PETROLEO: Los precios caen y un dominio se derrumba

La caída de los precios del petróleo ha trastocado la vida de los países productores pero también señala un derrumbe del dominio que sobre la economía internacional tuvo a lo largo del siglo la industria petrolera.

Una clave pudiera estar en el estupendo negocio que representa una inflación baja, con ayuda de precios deprimidos de la energía, para vastos sectores industriales y de servicios en los grandes países consumidores de derivados del crudo.

Los precios llegaron en la semana que concluye a niveles sin precedentes en un cuarto de siglo: 11,22 dólares el barril del crudo mediano de Texas (WTI), 9,48 dólares el Brent del Mar del Norte y 9,47 dólares el barril de la cesta de la OPEP.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que dos décadas atrás dominaba el mercado con entre la mitad y dos tercios de la producción mundial, no encuentra cómo hacer con el tercio que ahora ofrece para apuntalar los valores del recurso.

Los 26,05 millones de barriles diarios que formalmente entrega la Organización y que tocan el límite de lo que puede recortar cada uno de sus 11 socios, ya significan una rebaja de 2,6 millones de barriles por día respecto a los niveles de 1998.

"Pero mientras nosotros recortamos producción, la incrementan oferentes como los del Mar del Norte (Gran Bretaña y Noruega), en un mundo inundado de crudo y sobre el cual llueve un remate de inventarios", dijo una analista de la industria en Caracas.

Sólo por la caída de los precios la OPEP ya recibirá este año 60.000 millones de dólares menos que los 175.000 millones que le ingresaron por ventas en 1997 (cerca de 200.000 millones en 1996). Pero la cifra se reducirá aún más por la pérdida de 10 por ciento de los mercados.

Ese derrumbe significa menores ingresos fiscales (Venezuela encara un déficit para 1999 de nueve puntos del producto interno bruto, la mitad de su presupuesto) y una caída de la economía real y de las perspectivas de desarrollo, al pararse los taladros y desanimarse o enlentecerse las inversiones en el sector.

La época de "vacas flacas" puede durar como la bíblica figura: "El crecimiento de la demanda petrolera se debilitará en los próximos siete a diez años, mientras crece la capacidad de oferta de la OPEP", advirtió el ex ministro saudita de petróleo, Ahmed Zaki Yamani.

Desde Venezuela, con 12 por ciento de la producción de la OPEP, la elección como nuevo presidente del nacionalista Hugo Chávez – dispuesto a respetar los compromisos de la organización- impulsó los precios unos centavos en los primeros días de la semana, pero luego los valores retomaron su caída incesante de este año.

De nada han valido las conferencias de la OPEP, sus recortes, las consultas entre grupos de productores (OPEP y No-OPEP), las amenazas de conflagración entre Estados Unidos e Irak o el frío que ha azotado en particular al continente europeo.

Los tiempos en que productores de la OPEP reunidos para llevar el precio por encima de 30 dólares y la perspectiva de que entrado el siglo XXI tocasen hasta 100 dólares el barril de 159 litros parecen figuras de un remotísimo pasado.

En un negocio de suyo volátil y movido por las coyunturas, los analistas escudriñan ahora en las razones estructurales de los bajos precios, y entre ellas reluce el beneficio que para los industrializados representa una baja inflación.

Estados Unidos, cuya economía ha crecido con una inflación de dos por ciento anual, importa la mitad del petróleo que consume y en 1997 pagó por él 60.000 millones de dólares, por este año apenas sufragará 42.000 millones, según The Wall Street Journal.

"Esos 18.000 millones de dólares que no le enviamos a los árabes se quedarán aquí, así que los consumidores tendrán mayor poder adquisitivo y comparán más artículos", dijo en Nueva York la economista Cynthia Latta, de la firma Standard and Poor.

Otro analista, David Orr, de First Union Corp., señaló que los precios petroleros en declive "son como reducciones tributarias para los consumidores y representan costos menores para los negocios", beneficiados en todo el Norte industrializado por inflación baja y aún por deflaciones.

Los consumidores compran gasolina a precios que, descontada la inflación, son menores a los de hace 25 años, pero manufactureros también se benefician y compensan aún de caídas en exportaciones a países cuyas economías se contraen, según Latta.

Entre los sectores favorecidos están el automotor -este año crecieron las ventas de camionetas y rústicos que consumen más combustible en Estados unidos- y la aviación civil, pero también servicios como los ferrocarriles.

La alegría de los más se congela en la tristeza de los menos. En la zona petrolera de Louisiana se han perdido 2.200 empleos industriales este año, y la reciente fusión de Exxon y Mobil apunta a la supresión temprana de 9.000 puestos de trabajo.

Esa fusión, como la de British Petroleum y Amoco, no sólo muestra un esfuerzo de concentración de capitales compartido por otras grandes corporaciones del mundo, sino que "surge de una lógica de debilidad y no de fuerza", según Bernard Wysocki, analista de The Wall Stret Journal.

Delante de productores de materias primas "aterrados" según Wysocki, emergen florecientes las corporaciones productoras de tecnología, como firmas de computación y otras que arriesgan pocos activos tangibles.

En la arena regional, ha destacado otro analista del cotidiano financiero neoyorquino, Michael Philips, la "catástrofe" para productores como Venezuela y México representa beneficios para consumidores netos, como Chile y Brasil.

En el terreno de las esperanzas, quizá este nuevo "shock" petrolero "anime a los países latinoamericanos a conformar una red más sólida de cooperación entre productores y consumidores de energía", opinó el economista venezolano Alí Rodríguez, asesor petrolero del electo presidente Chávez. (FIN/IPS/jz/mj/if/98

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