La octava asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) concluyó hoy en la capital de Zimbabwe con los compromisos de reducir la pobreza y solicitar a los países acreedores que cancelen los 300.000 millones de deuda externa de Africa.
El CMI, creado en 1948 en Amsterdam, es una organización integrada por 330 iglesias protestantes de aproximadamente 100 países.
Más de 4.500 delegados asistieron a la asamblea iniciada en Harare el 1 de este mes y concluida este lunes. La conferencia trató temas como la deuda externa africana, la pandemia de sida y la guerra civil que hace cinco meses padece República Democrática de Congo.
Los delegados acordaron buscar medidas urgentes para conseguir "paz y justicia" en Sudán, la región africana de los Grandes Lagos, y otras zonas de conflicto en el mundo.
"La asamblea cumplió con lo que se esperaba" en relación a los conflictos bélicos", declaró a la prensa el secretario general del CMI, Konrad Raiser.
Una declaración divulgada al final de la conferencia este lunes señaló que el CMI presionará a los países acreedores para que cancelen los 300.000 millones de dólares que les deben las naciones africanas.
"La cancelación de la deuda de los países empobrecidos y la resolución del ciclo devastador de la acumulación de la deuda son cuestiones de urgencia", según la declaración.
"Más delegados se irán a sus casas comprometidos con la reducción de la deuda y encararán el problema con mayor seriedad", dijo Marion Best, el nuevo vicemoderador del Comité Central del CMI.
Best, de la Iglesia Unida de Canadá, pidió al Norte industrial que tenga más en cuenta los problemas sociales y económicos que afectan a los países del Sur en desarrollo.
"Los países más pobres no son sólo aquellos atrapados por la crisis de la deuda. Los países definidos arbitrariamente como de 'medianos ingresos' también son amenazados por la deuda", afirmó.
Entre los 41 Países Pobres Fuertemente Endeudados, 33 son africanos.
Para mejorar su situación, el CMI apeló al Grupo de los Siete (G-7) -integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón-, y a Rusia, para que reconozcan la urgente necesidad de cancelar la deuda de los más pobres, para permitirles ingresar al nuevo milenio con mayores oportunidades.
El CMI también urgió al G-7 más Rusia que utilicen su poder para que sean devueltos a los países deudores los fondos transferidos ilegalmente por políticos del Sur en desarrollo a cuentas bancarias extranjeras.
También es necesario iniciar, en consulta con la sociedad civil, un proceso de reformas económicas mundiales dirigido hacia la justa distribución de la riqueza y para impedir nuevos ciclos de deuda, declararon los delegados.
La conferencia dio a los delegados del CMI la oportunidad de experimentar en carne propia las realidades de la vida en Africa. Por ejemplo, algunos recordaron que al llegar el martes 1 a Harare, cambiaron dólares estadounidenses a 34 dólares de Zimbabwe.
"Una semana después el cambio estaba a 40 dólares de Zimbabwe por uno estadounidense. ¿Cuál será el valor en la semana entrante, y las siguientes?", se preguntó Best, quien agregó que cada devaluación trae mayor sufrimiento a la población.
El CMI también criticó a los países ricos y las compañías transnacionales por ampliar la brecha entre ricos y pobres en el Sur industrial.
"Hoy, a pesar de la independencia de muchos pueblos colonizados, el poder se concentra cada vez más en las manos de relativamente pocas naciones y corporaciones del Norte. Las decisiones más importantes las toman estas 30 naciones y 60 grandes corporaciones", aseguró la declaración del CMI. (FIN/IPS/tra-en/lm/mn/aq/re/98