Los sindicatos uruguayos viven la mayor crisis de su historia y el más poderoso de ellos exhortó a retomar las banderas de los llamados mártires de Chicago para que las organizaciones de trabajadores recuperen su poderío.
La central única de trabajadores de Uruguay, el PIT-CNT, perdió en los últimos tres años casi 80 por ciento de sus cotizantes, y su poder de negociación y presión se redujo drásticamente.
El ejemplo más claro fue un plebiscito realizado a fines de noviembre por el sindicato de la Fábrica Uruguaya de Neumáticos (FUNSA), comprada recientemente por la multinacional estadounidense Titan, que despidió a varios trabajadores.
El sindicato convocó a una consulta entre sus afiliados para buscar respaldo a futuras medidas de lucha, incluida una huelga "en defensa de los compañeros despedidos". La mayoría de los votantes se pronunciaron contra las medidas propuestas.
Antes de la dictadura (1973-1985), el sindicato de FUNSA se caracterizaba por su alta combatividad, y sus principales dirigentes fueron perseguidos y encarcelados por los militares.
Uno de ellos, León Duarte, figura en la lista de desaparecidos uruguayos en Argentina, y otro, Nelson Santana, fue secuestrado en Paraguay en el curso de la Operación Cóndor organizada por las dictaduras del Cono Sur de América y siguió el destino de su compañero.
En este país de 3,1 millones de habitantes, la población económicamente activa es de poco más de un millón, y los trabajadores afiliados al PIT-CNT son 120.000.
Antes del régimen militar, la poderosa central Convención Nacional de Trabajadores (CNT) fue controlada por el Partido Comunista. La dictadura disolvió la CNT, pero en los últimos años del régimen militar, los sindicatos se reagruparon y crearon el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT, luego PIT-CNT).
A partir del derrumbe internacional del comunismo en 1989, el PIT-CNT comenzó a erosionarse, y actualmente carece de dirección homogénea.
La conducción del movimiento sindical está dividida en tercios, con una corriente integrada por socialistas, ex comunistas e independientes de izquierda, otra de radicales de izquierda y la tercera, de comunistas ortodoxos.
"¿De qué clase de conciencia estamos hablando cuando los trabajadores no son aquella fuerza homogénea de hace 30 años?", preguntó en su revista oficial la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU), el sindicato más fuerte del país.
"Hoy el miedo al despido se traduce en apatía (…) y las patronales lo saben", sostiene AEBU.
La Organización Internacional de Sindicatos Libres (CIOSL), denunció a fines de noviembre que algunas empresas multinacionales presionan a sus trabajadores en Uruguay para evitar su afiliación a los sindicatos.
Un portavoz del PIT-CNT dijo a IPS que "muchos" trabajadores afiliados a la central no reciben aumento de salario ni incentivos, mientras los que permanecen al margen de los sindicatos son alentados económicamente por las empresas.
La CIOSL señaló concretamente al Lloyd's Bank, y el portavoz agregó que ese banco "no es el único" que procede de esa forma. Al respecto, mencionó a la firma francesa Gaz de France, propietaria de la empresa Gaseba, que suministra gas por cañería a la población de Montevideo.
Sin embargo, el Ministerio de Trabajo no ha podido comprobar presiones antisndicales en Gaseba ni en otras empresas.
Para AEBU, la contradicción entre el capital y el trabajo no se ha eliminado en el nuevo escenario mundial . Sólo se ha reformulado, y en algunos casos "se disimula bastante bien con la ayuda del desamparo u orfandad idelógica que sufren algunos".
Los empleados bancarios exhortan a retomar "las viejas banderas de los militantes de Chicago", los mismos que son recordados todos los años el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores.
Esas virtudes son "humildad y principismo, sabiduría y pragmatismo, compromiso y solidaridad", porque "afirmando las viejas raíces es posible encontrar una nueva legitimación".
La dirección de AEBU está dominada por socialistas, ex comunistas e independientes de izquierda.
La empresa independiente Equipos Consultores comprobó que la popularidad de los sindicatos ante la opinón pública se encuentra en el nivel más bajo de la última década.
Menos de un cuarto (23 por ciento) de los uruguayos entrevistados por Equipos Consultores manifestaron simpatía hacia los sindicatos y casi la mitad (47 por ciento) expresaron antipatía hacia ellos, y 21 por ciento no declararon simpatía ni antipatía.
En 1988, tres años después de la recuperación democrática, cuatro de cada 10 uruguayos (40 por ciento) manifestaban simpatías hacia los sindicatos, frente a la antipatía declarada por uno de cada tres (31 por ciento).
Al año siguiente, la popularidad de las organizaciones sindicales cayó a 38 por ciento, y en 1990 tuvo su descenso más importante, al ubicarse en 30 por ciento. A partir de ese momento, la simpatía hacia los sindicatos continuó en descenso. (FIN/IPS/rr/mp-ff/lb/98