La disminución de la desnutrición en el sur de Sudán no significa el fin de la crisis alimentaria que en los últimos años se cobró miles de vidas en la región, advirtió el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Unicef señaló que la desnutrición infantil es todavía alta en Bahr el Ghazal, escenario de la guerra entre el gobierno y los rebeldes que exigen la autodeterminación del sur.
La agencia identificó una tasa de desnutrición de 9,6 por ciento entre los desplazados, retornados y residentes en Wau, el bastión del gobierno en el sur.
Mientras, la tasa entre los desplazados que viven en campamentos en la zona controlada por los insurgentes es de 27,8 por ciento, una mejora respecto de las conclusiones de una investigación realizada por los responsables de la Operación Salvavidas en Sudán.
OLS, una organización de ayuda humanitaria creada por Naciones Unidas, había identificado en agosto una tasa de desnutrición de 43 por ciento en Wau y de 71 por ciento entre los desplazados que fueron reubicados en territorio rebelde.
"La desnutrición infantil es todavía demasiado alta en varias localidades. Si bien la OLS está satisfecha por la reducción de la tasa general, debemos mantenernos alerta y estar preparados para reanudar operaciones (de ayuda masiva) en cualquier momento", indicó Unicef, que participa de la OLS.
Bahr el Ghazal es devastada por el hambre desde fines de 1997, y la situación se agrava por los combates entre entre el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) y el gobierno islámico fundamentalista de Jartum.
El SPLA, que inició su guerra en los bosques en 1983, lucha por la autonomía del sur, en gran parte cristiano. El conflicto causó la muerte al menos a un millón de personas, y el éxodo de desplazados —unos tres millones— contribuyó a la escasez de alimentos, especialmente en Wau, sitiada desde hace tiempo.
La hambruna de 1998 fue la peor de Sudán, según las agencias de asistencia humanitaria. La causa fue la pérdida de dos cosechas consecutivas debido a una combinación de sequía e inundaciones a mediados de este año. Aún resta realizar un estudio exhaustivo de los daños.
Cientos de personas sobrevivieron alimentándose con plantas silvestres y raíces, miles caminaron largas distancias para llegar a los centros de alimentos de las ciudades y muchos murieron exhaustos al arribar. En Wau se registró una media de 70 muertos por día entre junio y julio.
La mayoría de las muertes se atribuyeron a las frecuentes prohibiciones del gobierno de enviar alimentos por vía aérea a la zona controlada por el SPLA. La interdicción fue levantada en abril, debido a las presiones internacionales.
El gobierno fue acusado de matar y herir a civiles al bombardear campamentos de refugiados del sur.
"Después de declarar el cese del fuego, Jartum continuó atacando, destruyendo edificios y plantaciones y secuestrando mujeres y niños", aseguró John Luk, portavoz del SPLA en Nairobi.
Mientras, un grupo de derechos humanos de Washington, Human Rights Watch, acusó al momimiento rebelde de saquear y desviar la asistencia alimentaria enviada a las familias afectadas.
Los voluntarios de ayuda advirtieron que Bahr el Ghazal aún es una zona insegura, donde muchas familias dependen de la asistencia humanitaria.
"Hace muchos años que esta gente no es autosuficiente en términos alimentarios porque carece de seguridad, un factor decisivo en la producción de alimentos", explicó a IPS Elizabeth Kramer, de la oficina de Unicef en Nairobi.
La OLS informó que se propone fortalecer el año próximo sus proyectos de seguridad alimentaria, como la distribución de semillas y maquinaria agrícola "para que los desplazados y los débiles puedan plantar hortalizas, pescar y criar ganado" en la región.
"La OLS supone que estas medidas ayudarán a recuperar una parte de los recursos perdidos por la hambruna y los desplazamientos de población, que devastaron parte del sur en 1998", consignó Unicef en su informe.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU calculó que se necesitarán al menos 150.000 toneladas de víveres para atender las necesidades de más de dos millones de personas hasta octubre, el momento de la primera cosecha.
La siguiente campaña agrícola en Bahr El Ghazal dependerá de la voluntad de los beligerantes para prolongar el cese del fuego de tres meses acordado en Roma, que expira el 15 de enero.
Ambas partes manifestaron su propósito de mantener la tregua en Bahr el Ghazal y en otras áreas que se disputan, mientras se celebren las conversaciones de paz previstas para febrero y patrocinadas por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, que agrupa a Djibouti, Etiopía, Eritrea, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda.
Un portavoz de la embajada de Sudán en Nairobi dijo que Jartum está dispuesto a prolongar la tregua.
"El cese del fuego dependerá de los acontecimientos, pues en otra ocasión, los rebeldes aprovecharon una tregua parcial para movilizar tropas y lanzar ataques", puntualizó el portavoz. (FIN/IPS/ja/mn/ceb/nc-ff/98