La visita a India del primer ministro de Rusia, Yevgeny Primakov, puso en evidencia que el poder de este país de Asia meridional no aumentó después de las pruebas nucleares que realizó en mayo.
Moscú propuso condenar los ataques anglo-estadounidenses contra Iraq en una declaración que hicieron ambos países al término de la visita de Primakov esta semana. Pero las vacilaciones de Nueva Delhi dejaron de manifiesto su debilidad.
La tímida e insípida declaración, que "deplora" los ataques, no refleja ni la postura de Rusia ni la opinión pública india, que se opone por completo a la ofensiva anglo-estadounidense. Moscú no sólo condenó la agresión sino que retiró a sus embajadores ante Washington y Londres.
La timidez de Nueva Delhi es significativa, ya que supo ser fiel defensora de decidir las cuestiones de seguridad en los foros multilaterales. Iraq es, además, su tradicional aliado, y demostró su amistad respaldando a India en el conflicto que mantiene con Pakistán por la soberanía de la zona de Cachemira.
"India no quiso parecer como detractora de Estados Unidos en este momento en que mantiene con Washington serias negociaciones sobre armas nucleares", explicaron diplomáticos de este país sobre la cautelosa reacción de Nueva Delhi.
El argumento perdió sentido ante las fuertes reacciones de Rusia, China, Francia e Italia, y el tibio apoyo de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La verdad es que después de sus pruebas nucleares, India no tiene la voluntad ni la fuerza para tomar partido independiente o crítico respecto de Washington. Sus esfuerzos se concentran en lograr que Estados Unidos acepte su nuclearización, para terminar con el aislamiento político.
El aislamiento fue evidente durante la visita de Primakov, que exhortó a Nueva Delhi a observar las restricciones nucleares y a firmar el Tratado de no Proliferación Nuclear, a pesar de la retórica sobre la importancia estratégica que tiene India para Rusia y de la publicitada propuesta de formar un "triángulo estratégico" con China.
India se opuso al Tratado durante 30 años. La opinión pública es totalmente hostil a dicho instrumento, y ningún gobierno lo firma porque el costo político sería muy alto.
El nuevo gobierno tiene una visión mística de las armas nucleares y las considera una importante fuente de poder.
El problema es que debido al grave daño que pueden causar, las armas nucleares no son ni fuentes de poder, ni una fuerza de disuasión confiable. Son moneda devaluada.
Los partidarios de las armas nucleares se engañaron durante mucho tiempo con la ilusión de que dichas armas provocan la derrota militar de sus adversarios o los disuade de iniciar un conflicto armado. Pero se demostró varias veces que esa idea está errada.
Estados Unidos no pudo impedir que China participara en la guerra de Corea en la década del 50, ni pudo evitar ser humillado en Vietnam en los años 70. La poderosa Unión Soviética tuvo que retirarse de Afganistán humillada. Sus armas nucleares no pudieron salvarla siquiera del colapso de esta década.
Tampoco el arsenal nuclear chino logró vencer a Vietnam a fines de los años 70. Y las armas atómicas de Gran Bretaña no pudieron impedir el conflicto con Argentina por las islas Malvinas.
En el mundo de hoy, donde es cada vez más importante el "poder blando" -poderío económico, militar convencional y cultural-, las armas nucleares otorgan una ventaja muy leve y ni siquiera dan prestigio.
Por ejemplo, el Pakistán nuclearizado no puede esperar a adquirir la importancia de Brasil o Sudáfrica, ambos sin armas atómicas, ni mucho menos la de Japón.
La hipótesis de que el poder de disuasión de las armas nucleares impide los conflictos convencionales entre estados con poder atómico también se refutó cuando la ex Unión Soviética y China libraron una guerra en los años 70.
El programa indio de desarrollo de armas nucleares enfrenta a la coalición gobernante encabezada por el Partido Bharatiya Janata (BJP) con otro dilema. Expertos internacionales dudan que India haya probado realmente una bomba termonuclear en mayo, y los científicos de este país presionan para que se realicen más pruebas.
Expertos de Estados Unidos calcularon que India detonó bombas de 12 y no de 45 kilotoneladas como aseguró el gobierno, y consideran que el país deberá hacer nuevos ensayos si desea adquirir la capacidad termonuclear.
Pero nuevas pruebas desatarán la ira de la comunidad internacional y posiblemente provoquen más sanciones contra el país.
India no fue la única en hacer declaraciones no confirmadas sobre sus ensayos nucleares. Se supone que Pakistán también exageró el número y la potencia de sus pruebas. (FIN/IPS/tra-en/pb/mu/ceb-aq/ip/98