INDIA-PAKISTAN: Oportunidad para el desarme /Perspectivas 1999/

En 1999 se dilucidará si India y Pakistán, los adversarios de Asia meridional, tienen la llave de un futuro con o sin armas nucleares.

Gran parte de lo que ocurra en su relación hostil y la posibilidad de que el mundo se libere de este tipo de armas de destrucción masiva tendrá más probabilidades de explicarse en el año que comienza que en las últimas dos décadas.

La decisión de ambos países de probar sus armas nucleares en mayo de este año tuvo mucho que ver con la crisis orgánica que afecta a sus sociedades y sistemas políticos y no con auténticas consideraciones de seguridad.

En la última década surgió un nacionalismo militante y sectario en India, la legitimidad de ambos estados decayó a medida que no podían cumplir sus obligaciones básicas hacia el pueblo, se profundizó la crisis de gobernabilidad en Pakistán y no se consolidaron sus democracias.

Además de la extendida corrupción, la pobreza masiva, el analfabetismo y la creciente desesperanza del pueblo, la búsqueda del poder de las elites gobernantes se hizo a través de las vías militar y nuclear.

La seguridad sólo fue una excusa para India. En los últimos años, hasta mayo, esta había mejorado, gracias a acuerdos de paz y cooperación con China, y a mejores relaciones con Bangladesh, Nepal y Sri Lanka.

Nada en el ambiente externo podría justificar el repentino abandono de doctrinas y políticas defendidas por India desde hace décadas, como la oposición a las armas nucleares como medio de disuasión militar y el compromiso con la idea de que este tipo de armas no brindan seguridad.

Esto se refleja en las explicaciones incompatibles que brindó la coalición gobernante encabezada por el derechista y nacionalista Partido Bharatiya Janata (BJP) sobre las pruebas realizadas en mayo.

Según el gobierno, las pruebas se decidieron para buscar un escudo contra los adversarios nucleares China y Pakistán, o como expresión de impaciencia con la reticencia de las potencias nucleares (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) al desarme, o sólo como forma de defender "el derecho" de un sexto de la humanidad a las armas nuclears (aunque no se defiende el derecho a la alimentación o al agua).

La población de India asciende a casi 1.000 millones de habitantes.

Después de las pruebas de mayo, a Nueva Delhi le llevó seis semanas de idas y venidas antes de declarar que adoptaría la política de utilizar las armas nucleares sólo como método defensivo.

Los gobiernos de India y Pakistán tampoco tienen respuestas categóricas respecto del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares. Algunos funcionarios sostienen que no se firmará en su forma actual, a menos que obtengan algo a cambio. Otros dicen que se firmará así como está antes de septiembre, si se crea un ambiente "positivo". Pero nadie sabe lo que eso significa.

El statu quo indio discrepa sobre si se deben emprender más pruebas o no. Según la revista especializada Nucleonics Week, la prueba termonuclear que detonó Nueva Delhi el 11 de mayo es considerada un fracaso por expertos estadounidenses. Algunos científicos indios presionan para que se realice al menos una prueba más.

Pero esa medida sería considerada un desafío sumamente irresponsable, y podría provocar fuertes sanciones. No queda claro si el gobierno está preparado para enfrentar las consecuencias, en lugar de conformarse con su actual capacidad nuclear relativamente rudimentaria, aunque altamente destructiva.

Los gobiernos de India y Pakistán estaban equivocados si pensaban que la nuclearización reforzaría su seguridad y su poder diplomático.

Ambos terminaron por antagonizar a sus vecinos y amigos, su imagen salió perjudicada en foros regionales e internacionales, y fueron criticados por el Movimiento de Estados No Alineados y la Organización de las Naciones Unidas, así como por las potencias industriales.

Las sanciones económicas perjudicaron a ambos países, pero dañaron especialmente a Pakistán. Desde las pruebas, Nueva Delhi e Islamabad entablaron durante seis meses un diálogo bilateral con Washington por la cuestión nuclear.

A ambos se les dijo que debían esperar sanciones económicas que sólo serán retiradas si firman el Tratado de Prohibición Total de Armas Nucleares, y si acceden a no desplegar las armas a corto plazo y al cese unilateral de la producción de materiales fisibles.

Además, deben cooperar con Estados Unidos y otros estados nucleares para limitar las negociaciones nucleares internacionales al Tratado de Eliminación de Materiales Fisibles que se discute en Ginebra.

En septiembre, India y Pakistán rompieron la unidad que tenían los países no alineados sobre el Tratado al condicionar el comienzo de las negociaciones al acuerdo por parte de las potencias nucleares de discutir el desarme nuclear total.

Esto representó un cambio radical del papel de India como defensora del desarme y la paz, una tradición de 50 años que se remonta al líder de la independencia, Mahatma Gandhi.

Para Pakistán, esta postura significó una menor posibilidad de superar el estigma por el apoyo que Islamabad brinda en Afganistán al movimiento musulmán fundamentalista Talibán, y a los extremistas islámicos de Cachemira, la provincia disputada con India.

Pakistán utiliza una táctica de negociación que intenta convertir su debilidad y su crisis económica en una fuente de fuerza, al reclamarle a Estados Unidos que, si lo presiona demasiado para congelar y reducir su capacidad nuclear mediante las sanciones, podría provocar su colapso.

India y Pakistán ahora se enfrentan sin doctrinas estratégicas claras, sin medidas para consolidar la confianza ni transparencia sobre su capacidad nuclear mutua. Tienen un enorme potencial destructivo. Cachemira es sólo una de las zonas donde esto se podría desencadenar.

Los dos tienen una opción: eliminar ese potencial o "manejar" su rivalidad.

"Tenemos demasiadas tensiones y sospechas, y una historia demasiado extensa para estar seguros de que no puede ocurrir un enfrentamiento nuclear entre nosotros", advirtió el almirante L. Ramdas, ex comandante de la armada india.

"La única alternativa sensata es desactivar la rivalidad nuclear y el retorno de la agenda de desarme", agregó.

En 1999, India y Pakistán deberán elegir entre el armamentismo o la inversión social. La elección dependerá tanto de factores políticos internos como de la situación internacional.

En India, si el BJP es expulsado del gobierno, como es posible, entonces sería probable una reducción del armamentismo nuclear, lo que abriría nuevas oportunidades para negociar el desarme. Entonces se podría persuadir a Pakistán de que reaccione en forma similar.

También sería importante la forma que adopte el debate nuclear en la Organización del Tratado del Atlántico Norte y en el gobierno de Estados Unidos.

Alemania, con un gobierno socialdemócrata y verde, ya propuso modificar la doctrina nuclear de la alianza a favor de una política defensiva. Washington se resiste a esa medida, pero el consenso de la elite estadounidense sobre el poder disuasivo de las armas nucleares ya se resquebrajó.

Si esto conduce a la reapertura del debate nuclear, y si se desarrolla un movimiento por el desarme en la sociedad civil, entonces cambiarían las reglas nucleares en todo el mundo. De ser así, India y Pakistán tendrían una oportunidad para contribuir con el desarme. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/aq/ap/ip/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe