinterés estructural en la población por la vida política tras 40 años de democracia.

"La factura que este pueblo le pasó a la dirigencia de los partidos muestra claramente que está harto del uso arbitrario del poder. Apoyaré la constituyente", anunció el alcalde de Caracas, Antonio ledezma, el más popular de los dirigentes del partido socialdemócrata Acción Democrática (AD).

La constituyente "tiene acogida en Copei (el partido socialcristiano) y el Congreso debe establecer los principios y normas por los que se llamará a esa asamblea", señaló el dirigente de esa organización que presidió el parlamento el último año, Pedro Pablo Aguilar.

El ex presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1983), reelegido senador y contra quien Chávez insurgió en 1992, fue el primero entre los líderes del establecimiento político durante estas décadas en aceptar la constituyente, pero con el paso previo de que el Congreso reforme la Constitución para convocarla.

Chávez, en una de las ruedas de prensa que ofrece casi a diario desde que fue elegido, dijo que si el Congreso reforma la constitución o llama a la constituyente aceptará esa vía, pero apelará a otras si no hay consenso parlamentario.

"Si el 15 de febrero no se ha despejado el camino para la constiyente, llamaré al pueblo a referendo en esa fecha", cuando se cumplen 180 años del Congreso de Angostura, convocado por el libertador Simón Bolívar para fundar la República de Colombia (las actuales Venezuela, Colombia y Ecuador).

Se trata de una Espada de Damocles sobre el juego político, combinando tiempo y fuerza: el nuevo Congreso se instalará el 23 de enero y Chávez asumirá el 2 de febrero, por lo que el plazo que plantea a los legisladores es perentorio: tres semanas.

En el Congreso la mayoría la conforman las fuerzas opositoras a Chávez, cuyo Polo apenas tiene un tercio de escaños, y en teoría deberían ser contrarias a una constituyente que puede hasta disolver el Poder Legislativo. Pero ello llevaría a un choque de poderes.

Frente a ellos "Chávez es el dueño de la calle", recuerda el analista Fausto Masó, al evocar las multitudes que en este momento el presidente electo es el único político capaz de reunir, además de haber recibido respaldo de gobiernos amigos, de las Fuerzas Armadas y de instituciones empresariales.

"Si la mayoría del pueblo quiere constituyente, nosotros no podemos dar la espalda a la voz de la nación", afirmó el secretario general de AD, Lewis Pérez, y Nelson Chitty, dirigente de Copei, coincidió en que las elecciones "son un mandato ideológico de revision de la Constitución".

A su vez, Hermann Escarrá, jefe del área jurídica en el Movimiento Quinta República (MVR, el partido de Chávez) y posible presidente del nuevo Congreso, dijo buscar una constituyente "que surja del diálogo y en la que también esté la oposición".

Desde sus respectivas esquinas, Escarrá y Ledezma afirmaron que si existe un consenso previo, el Congreso puede facilitar la salida de convocar al pueblo a un referendo para que se pronuncie en favor o en contra de la constituyente.

El jefe de los jesuítas de Venezuela, Arturo Sosa, arrojó un cubo de agua fría sobre la prisa chavista: "El producto no puede ser distinto del modo de producción. Una constituyente tiene que ser convocada y electa democráticamente".

Crítico del establecimiento político y cercano a la izquierda – la mayoría de cuyos partidos integra el Polo de Chávez-, Sosa insistió en que el modelo propuesto por el próximo presidente "es poco democrático. Mejor es un proceso de dos o tres años".

Si durante la larga y dura campaña electoral las tesis confrontadas fueron sí o no a la constituyente, la el período que le sigue es la de cómo llamar a esa asamblea, y con cuáles mandatos, plazos y contenidos será convocada.

Ya cayó la primera empalizada frente a la propuesta de "refundar" la república, en tanto las frases generales que hasta ahora apoyan el proeso constituyente dejan como incógnita cuáles contenidos económicos y sociales cambiarán cuando se escriba el nuevo texto constitucional. (FIN/IPS/jz/eg/la

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