MERCOSUR: La única salida es hacia adelante

La cumbre del Mercosur que se celebrará hoy y este jueves en esta ciudad confirmará que el proceso de integración ya no tiene marcha atrás o, de lo contrario, seguirán sin superarse las disputas dentro del bloque, agravadas por la crisis financiera en Brasil.

Las crisis asiática y rusa golpearon con particular intensidad en el Mercosur (Mercado Común del Sur), integrado por Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Además de echar abajo los precios de productos primarios, pusieron en graves dificultades a la economía brasileña, centro de la integración subregional.

Enfrentados a un déficit comercial de más de 5.000 millones de dólares anuales cada uno, Argentina y Brasil, los socios mayores, adoptaron, a lo largo de este año, numerosas medidas que afectan intereses de sus socios. La acusación de violar los acuerdos y el espíritu del Mercosur fue intercambiada con frecuencia.

La reunión del Consejo del Mercado Común, este miércoles y jueves, se preveía como una de las más tensas, pero a fines de noviembre las negociaciones lograron desactivar por lo menos dos bombas y despejar el clima.

La imposición brasileña de inspecciones sanitarias previas al ingreso de los productos a este país, adoptada en octubre para contener las importaciones de alimentos y medicamentos, generó conflictos que se han solucionado con un acuerdo de equivalencia. Ahora todos aceptarán los certificados de origen de sus socios.

A su vez, Argentina dejó en suspenso su decisión de exigir a los importadores de ese país una garantía equivalente a 100 por ciento del valor de los productos que desean introducir. Una medida similar de Brasil había generado duras protestas en el Mercosur el año pasado.

La voluntad de impulsar una política automotriz común, con la meta de hacer del Mercosur un fuerte polo productor y exportador de vehículos, abre perspectivas de entendimiento en otra área que había generado numerosos enfrentamientos entre los socios mayores.

Se espera que el nuevo ambiente generado por estos preacuerdos permita superar otros conflictos acumulados, como la amenaza argentina de presentar acusaciones de "dumping" (comercio desleal) contra las exportaciones brasileñas de acero y adoptar represalias comerciales en los rubros de azúcar y lácteos.

El comercio de azúcar sigue fuera del proceso de integración. El arancel argentino de 23 por ciento sobre el producto brasileño tiene el respaldo, difícilmente reversible, de una ley, votada como respuesta a los subsidios de Brasil para la producción de alcohol derivado de la caña de azúcar.

Después de un año de interrupción de las negociaciones sobre la cuestión del azúcar, se decidió reactivar un grupo de trabajo en la materia.

Los ganaderos brasileños acusan a Argentina, a su vez, de competencia desleal. Sostienen que, al amparo del libre comercio regional, Argentina reexporta leche traída desde Australia, Europa y Nueva Zelanda.

Por otra parte, el gobierno brasileño no acepta el acuerdo comercial firmado por Argentina con México, que otorga a este país preferencias comerciales hasta el 2001 y entrará en conflicto, durante un año, con el arancel externo común del Mercosur.

Los conflictos de intereses en el Mercosur se agudizan a raíz de las turbulencias financieras internacionales, que afectaron duramente a Argentina en 1995 y a Brasil desde el año pasado.

Brasil duplicó sus tasas básicas de interés (llevándolas a cerca de 43 por ciento) en octubre de 1997, para frenar la fuga de capitales. Tras cierta normalización, debió volver a ubicarlas a ese nivel en septiembre. Desde agosto, las reservas brasileñas han disminuido más de 30.000 millones de dólares.

Ante la magnitud de la crisis, el gobierno brasileño debió negociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Para obtener una ayuda externa de 41.500 millones de dólares, deberá aplicar un severo ajuste fiscal que agravará la recesión económica en 1999.

Para los demás países del Mercosur, que dependen mucho de sus exportaciones al gran mercado brasileño, las perspectivas son sombrías. En especial para Argentina, cuyas relaciones comerciales con Brasil son las únicas que le reportan un saldo favorable de importancia, aunque decreciente.

De enero a septiembre de este año, Argentina logró un superávit de 945 millones de dólares en su comercio con Brasil, pero en igual período del año pasado el saldo favorable había sido de 1.164 millones.

En 1999 Argentina tendrá un déficit en su balanza comercial con Brasil, previó la Cámara de Exportadores de la República Argentina. "Los exportadores brasileÑos serán más agresivos en el comercio externo" ante la crisis financiera, advirtió Enrique Matilla, presidente de esa organización.

La posibilidad de que Brasil devalúe su moneda para equilibrar sus cuentas externas sería una alternativa aun más desastrosa, que le quita el sueño a los argentinos.

Las dificultades son generales en la región. Chile, siempre alabado por su macroeconomía más sólida, debió elevar sus tasas de interés a 14 por ciento un corto período de septiembre. A partir de agosto de 1997, las reservas chilenas, que eran de 18.010 millones de dólares, descendieron 14,3 por ciento.

En un cuadro así, las susceptibilidades dentro del Mercosur crecen, pero nadie imagina un divorcio en el bloque, dentro del que se cuadruplicó el comercio interno desde su creación hace siete años.

La única salida visible es profundizar la integración, con políticas comunes en la industria, el control sanitario y otras áreas en las que se discute la uniformizacin de normas y leyes, como las de los derechos laborales y la defensa del consumidor, otros temas de la cumbre de esta semana. (FIN/IPS/mo/mp/mj/if/98

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